Capítulo 32.

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Todo volvía a estar mal, regresaba el infierno a mí. Las ganas de hacerme daño, regresaban, aquellos pensamientos atormentosos me decían de nuevo: Hola. Aquellos demonios volvían a joder mi mente. De nuevo estaba cayendo y nadie se daba cuenta.

¿Qué fue lo que hizo darle una oportunidad al chico que me lastimó? Es fácil. Quería ser feliz, quería sonreír, pero sonreír de verdad. No solo por fingir estar bien.

Me habían utilizado, tratado como un juegue. Otra vez me decepcionaban, creo que eso ya era costumbre.

Esa misma noche parecía como si hubiera estado en el mismísimo infierno. Quería un abrazo de alguien, quería a alguien que me dijera "tranquila, todo va a estar bien. Aquí estoy contigo". Pero para mi desgracia no tenía a nadie, no tenía amigos, mis mejores amigos los había perdido, solo estaba mi almohada. Escuché gritos en la habitación de mi mamá, una vez más estaba discutiendo con Víctor. Tapé mis oídos, ya no quería saber nada más. Tomé mi almohada y la puse sobre mi rostro. Grité y grité hasta quedarme sin voz, quería que todo se acabará de una buena vez. Noté que ya pasaba de la media noche así que me levanté del suelo lentamente y me dormí. Me gustaba dormir, así podía salir de la realidad, por unas horas todo esta bien, no había problemas, solo es paz.

Al día siguiente no tuve fuerzas para levantarme, no quería saber de nadie, no quería saber de Mouque. Todo el día estuve en mi cama, solo había tomado una ducha larga. No quería volver al instituto por un tiempo, quería alejarme de todos. De todas formas nadie notaría mi ausencia en clases, nadie me notaría en casa. Todos estaban bien sin mí. El jueves no tenía pensando asistir a clases, eso de no volver por un tiempo iba en serio. Pero mi madre me levantó, nunca creí que eso pasaría pero así fue. Tuve que levantarme, use la primera ropa que encontré en mi armario, y me hice un moño mal hecho. Noté que tenía unas grandes ojeras, pero no importaba, ya nada importaba. Tomé mi suerter y mi mochila para ir rumbo al instituto. Antes de salir mi mamá me llamó:

- ____, espera. Iré a recoger unas cosas cerca de tu instituto, te dejaré de pasada. - dijo mientras le daba un sorbo a su café y leía el periódico.
- Bien. - conteste. Ella tomó su bolsa y salió conmigo rumbo al coche.

El camino era silencioso hasta que mi madre habló.

- ¿Estás bien? - preguntó.
- Sí. - mentí.
- Se que la mayoría de las veces no estoy en casa, que no convivo contigo, pero puedes decirme que te pasa. - ¿mi madre preocupándose por mí? ¿El día me estaba sonriendo?
- Sólo... Sólo... Discutí con Bryan, nada importante. - dije susurrando sólo para que ella escuchará.
- Ya decía yo, ese chico no era para tí. - dijo haciendo un ademán. - Ahí tienes a Alexander, debes de ir a visitarlo. - Alex se había ido a un apartamento, ya que quería vivir solo. - Dale una otra oportunidad a Alex, tenían una bonita relación. - no dije nada, solo fije mi vista al instituto que ya nos quedaba cerca.

Al llegar me quise despedir de mi mamá, pero su celular sonó y ella lo atendió. Salí del coche, faltaban cinco minutos para el timbre. Todos me señalaban y reían, otros susurraban cosas, no le di importancia y fui a los casilleros. Pude ver a Mario, traía unos golpes en su rostro, me asusté, así que le iba a hablar para pedirle disculpas y preguntarle que le había pasado, pero él en cuánto me vio se alejó de mí. Suspiré y regrese a mi casillero. Escuche chiflidos y gritos, volteé a ver y noté a Bryan, iba entrando con una chica, los dos iban tomados de la mano, la chica llevaba un gran escote y una falda demasiado corta. Bryan cuando me vio frunció el ceño y apartó la vista de mí, los chicos iban detrás de él, en cuanto los vi ellos negaron con la cabeza y siguieron su camino. Ahí fue donde todo murió dentro de mí. Todo estaba muy claro, él y yo, ya no eramos nada, la apuesta era cierta, todo era cierto. Tomé mi mochila, cerré mi casillero y corrí a los baños, estando ahí me encerré en uno de ellos, saqué una navaja que traía en un libro, levante mis mangas y empecé a pasar la pequeña navaja en mis brazos, mientras más sollozos salían de mí.

Ya no soportaba más, todo estaba hecho, ya no había razón para estar en este mundo, mi madre no me podía atención, Bryan nunca me amó, perdí a mis mejores amigos, mi hermana me odiaba, simplemente todo estaba perdido.

¿Qué iba a hacer? Tal vez, sólo tal vez, suicidarme de una buena vez.

Una vez leí que llega el momento en el que tus demonios te piden un infierno más grande. Los míos eso estaban haciendo.

* * * * * * * * * *

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Ya casi se llega el final, pero también el cumple de Bryan y Alan :')

Las amo :3

Mi Twitter: @Iseela_Castillo

¡Paz!

La Chica de las Pulseras Negras. | Bryan Mouque |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora