Mientras pensaba en aquellas peliagudas perpectivas, se le pusieron de punta los pelos de la nuca y le distrajo la sensación de que alguien la miraba. Estaba acostumbrada a ser objeto de miradas inquisitivas en las reuniones de empresas, cuando pronunciaba un discurso o en los bares. Sólo en esa última circunstancia les prestaba atención, por lo general, porque podrían ser el preludio de una noche de placer y diversión en brazos de una bella mujer. Pero esa noche, lo que menos le apetecía era un encuentro fortuito.
El roce con Lily todavía estaba fresco y no tenia ganas de llevar a cabo el interrogatorio de rigor para asegurarse de que la mujer que quisiera ligar con ella compartía sus ideas sobre el sexo sin compromiso. En aquel momento, lo único que quería era cumplir con su obligación, escapar de allí y zambullirse en una bañera con agua caliente un buen rato. Mientras el zumbido de los discursos proseguía, miro discretamente a la concurrencia. Caras igualmente aburridas en el paisaje de las mesas, incluso una que otra descabezaba sueñecito.
Finalmente, se fijó en un rostro que fingía diestramente una vidriosa concentración, como si mereciese la pena escuchar al hombre que hablaba por el micrófono. Reconoció la actitud. <<Le emociona estar aquí tanto como a mí, y lo disimula mejor que la mayoría. ¿En que mierda lista estará?>> Una fracción de segundo después, sus miradas se encontraron.
Taylor se ruborizó. Sabía que la habian sorprendido mirando. La mujer del esmoquin le sostuvo la mirada firmemente durante un largo instante, y su expresión pasó de la aburrida indiferencia y el fastidio a un cierto interés; después dejó de mirar. Taylor tuvo la sensación de haber sido valorada para algo importante y desechada a continuación, porque el esfuerzo no valdría la pena.
<<Bueno, pues a la mierda tú tambien.>> Volvió a mirar al podio y con valentía, retomó una falsa actitud de interés.
Veinte minutos después, ya finalizados los discursos, el baile estaba en pleno apogeo. Un grupo instrumental tocaba una mezcla de música clásica y jazz ligero, muy bien recibida a juzgar por la cantidad de parejas que salieron a la pista. En las mesas ya no quedaba rastro de la cena de los invitados habían consumido con estusiasmo, y habían cambiado los manteles blancos por otros de color rojo.
Taylor dejó plantada a su <<pareja>>
Y se fué a buscar un cóctel recién preparado, porque suponía que se moriría de sed si esperaba a que él se percatara de que tenia la copa de vino vacía.Cumplida la misión, localizó un rincón donde sabía que podría esconderse de la multitud sin perder de vista la fiesta por completo, en caso de que su presencia fuera necesaria.
Se dirigió rápidamente a aquel remanso de paz procurando no cruzar la mirada con nadie que tuviese ganas de charlar. Al dar la vuelta a una esquina, estuvo a punto de precipitarse de cabeza contra la mujer del esmoquin. Se detuvo en seco y murmuró una disculpa, que la otra pasó por alto. La mujer estaba tan absorta que apenas se dió cuenta.
-Ya sé lo que me has dicho, Josh, pero te lo repito. No pienso darle un maldito céntimo. Sí, ya se que lo que esta en juego no es solo mi reputación. -Karlie parpadeó. Casi había pisado a una invitada que se había interpuesto en su camino-. Disculpe, esto es una conversación privada -le dijo con exasperación a la desconocida, a modo de saludo.
Taylor tuvo que hechar la cabeza hacia atrás para mirar a los ojos verdes, fríos y casi negros, de aquella mujer que le sacaba unos cuantos centímetros de altura a su metro setenta y ocho. Fue entonces cuando vió que tenía el móvil pegado al oído y una expresión inequívoca de cólera. Antes, durante los discursos le había parecido una cara muy atractiva, pero, en ese instante, la ferocidad con que la miraba empaño el encanto.
-Un momento, Josh. -Karlie se apartó el teléfono del oído y le clavó una mirada capaz de reducir a bufones
contritos y gimientes hasta a los hombres más maduros-. ¡oiga! ¿Es que no me ha oído? ¡estoy hablando por teléfono y es una conversación privada! -enfatizó la palabra <<privada>> para dejar bien claro el mensaje.Taylor, que se había llevado un susto al chocar contra ella, se recuperó enseguida y levantó la barbilla en respuesta alreto.
-La he oído. Pero esto no es su terraza partícular y no hay necesidad de que se ponga tan estúpida. Si mirase por donde va, seguro que no chocaría con desconocidos y no tendría que hechar la culpa de su torpeza a los demás.
No fué necesario que Taylor levantase la voz para hacerse oír perfectamente. Era experta en cortar a cualquiera de cuajo con el tono y las inflexiones de su voz. Fulminó a la mujer con la mirada y se alejó de allí.
Todavía echaba humo con el incidente cuando vió que su acompañante se dirigía hacia ella. Miró a su alrededor rápidamente y comprobó que no tenía escapatoria. Reprimió un gesto de desagrado al tiempo que se preparaba para lo que tuviera que ser.
Con manos temblorosas, Karlie apagó el móvil y guardó en el bolsillo. No estaba disgustada por las reprimendas que había recibido, tanto del abogado como de la furiosa mujer que acababa de alejarse, sino por habérselas ganado a pulso con su proceder. <<¡Dios!, que follón!>>
Llamó al primer camarero que vio, le pidió un whisky y se concentró en respirar. El camarero volvió más rápido de lo que esperaba y le dio una generosa propina para asegurarse un buen servicio el resto de la velada. Bebiendo a pequeños tragos, observó a la multitud, al tiempo que repasaba mentalmente la lista de las personas que tenía que estrechar la mano antes de marcharse y buscaba a la atractiva mujer que le había proponado el bofetón verbal.
Como si repitiera imágenes de una mala película, recordó su propia grosería y la consternación y la sorpresa de la mujer. Se le encogió el estómago. En una situación normal, no se le habría ocurrido descargar su ira sobre una desconocida inocente, y menos aún tratandose de una mujer tan encantadora.
Avergonzada y consciente de que tenía que enmendar el entuerto, divisó a la víctima a lo lejos y empezó a ensayar una disculpa aceptable.
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Ven A Buscarme - Kaylor
FanfictionQué harías si una mujer irresistiblemente deseable pero absolutamente intocable susurró a usted, si me quieres tendrás que venir a buscarme? Eso es exactamente la situación que Karlie Kloss director general de Klossy, se encuentra en cuanto conoce a...