El último abrazo

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Sí,

aquí voy a establecer mi eternal permanencia a sacudir del yugo de las estrellas enemigas este cuerpo cansado de vivir ¡Echad la postrer mirada, ojos míos! ¡Brazos, estrechad la vez última!



-Shakespeare, William. Romeo y Julieta. Acto V, Escena III






Una luz blanca hirió sus ojos.
Era una luz cegadora.
La luz era muy intensa.
El lugar estaba inundado de luz y relucía.
Era indudable... era el mundo de No. 6.

Sí, No. 6 siempre había sido así: tan rebosante de luz que la reflejaba. He regresado, Shion apretó el puño con fuerza, luego le dieron una palmada en la espalda.

-Inhala profundamente, -dijo Nezumi. -Exhala y libérate de todas tus emociones, una fracción de segundo de vacilación o emoción puede costarte la vida, mantén la cabeza fría.

-Entendido, tú también: sígueme y no te quedes atrás. - Repentinamente sintió en el pecho la cosquilleante urgencia de reír.

-¿Qué? - Nezumi echó para atrás la barbilla. -¿Por qué sonríes?

-No... sólo estaba pensando lo grandioso que se siente decirte "sígueme", antes era a mí a quien siempre le decían eso.

-...Sabes, Shion, eres... -Nezumi cerró la boca a media frase y sacudió la cabeza.

La puerta se abrió por completo y la luz los cubrió frontalmente.

-Vamos, Nezumi. -Shion relajó el puño y se introdujo en la luz blanca.

¿Sonrió? Nezumi sacudió la cabeza y se mordió el labio. Se sentía sofocado, sólo un poquito. ¿Cómo puede sonreír en un momento así? Y de todo corazón, como si estuviera realmente feliz. Y no era bravuconería, no era una sonrisa falsa; en un momento entrarían al Correccional y aun así Shion había sonreído, había sido capaz de sonreír.

Sólo estaba pensando lo grandioso que se siente decirte "sígueme".

¿Qué demonios? ¿Qué, somos un par de estudiantes platicando ociosamente y riéndonos en camino a casa, después de la escuela? ¿Por qué? ¿Por qué parece que no estés para nada nervioso? ¿No entiendes en qué clase de situación estás ahora mismo?

Podría lanzarle todos los insultos que quisiera, pero, murmuró Nezumi entre dientes, pero aun así es asombroso. No podía evitarlo, su sentimiento de sobrecogimiento era más fuerte que su deseo de insultar al chico.

Yo no puedo sonreír así, mostrar una risa inocente y despreocupada; simplemente no sucederá conmigo, ahora mismo estamos a punto de pisar una zona peligrosa que bien podría ser un campo minado, no puedo gastar energía en reír.

No estaba asustado, no iba a acobardarse, pero estaba tenso, esa postura lo preparaba para la batalla: necesitaba ese cambio en mente y cuerpo para poder apartarse de la trayectoria del ataque de un enemigo; así podría voltear y clavarle los colmillos en la garganta. Shion no tenía nada de eso, ni siquiera tenía la mentalidad de pelear.

Nezumi se había sentido frustrado ante él numerosas veces. ¿Dónde dejaste tus colmillos y garras?

Pensaba e incluso había abofeteado a Shion de pura frustración.

Había pensado que Shion era frágil, era muchísimo más débil, mucho más frágil que Nezumi; como un polluelo recién nacido, estaba indefenso e impotente... no tenía ni una simple aptitud para sobrevivir en esta dura realidad, pero eso no significaba que Nezumi desdeñara o menospreciara a Shion.
Por el contrario, había sentido que necesitaba protegerlo, si no lo protegía con toda su fuerza, Shion no podría sobrevivir, sería aplastado. Nezumi lo había creído una vez de todo corazón.

No.6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora