Capítulo 84

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Antes de contraer matrimonio, él le hizo la promesa de no entrometerse nunca en su trabajo.

Él sabía cuánto necesitaba trabajar y lo mucho que necesitaba ser quien era y lo que era. Pero también se habían prometido no mentirse nunca ni tener secretos.

¿Qué había pasado con esas promesas?

Christopher se contuvo para mantener los nervios.

-Es tu trabajo.

-No pareces muy convincente -le dijo ella.

Ucker resopló, pasándose una mano por el pelo.

-Sí, he tenido un día muy duro.

Y entonces, en vez de colgar o seguir charlando, ella lo sorprendió.

-Te echo de menos.

El ruido de fondo que había a su alrededor aumentaba.

Probablemente le estaría llamando desde el estadio en el que tenía lugar el partido.

Ucker estaba seguro de que había oído mal.

-¿Qué?

Dul alzó la voz.

-Digo que te echo de menos -le repitió-. Tengo que quedarme en Phoenix esta noche. Después de que acabe el partido tengo que hacer varias entrevistas. Será ya demasiado tarde para tomar un avión. Ojalá estuvieras aquí conmigo.

Ojalá pudiera creerle. En ese momento tenía serias dudas acerca de si podría confiar de nuevo en ella alguna vez.

-Sí, yo también.

Ucker escuchó su risa al otro lado del teléfono.

-Alguien va a tener que hacer algo respecto a esa forma tuya de hablar tan romántica, Christopher. Con esa labia podrías camelarte a cualquier chica...

Ucker frunció el ceño ante sus burlas. No estaba de humor para aguantarlas.

-Sabes que prefiero actuar antes que hablar.

Christopher volvió a escuchar su risa.

-Y yo no tengo objeciones a eso -le contestó-. Llegaré mañana a medio día. ¿Puedes llegar a casa mañana temprano? Me gustaría compensártelo.

El seductor tono de su voz al enunciar sus últimas palabras hizo que la imaginación de Ucker echara a volar. Se contuvo para mantener los pies en la tierra.

-¿Y qué hay de tu trabajo?

-David me ha confirmado que me deja grabar antes. Luego en el estudio sólo tienen que poner la cinta con la secuencia correcta para cada programa. Así que mantén la cama calentita para mí, Chris.

Ucker pensó en la noche anterior y esbozó una sonrisa a pesar de la negatividad que le embargaba.

-No es necesario, tú misma la calentarás lo suficiente una vez que estés aquí.

Su risa, suave y delicada, resonó en su cabeza mucho después de que ella hubiera colgado.

Quizá todo habría sido un malentendido, pero ahora ya tenía que descubrirlo.

Esposos y Otros Desconocidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora