Aquéllos que prosperan

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Entonces debería hablar de los dos primeros Espíritus de la existencia, de los cuales el Sagrado habla al Malvado: ni nuestras decisiones ni palabras o actos, ni nuestros yo internos ni nuestras almas están de acuerdo.

-Boyce Mary. De la Mitología Persa.



El bebé empezó a llorar; acostado encima de una manta tristemente agujereada, se sacudía violentamente, levantando tanto la voz, que resonaba en el techo.

Caray, ya me harte de ti.

Inukashi chasqueó la lengua y regresó a la bolsa, las monedas que estaba contando. Eran sus ganancias del día, y era una suma considerable.
Había pasado una noche desde la Cacería, y el Bloque Oeste seguía en la agonía de la confusión y la angustia. Nadie sabía cuantos habían sido asesinados, secuestrados o habían escapado, y nadie tenía la energía o los medios para averiguarlo.

Esa mañana, temprano, Inukashi se había llevado un perro al mercado; para ser exactos, lo que había sido el mercado- el trozo de terreno dónde había estado hasta ayer.

La mayoría de los edificios- aunque era dudoso que esos caserones merecieran siquiera tal nombre- habían sido destruidos, y estaban reducidos a escombros.

Comparada con las anteriores, esta Cacería había sido particularmente grande y demoledora. No, eso era quedarse corto, aunque antes habían destruido casas, incluso derribándolas completamente para poder capturar a la gente, nunca habían tenido la inclinación por una destrucción como esta. Si Inukashi pudiera tener una vista panorámica desde el cielo, probablemente vería una escena extraña- un cráter en medio del mercado, con un círculo de escombros bordeándolo.

El mercado había estado lleno de un bullicio estridente pero animado, conformado de caserones de piedra de cuestionable naturaleza, con prostitutas, rateros, niños hambrientos, viejos mendigos, cucarachas y ratas merodeando por todos lados; pero en unos cuantos minutos, todo eso se habían desvanecido.

Es alucinante.

Inukashi se detuvo sobre las ruinas y suspiró, no era un suspiro de desesperación. Ya no era tan inocente para sentir angustia ante la catástrofe, más bien, sentía asombro.

Esto muestra hasta que punto van a llegar.

La gente del Bloque Oeste no eran enemigos, ni se habían rebelado, simplemente se habían reunido allí, sin poder ni armas. ¿Qué razón tenían para ser aplastados hasta este extremo? 

En vez de sentir angustia o ira, simplemente sentía asombro. Este poder destructivo, esta terrible brutalidad; le impresionaba. Se agachó para recoger un pedazo de escombro a sus pies; aunque estaba muy desmoronado, no tenía marcas de quemaduras. Así que No. 6 no había usado armas de fuego en esta Cacería; normalmente usaban armas antiguas de alto calibre como cañones o granadas, a veces simplemente quemaban todo hasta los cimientos con lanzallamas.

Inukashi torció la nariz. Incluso con sus sentidos olfatorios, no podía oler el distintivo aroma de las armas de fuego, sólo le llegó el abrumador hedor de los cadáveres. Un arma inodora, que no dejaría nada tras la destrucción.

¿Ondas acústicas de choque?

Intentó decirlo en voz alta. Recordaba haber oído a Nezumi mencionarlas: habían estado hablando de ballenas; no recordaba por qué habían empezado a hablar de ellas, Inukashi nunca había tocado o visto antes una ballena, ni siquiera sabía cómo era el océano. El mundo que Inukashi conocía se limitaba al hotel en ruinas y sus alrededores. Hasta donde podía recordar, siempre había vivido dentro de esos límites; nunca había pensado en viajar fuera del Bloque Oeste; le satisfacía su pedazo de mundo, con las ruinas, sus perros y el mercado en el centro, no tenía intención de ir a ningún lado. Pero Nezumi era un viajero, era del tipo que aparece y desaparece a su antojo, nunca se asentaría en un solo sitio. Inukashi no confiaba en los viajeros, y no quería tener nada que ver con ellos si podía evitarlo; pero le atrajeron los cuentos sobre el mundo, que salían de su boca. Eran historias de mundos que nunca había visto y que probablemente nunca vería; el océano era uno de ellos: una amplia extensión azul rebosante de agua salada, y los enormes animales que vivían allí- el corazón de Inukashi se aceleró por la emoción de simplemente escuchar sobre ellos.

No.6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora