Abandonad toda esperanza

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Por mí se va a la ciudad del llanto: 

Por mí se va al eterno dolor; Por mí se va hacia la raza condenada: La justicia animó a mi sublime arquitecto; Me hizo la divina potestad, La suprema sabiduría y el primer amor. Antes que yo no hubo nada creado, a excepción de lo eterno, y yo duro eternamente. ¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza!  


-Dante, La Divina Comedia Vol. 1: Infierno, Canto tercero





Empezó repentinamente, nadie hubiera sido capaz de predecirlo.
Empezó repentinamente y fue contra la multitud que se había reunido en la plaza, empezó como cuando el gas hace erupción después de estar comprimido bajo tierra durante un largo tiempo.


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El viento soplaba frío y cortante contra la piel, pero el sol brillaba, el cielo estaba claro y teñido de un brillante azul, apropiado para las festividades. Los corazones de la gente estaban radiantes, todos agitaban banderas y halagaban a la Ciudad Sagrada.

—Nuestra distinguida No. 6.

La plaza frente al Ayuntamiento, donde se llevaría a cabo la ceremonia, estaba abarrotada de gente.

—Hace calor. —se quejó una mujer entre la sofocante multitud, era una mujer joven y esbelta.             —Siento como si me fuera a asfixiar, hay demasiada gente. 

—Es verdad, —la amiga a su lado coincidió con ella, era baja con cabello negro. Suspiró mientras se limpiaba el sudor de la nariz. —¿No es horrible? ¿Haysiquiera espacio para caminar? Que desagradable es sudar en invierno, me siento toda pegajosa.

—Cierto, no puedo creerlo, nos arreglamos por nada.

—Lo sé.

Ambas tenían muy poca experiencia en sudar, siempre habían vivido en lugares donde la temperatura y humedad estaban ajustadas para máxima comodidad, no podían soportar el sudor que escurría por sus brazos y les bajaba por las espaldas. 

Encontraban extremadamente desagradable el calor de la tambaleante multitud.

La mujer de cabello negro hizo un mohín con sus labios pintados.

—Mi supervisor dijo que era imperioso participar en la ceremonia, si no venía me retendrían el salario.

—A mí también, ordenes del jefe. Dijo que era obligatorio que me presentara. Si no lo fuera, definitivamente no estaría aquí. 

No.6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora