Abandona la lucha de forma imparcial

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Hijo de Laertes, de linaje divino, Odiseo rico en ardides, contente, abandona la lucha de forma imparcial, no sea que el Cronida se irrite contigo, el que ve a lo
ancho, Zeus.

-Homero, La odisea

La puerta del elevador estaba abierta sólo por una ranura y Nezumi enganchó la mano en ella.

Dame fuerza, por favor. Rezó, pero no a Dios, le rezó a la chica de mirada obstinada. Safu, danos fuerza, un poco más, sólo un poco más de fuerza…

La puerta se abrió, pero no suficiente, aún no podían escapar. Nezumi escuchó una respiración trabajosa tras él.

—Shion…

Shion se estaba poniendo de pie, estiró las manos en silencio y aferró la puerta con los dedos. Se miraron el uno al otro. Tsukiyo asomó la cabeza de entre los
pliegues de superfibra y chilló una vez en alto.

¡Chip!

Nezumi y Shion lo tomaron como la señal para jalar la puerta con toda su fuerza, la abertura se ensanchó lo suficiente para que una persona pudiera atravesarla
con algo de esfuerzo.

El elevador se ladeó bruscamente y sus pies se tambalearon inseguros.

—Deprisa, ¡Sal! —Nezumi empujó a Shion para que saliera antes de apretujarse para atravesar la abertura. El elevador lanzó un chirrido irritante, que se convirtió en un estruendo y se precipitó a toda velocidad hacia abajo como si hubiera estado esperando que los dos escaparan antes de desplomarse.

Nezumi cerró los ojos durante un momento. Tienes mi gratitud, Safu. El sudor le escurría por las mejillas, la herida en su pierna punzaba, su corazón palpitaba contra los músculos del pecho.

Estaba sufriendo.

Su fuerza mental y física se estaba reduciendo, derrumbando, casi desaparecía por completo. Estaba sufriendo, aunque; este dolor, esta punzada, este ritmo cardiaco
era nada menos que una prueba de que estaba vivo, aún estaba vivo. Aún vivo.

Abrió los ojos y se fijó en los alrededores.

Vio esquirlas de cristal dispersas por todos lados y un corredor mojado, dos hombres muertos: el soldado de cabello negro y Rashi estaban igual a como los habían
dejado Nezumi y Shion.

Uno estaba tirado en el corredor, cubierto de sangre y el otro estaba desplomado cerca de la pared. Las barreras habían desaparecido, igual que los rociadores y no había sombra o presencia humana.

Ninguna, sólo se podía oír la respiración de Nezumi y Shion, casi demasiado ruidosa.

Boom. Algo explotó; se dio la vuelta y vio humo saliendo de una habitación al final del corredor, era el cuarto en el que habían caído después de destruir el conducto de ventilación. Inmediatamente unas llamas lamieron la puerta entreabierta.

Estaba ardiendo.

Un sonido similar al de una explosión los alcanzó desde el piso inferior, pudieron escuchar el alboroto y a la gente gritando.
El sistema de la computadora de cada piso estaba ejecutando el mismo programa de explotar e incendiarse. Como sujetos leales, todos los dispositivos dentro
del Correccional estaban imitando a la computadora madre.

No.6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora