De Terror Insondable

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El flujo de las aguas residuales era más rápido y profundo de lo que Shion había esperado. Objetos inidentificables flotaban frente a su rostro; en una ocasión, algo se enganchó en sus goggles y le bloqueó la visión. Percibió un olor como ningún otro que hubiera olido antes, en medio del abrumador olor a podrido había una mezcla de esencias enfermizamente dulces y olores crudos que resquemaban su nariz. En esa turbieza marrón, apenas podía seguir a Nezumi, que nadaba frente a él. Y sobre todo, era difícil respirar. Su corazón golpeteaba, y su pecho presionaba dolorosamente.

Nezumi se desvió a un lado y señaló una manija pegada al muro. Shion extendió el brazo y lo sujetó; juntos, le dieron vuelta y lo empujaron con todas sus fuerzas. Se abrió una entrada circular.

No podía respirar. Estaba al límite. Su conciencia se estaba desvaneciendo. Un instante después, fue absorbido por el agujero. Fue arrastrado, empujado hacia arriba, y arrojado a la tierra seca. Su cuerpo se estrelló en el suelo y pudo sentir el impacto como un hormigueo hasta los dedos de los pies, pero ya no sentía como si tuviera un trapo mojado sobre el rostro, podía respirar. Sintió un momentáneo alivio, que fue superado por un ataque de tos. Sentía náuseas, y su boca se sentía pegajosa. Shion se arrancó los goggles y cerró los ojos. Durante varios momentos, no pudo moverse.

—Es muy temprano para una siesta, —bromeó Nezumi, pero también su respiración era trabajosa. Shion abrió los ojos y vio una desnuda superficie de concreto.

—¿Dónde estamos?

—En las tuberías de agua residual. Artefactos del siglo 20. Tal vez no artefactos, ya que aún se utilizan. —Nezumi sacudió vigorosamente la cabeza de un lado a otro. Gotas de agua caían de su cabello. —Cuando el nivel de agua sobrepasa su capacidad abren la puerta trasera para descargar hacia aquí las tuberías.

—¿Liberan aquí las aguas residuales? ¿Sin filtrarlas?

Sip. Tu amada Ciudad tiende a hacer eso algunas veces.

—¿A dónde va?

— Al Bloque Oeste.

—Entonces liberan agua sucia- ¿Cómo pueden... —Shion no tenía palabras.

Nezumi se levantó.

—Para él el Bloque Oeste no es parte de la ciudad. Está en las márgenes. Probablemente él sólo ve este lugar como una especie de vertedero de basura.

—¿Él?

Nezumi estaba inmóvil, frente a él sin parpadear. Al límite de su vista estaba el desagüe de agua residual del que habían salido; el agua aún goteaba en delgados arroyos sobre el concreto.

—Vamos. —Nezumi se inclinó a recoger al ratón que corría alrededor de sus pies, y se dio la vuelta hacia Shion; éste se levantó precipitadamente, aún se sentía con náuseas, pero le quedaba algo de fuerza en las piernas para levantarse. Aún tengo suficiente fuerza, va a durarme; estaré bien. Shion se alentó a sí mismo. En el hombro de Nezumi, el ratón que había sido su guía chipeó amigablemente.

—¡Ah! —Shion se tocó el cuello y sintió algo vagamente raro, en la base del cuello había una parte que sentía entumecida. Shion tocó el área con los dedos, le había crecido una ampolla del tamaño de un chícharo, y le picaba. Se rascó ligeramente. Un viento frío lo atravesó hasta lo más hondo de su cuerpo. Shion podía sentir cómo se contraía su corazón.

Ese gesto– rascarse el cuello– había visto a alguien hacerlo antes.

Ese gesto– rascarse el cuello– había visto a alguien hacerlo antes

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