Inicios tranquilos

1.5K 84 35
                                    

Índice del caso (Primer ejemplar descubierto)
Varón, 31 años. Empleado en una firma de biotecnología. Ingeniero. Ya muerto al descubrirlo. Dirección confirmada...

El hombre se hundió en la banca del parque Forestal, y suspiró. Se preguntaba cuantas veces ya había suspirado esa mañana. Suspiró, y observó la lechuga en su mano, eso le hizo suspirar de nuevo. Hojas verdes y frescas envolvían firmemente la cabeza de lechuga — en cuanto a calidad, era de primera clase. Arrancó una hoja y se la llevó a la boca; tenía un delicado sabor y la textura era excelente, de verdad de primera clase. Entonces ¿Por qué no se estaba vendiendo?

La lechuga era obra de este hombre. Había trabajado largamente en el desarrollo de la biotecnología que produjera productos frescos, o sea los llamados vegetales de hoja. Creyó que esos bio-vegetales seguros, económicos y deliciosos serían la solución al aumento de la crisis alimentaria, y pronto se convertiría en un pilar de la distribución de comida. Había confiado en que así sería, pero las ventas en el mercado no iban tan bien como había esperado, y el hombre estaba perdiendo la esperanza. Los compradores parecían preferir productos transportados de los campos de los Bloques del Sureste, en vez de sus bio-vegetales. La tendencia era especialmente fuerte en cuanto a vegetales de hoja, como la col y lechuga. Le había dicho su jefe que si eso continuaba, tendría que empezar a pensar en descontinuar la producción.

La base del cuello le picaba, le había estado picando durante un rato. El hombre era propenso a tener sarpullido cuando estaba cansado. Probablemente para la noche, un sarpullido rojizo se le habría esparcido por todo el cuerpo. Demasiadas cosas desagradables estaban ocurriendo hoy. Suspiró de nuevo. La lechuga en su mano se sintió pesada.

Un pitido salió del bolsillo de su pecho. La pantalla del teléfono móvil en su tarjeta ID se iluminó, y apareció el rostro de una mujer joven.

Saludos del Sistema de Información Municipal. Es la notificación de los resultados del Examen Infantil para el que se registró. Para confirmar su cuenta, por favor introduzca su número de Ciudadano... ―Antes incluso de que la mujer hubiera terminado de hablar, el hombre empezó a teclear su número. Hoy era el día del Examen de su hija de dos años. Era una niña adorable e inteligente. Nunca se había atrevido a decirlo en voz alta, pero albergaba secretamente la expectativa que ella podría ser reconocida como de rango superior.

―Gracias. Hemos confirmado su huella digital y número de registro. Su información es la siguiente... ―Apareció el nombre de su hija, seguido por un conjunto de cifras detalladas. Peso, altura, tamaño de pecho, estado de salud, estado nutricional, fase de desarrollo, valoración de distintas habilidades... todas con calificaciones promedio de A hasta C. Ella no era demasiado retrasada, ni sobresalientemente inteligente, a eso se resumía. El hombre miró la pantalla por un momento, y devolvió su tarjeta a su bolsillo. Pensó en la sonrisa de su hija.

Oh, bueno.

El hombre se habló a si mismo, y sonrió a la cabeza de lechuga en su mano. Talentosa o no, su hija seguía siendo su hija. Él la quería y adoraba; y eso era suficiente.

Repentinamente, una idea se desató en su mente. Tal vez, ¿Se había quedado atascado en la idea de lo mejor, la mayor perfección? Era verdad – no había nada de que quejarse sobre esa lechuga, pero tal vez la perfección también era la ruina. Si esas cabezas de lechuga, idénticas y perfectas eran apiladas fila tras fila, los consumidores no se sentirían inclinados a comprarlas. ¿Qué tal si la perfección realmente estaba apartando a los consumidores?

Un robot de limpieza se aproximaba. Una cabeza redonda sobre un cuerpo metálico, y dos brazos extendidos para agarrar la basura y arrojarla dentro del contenedor de basura localizado a mitad de su cuerpo. Sí, esa lechuga era como ese robot: Estaba limpia y en buen estado, pero era demasiado artificial. Los vegetales que los consumidores querían eran más únicos, más naturales... La lechuga rodó de su mano. El hombre rápidamente se inclinó para levantarla, y frunció el ceño.

No.6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora