Capítulo 58

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En la mesa había suficiente comida para alimentar a un pequeño país del Tercer Mundo. A pesar de que los locutores y los periodistas se hubieran servido, aún quedaban muchas cosas.

Christopher agarró dos perritos calientes para ella y uno para él. Les echó mostaza. A él solía gustarle mucho el ketchup, pero Dulce había hecho que prescindiera de ese condimento.

No lo había obligado. Simplemente había ocurrido.

Como enamorarse de Dulce. Había sido algo que, simplemente, había sucedido.

Al volver a su silla plegable, le entregó a Dul un plato de plástico con los dos perritos calientes. Ella los agarró sin mirar, tenía la vista fija en el hombre que se encontraba en la base. Él sabía que era mejor no decir nada.

Los Ángeles tenían tres jugadores en bases. La cosa se estaba poniendo tensa en la sala de prensa. Aquél era un partido importante. Si Los Ángeles perdían, se quedarían fuera de la final.

En vez de ver el partido, Ucker miraba a Dulce. Sus facciones estaban totalmente tensas. Cuando el locutor anunció que el jugador estaba a punto de conseguir un full count, a Ucker le pareció que Dul había dejado de respirar.

Siguió conteniendo la respiración mientras que el bateador lanzaba sus tres bolas. Y las tres fueron faltas.

Justo cuando parecía que el bateador iba a seguir haciendo faltas, su bate golpeó la bola con un sonido que resonó en todo el estadio.

Dulce se puso en pie en el instante que oyó golpear la bola. Gritaba y vitoreaba como si la pelota hubiera pasado la valla. Y en efecto, lo hizo.

- ¡Un grand slam! -gritó Dul-. ¡Ha conseguido un grand slam!

Un segundo después, Dulce había echado los brazos por encima de Ucker. Fue entonces cuando su boca tomó contacto con la suya.

Christopher pudo percibir el sabor de la mostaza antes de que sus sentidos se dejaran llevar hacia un nivel mucho más estimulante.

La energía que sintió en aquel momento fue impresionante.

Ucker no necesitaba que nadie lo animara a hacerlo.

Instantáneamente la estrechó contra él, haciendo que su plato de plástico cayera al suelo. La rodeo con sus brazos añadiéndole intensidad al beso que ella había iniciado.

Fue asombroso sentir cómo una ráfaga de adrenalina recorría todo su cuerpo. Para cuando finalmente se separó de él, literalmente se encontraba sin respiración.

Parpadeando, miró a Ucker con admiración. Y algo más.

Él estaba alerta, la euforia que le había proporcionado aquel beso quedó aparcada por un momento.

-¿Qué pasa? -preguntó él-. ¿Has recordado algo?

- Sí -susurró mientras, inconscientemente, se acariciaba los labios con las yemas de los dedos-. Algo.

Esposos y Otros Desconocidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora