"Capítulo 4: El viaje..."

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Es verdad, había olvidado por completo que seguía el gran premio de las Américas dentro de dos semanas en Austin, Texas, una fanática como yo no debía olvidar esa clase de fechas importantes. En más cuando dijeron "mañana" pensé que me llevarían pero no, ellos se fueron primero y yo dos días después, pues Marc debía ir a Brasil antes a promocionar al Estrella Galicia.

Comencé a recibir llamadas de todos los conocidos preguntándome si era verdad todo lo que habían escuchado del programa de Donato Bianco, claro que yo debía mentir que sí, aunque no me gustaba hacerlo pero solo mis padres sabían cómo era la situación que no dirían nada, solo ayudarían, tenía que comenzar a mentir que era la novia de Marc Márquez.

Debía preparar todo para partir porque sería un largo viaje, ese día le pedí a una de mis mejores amigas y compañera que había sido de la universidad que me ayudara con los preparativos y si por favor se quedaba a dormir, me sentía demasiado inquieta y nerviosa que no sabía que poner en la maleta y debía buscar el pasaporte en los cajones ya que nunca lo había usado. Le conté todo lo que había pasado con detalles, en ella podía confiar, le conté la verdad que me miró sorprendida no podía hacer que volviera en sí que comencé a reír por la forma en que había reaccionado. Luego simplemente quería dormir.

-Espero que todo esto resulte bien-murmuré mirando al techo hasta quedar profundamente dormida.

El viaje esperado había llegado, todos fueron a despedirme al aeropuerto pequeño de mi ciudad aunque fuera internacional no parecía la gran cosa, supuestamente alguien me esperaría en la ciudad de Buenos Aires para así subir al avión que nos llevaría a Estados Unidos, la verdad es que sentía miedo y mariposas en el estómago porque era la primera vez que viajaba en un avión solo que trate de no parecer cobarde y para rematarlo no sabía ni un pizca de inglés.

Luego de una dos horas llegue a mi primer destino, vi a un señor que sostenía un cartel con mi nombre de cabello blanco con algunos mechones negros, moreno y ojos color miel, tuve miedo pero no había nadie más allí que fuera por mí, tome mi valija y me dirigí hasta el hombre que me sonrió, lo salude con un movimiento de manos mostrando una sonrisa, él solo asintió para que lo siguiera que yo solo obedecí pero estaba asustada, en aquel momento vi un mensaje de texto en mi celular cuando lo encendí, era del padre de los hermanos describiéndome a la persona que me buscaría, creo que ya había sido un poco tarde para esa información. Miré por los grandes ventanales, allí estaba nuestro próximo avión que con solo pensarlo me daba náuseas y serían más horas que ya me estaba comenzado a cansar antes de subir. Pasé por todas la revisiones de seguridad habidas y por haber en el aeropuerto hasta que pude subir, no podía escuchar música de mi celular que solo miré por la ventanilla mientras el señor canoso y alto se sentaba a mi lado, realmente no me di cuenta cuando cerré los ojos y me dormí.

Mi vida había dado un giro de ciento ochenta grados por un simple encuentro, cambiaría más en el momento en que pise ese nuevo país y ese lujoso hotel, a pesar de que fuera por un año deseaba que fueran más discretos, algo imposible de pedir. Aquel amable hombre se acercó a mí con una sonrisa para decirme que me esperaría ya que debía prepararme para ir a la pista, eso me emocionó bastante de hecho, tome las llaves que me ofrecía y subí al ascensor hasta llegar a mi habitación, era en el quinto piso, cuando entré se podía ver la ciudad, era cálido y era de esperarse porque era primavera. Era una habitación con una gran cama solo para mí que no dude en tirarme y dar unos cuantos giros riendo, tenía sábanas de flores violetas, cortinas del mismo color, incluso había un rico aroma a lavandas, el piso aparentaba ser madera muy clara, brillaba demasiado.

Tome una ducha rápida que no tuve tiempo de admirar el lujoso baño, no podía esperar, busque mi maleta y la puse sobre un sofá blanco que estaba cerca de la ventaba, lo abrí y saque unos jeans, zapatillas blancas y una blusa rosada, debo decir que es uno de mis colores favoritos, cepille mi cabello y lo recogí en una coleta. Baje a toda velocidad o eso intentaba ya que el ascensor no ayudaba mucho pero cuando llegué a la entrada, un auto blanco me esperaba afuera que no parecía tan grande, abrí la puerta del copiloto, en ese momento el señor que cuidaba de mí y viajo conmigo me dijo su nombre, "George" que para mi suerte era bilingüe, realmente lo habían pensado todo.

Habían pasado unos largos, muy largos minutos cuando al fin pudimos llegar a esa grandiosa pista, no podía dejar de tomar fotografías de aquel lugar que no podía esconder mi lado turista combinándolo con el de fanática, era más impresionante que verlo por televisión, seguí nuevamente a George hasta que llegamos a los boxes donde trabajaban con esas grande máquinas de carreras que pesaban más que sus pilotos, todos los mecánicos, jefes e ingenieros iban de un lado a otro que me habían mareado un poco; allí estaba esa grandiosa moto que solo veía por televisión, me acerque para verla más de cerca y tocarla, brillaba como nunca con esos llamativos colores, hasta que vi que él se acercaba con su traje de piloto saludando a todos con un choque de manos y nalgueadas, era común eso entre los pilotos y lo mejor esa sonrisa que me conquistaba cada vez más, era inevitable.

- ¿Te gusta? -me pregunto, solo asentí con un sonrojo de oreja a oreja, creo que superaba al color de la blusa que llevaba en ese momento "¡Maldición, porque no sale mí voz!" pensé que quería esconderme, y por detrás estaba su compañero que siempre se veía serio en pantalla y a veces sonreía, me refería al mismísimo Dani Pedrosa, moriría sin duda lo haría, chicos lindos y carreras, una combinación que no podría soportar.

Love Race (Marc Márquez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora