Capítulo 44

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Penúltimo capítulo

Pasaron... ¿cuánto? ¿2 días? Y nosotros ya nos íbamos de Londres. Nuestro vuelo emprendía su viaje por la mañana y yo ya tenía mis maletas listas desde la nohe anterior. Hank no dio ninguna señal de vida, ni si quiera para demostrar que estaba enojado (si es que lo estaba), simplemente no volvió a ser nombrado.

Esa mañana decidimos irnos en taxi hasta el aeropuerto ya que no soporto las despedidas y con suerte aguanté la de hoy en la mañana. No tuvimos que esperar mucho a que nos llamaran para abordar, así que al subir nos instalamos en nuestros asientos sin ningún problema... o tal vez si... ¿mi nerviosismo cuenta como un problema?. Mis manos sudaban al apretar uno de los folletos que te entregan de vez en cuando y no dejaba de ver hacia el asiento de al frente.

- ¿Estás bien?.- me preguntó divertido.

- No y no es gracioso.- le reprendí.

- No tienes porqué preocuparte Andrea.- me quitó el papel y lo quedó mirando con una sonrisa.- Y el papel no tiene la culpa tampoco.

- Si quieres puedo hacer lo mismo que hice con el papel pero con tu mano.- le sonreí falsamente.

- Amaneciste agresiva hoy.- aún me miraba divertido. No era divertido, estaba volviendo a Nueva York con él ¡para vivir con él!

- Ya cállate...

- Oye.- tomó mi mano y la acarició con su dedo pulgar.- No va a suceder nada malo, te lo prometo.

- Lo sé, lo sé.

- Ya sé que te va a calmar.- se levantó de su asiento para agarrar el bolso de mano que había guardado arriba de los asientos y de éste sacó dos paquetes de ositos de gomitas.- ¿Quieres uno?

- ¡Oh sí, por favor!.- me encantaban los ositos de gomita, en especial porque son tan adorables y es divertido jugar con ellos. Tom me pasó uno de los paquetes y luego el abrió los suyos; parecíamos dos niños pequeños.

El vuelo duró un poco más de 6 horas por complicaciones del clima que no permitían aterrizar de manera correcta, pero al menos no sucedió nada y logramos llegar a tierra. Apenas fuimos a buscar nuestras maletas y las pasamos por seguridad, mi querido y adorable chofer nos estaba esperando para poder llevarnos a nuestra casa.

- ¡John!.- corrí a abrazarlo, lo había extrañado tanto.

- A mi también me alegra volver a verla señorita... ¿Hiddleston o Castille?.- titubeó.

- Castille.- le sonreí y el asintió.

- ¿La ayudo con su equipaje?

- Sí, gracias.- le entregué una de las maletas y yo me quedé con la otra y el bolso de mano.

- Hola John.- lo saludó Tom, ya que por lo visto estaba más feliz de verme a mi que a él.

- Señor Hiddleston ¿cómo estuvo el vuelo?

- Fantástico.- le guiñó un ojo y John se rió por lo bajo.

Salimos del aeropuerto para ir al estacionamiento donde John tenía el auto. Me sentía feliz de haber vuelto pero a la vez como una verdadera extraña, todo me parecía tan raro y me fue inevitable volver a recordar muchas cosas que sucedieron en esta ciudad y que no tuvieron un final muy feliz que digamos.
Tom se sentó en el lugar del copiloto para ir conversando con John y yo por supuesto me quedé atrás mirando por la ventana recordando cada rincón que pasaba frente a mis ojos. No podía escuchar de lo que estaban hablando ya que la ventanilla la tenían cerrada; literalmente me habían aislado.

Llegamos frente al edificio y John nos ayudó a bajar el equipaje, pero nosotros lo subimos sin problema, no queríamos seguir exigiéndole más al pobre de John. Al colocar mis pies sobre la acera sentí un pequeño escalofrío recorrer mi espalda, era como un dejavú o algo parecido, pero logró colocar mis pelos de punta.
Entramos al edificio y me di cuenta que habían cambiado al conserje, después de todo el tiempo pasó y fueron casi 7 meses desde que me fui.
Subimos en ascensor hasta el departamento y Tom sacó las llaves para poder abrir la puerta; todo estaba intacto en aquel lugar y eso me afectó más de lo que esperaba. Dejé mis maletas en la sala de estar y comencé a recorrer el lugar con nostalgia, intentando impregnarme de su aroma y apariencia acogedora, pero mi sensación de satisfacción de haber vuelto a mi verdadero hogar se acabó cuando llegué hasta la puerta de una habitación que estaba cerrada.

Obligada a tu amor (Tom Hiddleston)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora