XXXVII

1.2K 81 2
                                    

Le temblaba la mano al llamar al timbre. Cara y ella habían estado hablando hasta altas horas de la madrugada, y, finalmente, Karlie cayó rendida en la habitación de huéspedes de su amiga. Bebió café y se fué a casa. Se dió un baño caliente y se quedó dormida entre las frescas sábanas. Se despertó revobada y segura del paso que iba a dar.

<<Bueno, no tan segura.>>

Taylor miró por la mirilla porque no esperaba a nadie. <<¿Karlie?>> Abrió enseguida.

-Hola. -<<¿Por qué no se me ocurre nunca otra cosa que decir?>>

Karlie cambió el peso de su cuerpo de un pie al otro.

–Ya sé que no he llamado. Espero no molestarte.

-No, no pasa, por favor. -Taylor abrió la puerta del todo y le franqueó el paso.

-Gracias -dijo Karlie, cruzando el umbral. Se detuvo en medio del vestíbulo y se volvió hacia Taylor-. Yo... -no puedo seguir hablando.

-¡Señorita Kloss! -Tonya apareció en la puerta de la cocina, con su ondulado pelo castaño recogido en una cola de caballo.

-Hola, Tonya, me alegro de volver a verte. -Karlie comprendió que había sido una tontería no llamar antes. Se dirigió de nuevo a Taylor-. Lo siento no sabía que tuvieras compañía. No quiero inmiscuirme en el tiempo que pasan juntas.

-No te inmiscuyes en nada -dijo Taylor, al tiempo que le impedía retroceder levantando una mano-. La verdad es que estabamos hablando de tí ahora mismo. Tonya decía que tenía ganas de hablar contigo otra vez. ¿Te quedas a cenar con nosotras?

-¿A cenar? -Karlie intentaba por todos los medios centrarse en el nuevo curso de los acontecimientos, que la alejaban del objetivo de su visita.

-Sí, ya sabes, la comida de la noche, con un postre poco recomendable al final. -La broma de Taylor hizo reír a Tonya-. Por favor, no nos molestas. Nos encantaría que te quedaras. -Taylor llevó a Karlie hasta la sala-. Acabábamos de empezar en la cocina.

Tras dar unos pasos, Karlie empezo a recuperar su yo normal, aunque estaba como mareada.

-¿También sabes cocinar?

-Tengo muchas virtudes ocultas.

-Me muero por descubrirlas -dijo con voz ronca, mirándola de la cabeza a los pies, demorándose en el pecho. Taylor la miraba fijamente.-Me has oído bien -insistió Karlie, con un brillo peligroso en los ojos-. Vamos. Estoy hambrienta.

La cena fue deliciosa. Tonya y Karlie dominaron la conversación y Taylor estaba encantada de que se entendieran tan bien. La situación habría sido dificil, si Karlie no hubiera respetado el compromiso con Tonya, o si a la niña no le hubiera gustado Karlie. Afortunadamente, no tenía de qué preocuparse.

Después de la cena, Taylor y Karlie recogieron la cocina, mientras Tonya terminaba deberes, cuando la niña ya estaba en la cama, salieron a la terraza con una botella de vino. Se quedaron en silencio, contemplando el océano, con las manos apoyadas en la barandilla. El resplandor de la luna imprimía una suavidad al rostro de Taylor que le arrebataba el sentido a Karlie.

-Taylor. -Karlie acercó la cabeza lentamente a aquellos labios que la hipnotizaban desde hacía semanas. Se detuvo muy poco antes de rozarlos.

-Sí. -A Taylor se le aceleró el flujo sanguíneo y el estómago le dio un vuelco. Tenía los labios de Karlie a un pelo de los suyos. Lo único que tenía que hacer era cerrar el hueco, pero espero a que Karlie tomara la iniciativa.

-Ven. -Karlie la atrajo hacia sí y terminó de correr la distancia hasta sus labios. Esta vez, el beso tenía otro sabor, y a Taylor también se lo pareció, por la forma en que respondió.

Unos segundos después, Taylor se separó para mirarla a los ojos. Era lo único que podía hacer para arrancar la mirada de la boca que acababa de estremecer su mundo.

-¿Qué haces?

-Te beso. Algunas personas también lo llaman juegos preliminares.

-¿Estas segura?

-Completamente -respondió Karlie con firmeza. Siguió besandola unos minutos más, hasta que se separó a fuerza de voluntad. Las frentes se tocaban y las dos intentaban recuperar el aliento-. Sin embargo, por más que me apetezca seguir, tienes una invitada en casa. Más vale que me marche, ahora que todavía estoy a tiempo.

A Taylor no le cabía el corazón en el pecho, al saber que Karlie no podría marcharse, si continuaba. Se había excitado tanto que se le habían humedecido las bragas al pensar en lo que vendría luego, y tuvo que buscar apoyo en Karlie. Tomó una gran bocanada de aire y dijo:

-¡Qué inoportuno! ¡Mierda!

Karlie sonrió y la besó de nuevo. Pero ahora brevemente, porque, si lo prolongaba, no podría parar, tendría que besar hasta el último centímetro de aquella anatomía que la obsesionaba.

-Eso quiere decir que te crees muy buena. -Taylor había echado de menos aquel flirteo sensual y ahora lo disfrutaba de nuevo.

-Te prometo que me comportaré irreprochablemente. -Karlie la cinó por la cintura.

-Lo que más me interesa de ti -dijo Taylor, mirandole los labios vorazmente- No es que te comportes irreprochablemente. -Iniciaron otro beso más largo y profundo. Las manos de Karlie bailaban sensualmente por la espalda de Taylor.

Karlie le cubrió la cara de besos húmedos y calientes, y se detuvo a mordisquear el delicioso lóbulo de la oreja. Taylor gimió de placer y hundió las manos en el pelo de Karlie, cuando le cubrió los pechos con las manos y le besó el cuello. Taylor pronunció su nombre con voz ahogada y se desató la pasión: se estremecía con sus caricias y se le habrían doblado las piernas si no hubiera estado apoyada contra la barandilla. Las desbordantes sensaciones que experimentaba en los brazos de Karlie la dejaban sin respiración. Arqueó la espalda para que sus pechos se amoldaran mejor a las manos de Karlie y gimió suavemente de placer. Se llevo las manos a la espalda y con intención de quitarse la camisa. <<Necesito sentir tus labios en mi>> Los pechos de Taylor en sus manos eran una auténtica gloria y sus dedos pinzaban los ansiosos pezones. <<¡Dios, que maravilla de mujer!>>

Sin saber cómo, volvió a la realidad; sacó las manos de la camiseta de Taylor y le tomó las suyas, impidiendole el movimiento. Al mismo tiempo, dejó de besar la suave piel y levantó la cabeza. La mirada voraz de Karlie le llegó hasta la entrepierna. El clitoris le latía, pidiendo caricias a gritos, y la respiración se le cortaba en la garganta.

Se preguntó si Karlie habría cambiado de opinión.

-No. -Karlie interpretó la mirada de Taylor y la besó dulcemente-. No me desdigo. Al contrario, te deseo tanto que no puedo pensar. Pero tienes una invitada y, cuando haga el amor contigo te quiero toda para mí.

Taylor no sabía que podía llegar a excitarse más de lo que estaba en aquel momento, pero las palabras de Karlie la transportarón a un lugar donde nunca había estado. No podía hablar. Karlie la tomó suavemente de la mano y juntas cruzaron la casa hasta la puerta de la calle. Abrió, dió media vuelta y la besó brevemente en la mejilla, esta vez, cuando dijo buenas noches y cerró la puerta, Taylor supo que volvería.

Ven A Buscarme - KaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora