Capítulo 38.

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Días después salí del aquel asqueroso hospital. Al llegar a mi casa no veía más que a gente hipócrita, a excepción de Alonso y Mario.

Todos actuaban como si en verdad les importaba, eso me molestaba mucho, cuando más los necesite nadie me hizo caso, todos me daban la espalda.

Entré a casa, mamá no paraba de hablar, subí a mi habitación y me encerré. Puse música a un volumen al que solo yo podía escuchar y después me dormí. Definitivamente mi cama era más cómoda que la camilla del hospital.

- ____... Despierta... Vamos, linda. - alguien me movía suavemente. Abrí un ojo y vi a Beto. Sonreí.
- Hola, - saludé tallando mis ojos. - ¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste? -
- Tu mamá abrió con la llave, vine a ver como estabas y de paso para darte de comer. - rió.

Mario me obligó a comer, literalmente. Estuve con él toda la tarde, hasta que se hizo de noche y él se tuvo que ir.

Había mencionado que me vida iba a cambiar, no sabía si para bien o para mal; hasta que al pasar de los días lo supe. Mi vida cambió para mal, o eso creían todos. Todos los días estaba molesta, deje de ir al instituto; todos sabían del intento de suicidio, si regresaba sería la comidilla de todos. Mi mamá trataba de siempre estar en casa, sólo me levantaba para ducharme y luego volvía a la cama, casi no comía nada. Aveces se llevaban el plato tal y como me lo dejaban. Tenía ojeras y mi piel estaba más pálida que una hoja de papel.

Bryan había intentado ir a visitarme, pero le prohibí a mamá dejarlo pasar. De vez en cuando venían Jos y Freddy acompañados de Alonso. Los tres querían hacerme reír, pero era inútil, sólo miraba a un punto fijo y los ignoraba. Mario siempre me decía que debía salir adelante, debía levantarme y mostrarle al mundo que era fuerte. Pero había tratado de suicidarme, eso desmotraba que no era fuerte, ¿querían más señales?

Un día como cualquier otro me encontraba viendo hacía mi ventana, tocaron mi puerta, era mamá.

- ____, cariño. - dijo al abrir la puerta. - ¿Nos acompañarías a comer? - pidió. Negué. - Por favor, cariño. Debemos hablar contigo, es algo muy importante. Es lo único que te pido. - rogó. Suspiré regresando mi vista a la ventana.
- ¿Es lo único que me pedirás? - pregunté. Asintió rápidamente. - Esta bien. -

Amarré mi cabello en una coleta alta, me puse una chamarra gris y baje en compañía de mi mamá. Fui al comedor y vi a Víctor y a Kim ahí. No dije nada, sólo me senté en una silla lejos de todos.

- ____. Toda la familia esta atravesando por algo muy difícil. Lo que hiciste estuvo muy mal, no te queremos perder. Necesitas ayuda, mi amor. - dijo mi mamá viéndome preocupada. Negué rápidamente. - Irás a una institución para que te ayuden, ahí hay psicólogos muy buenos que te van a ayudar. - dijo acercándose a mí.
- ¡¿Psicólogo?! Yo no estoy loca. - grité levantándome rápidamente.
- Tranquila, ____. - me tomó de los hombros mi madre.
- Suéltame, yo no estoy loca. ¡No iré a esa estúpida institución! - al decir esto, salí corriendo a mi habitación.

Yo no estoy loca, pensaba mientras me acomodaba en mi cama.

Alrededor de tres días después alguien fue a nuestra casa, yo seguía en cama, como todos los días. Era una señora, no era tan grande, algunos treinta años como máximo. Mamá estaba con ella en la entrada de mi habitación.

- ____, ella es Camila, es una psicóloga. No quisiste ir a una fundación, así que la fundación vino a tí. - las dos pasaron.
- ¡YO NO ESTOY LOCA! ¡ENTIENDE! ¡DÉJAME SOLA! ¡VÁYANSE! - grité.
- La gente que es atendida por un psicólogo no significa que sea loca. - dijo la psicóloga.
- Como sea, - rodé los ojos, - no quiero hablar con nadie.
- Es necesario, ____. No puedes estar así por el resto de tu vida. - agregó mi mamá.
- Esperó que mi vida se acabe pronto. - balbuceé.
- Déjeme con ella, - pidió Camila.
- ¿Segura? - preguntó mamá preocupada.
- Sí, así ella se sentirá más cómoda al hablar conmigo, - escuché decir. Hice una mueca, me acosté y me cubrí con las sábanas hasta mi cabeza.
- Ahora, ____. No me presente como se debe. Soy Camila, trabajo como psicóloga, estoy aquí para ayudarte. - escuché como arrastraba la silla de mi escritorio para sentarse, supongo. - ¿Cómo estás? - preguntó. ¿Enserio me preguntaba como estaba? ¿Qué quería que respondiera? Ah, bueno. Hace aproximadamente dos semanas me sentía del asco, tengo problemas hasta la coronilla, el chico que supuestamente me amaba solo jugó conmigo, mi familia no me hacía caso, en la escuela solo me molestaban, así que decidí suicidarme, pero Mario que es mi mejor amigo, me rescató y me llevó al hospital en donde me recuperé y ahora estoy aquí; fuera de eso estoy bien. ¿Usted como esta? - Claro que no, esa respuesta sería estúpida al igual que su pregunta. - Bueno, me contaron un poco de tí, se que estabas harta de tu situación, tenías o bueno, tienes muchos problemas. Pero me mencionaron a alguien que es muy importante para tí, al parecer se llama... ¿Bryan? - abrí los ojos sorprendida. Quité las cobijas que me cubrían y la miré fijamente. - ¿Algún problema con él? -
- Muchos. - susurré.

* * * *

Hi *-*

Perdón por no actualizar antes, es que yo sigo de vacaciones y la flojera la traigo al mil Xde

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Ya somos más de 10K de leídas, gracias :')

Me gustas tú sin maquillaje... 🎶 Ando súper entrada con esa canción :o

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Pronto subiré un musical, I promise 7u7

Las amo /u\

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¡Paz!

La Chica de las Pulseras Negras. | Bryan Mouque |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora