XXVIII

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Karlie dejó las llaves en el aparador y fue quitandose la ropa a medida que adentraba en la casa. Necesitaba una ducha caliente y un trago fuerte. Optó por combinar aquellas dos necesidades, por lo que, se detuvo en el mueble bar y se sirvió un Chivas en un vaso ancho. Cuando pisó las frías baldosas del cuarto de baño ya estaba desnuda.

Se quedó inmovil bajo un fuerte chorro de agua caliente, que le golpeaba el cuello y la espalda, deseando que la ducha se llevara la melancolía por el desagüe. Después se enjabonó todo el cuerpo y se aclaró. El habitual olor al jabón la confortó. Le entró shampoo en los ojos y el escozor le recordó todavía estaba viva, cerró el grifo mecánicamente y se envolvió en una toalla.

La luz intermitende del contestador automático se reflejaba en el espejo que había sobre el minibar, volvió a llenarse el vaso de, se acercó al escritorio sin hacer ruido y apretó el botón de los mensajes.

Una voz conocida la atrapó por completo.

-Karlie, soy Taylor. ¿Estas en casa? -Unos segundos de silencio-. Siento haberte engañado, pero no lo hice a propósito. Quería decirtelo, pero no encontré el momento oportuno. -Karlie agarró el vaso con las dos manos y miró fijamente el líquido dorado mientras oía hablar a Taylor-. Karlie, no soy un ama de casa ingenua y aburrida que sólo quiere divertirse un poco. -De pronto parecía enfadada-. Soy una mujer con estudios, graduada en derecho por Harvard y licenciada por Princeton. He pensado mucho en esto, creéme; nunca hago nada sin pensarlo en profundidad. Nunca he hecho el amor con una mujer, pero eso no significa que no sea lesbiana. Por Dios, Karlie, alguna vez tiene que ser la primera. Para todo y para todos hay una primera vez.

<<Sí, pero no voy a ser yo. Ya he pasado por eso; ya lo he hecho y aprendí una lección de mucho valor.>>

-Me gustas, Karlie. Me atraes muchísimo. Bueno, eso es evidente.- Taylor soltaba una risita ahí, como si comprendiera lo absurdo de la frase-.
Y, lo que es más importante, te respeto, respeto tus convicciones y tus creencias. Medesafías, cosa que, francamente, muy poca gente puede hacer. Quiero estar más tiempo contigo. Y no me costaría trabajo decir muchas cosas más, soy abogada... Podría defender mi caso horas y horas sin parar, pero no voy a suplicarte. -hubo una larga pausa y Karlie creyó que Taylor había colgado. Su tono terminante la sorprendió de pronto-. Ahora la pelota esta en tu campo, Karlie. No daré un paso más hacia tí, si me quieres tendras que venir a buscarme.

***

La gala anual de recaudación de fondos para el hospital infantil era una de las celebraciones predilectas de Karlie, y solía pujar varias veces en la silenciosa subasta, aunque después devolvía todo lo que compraba al hospital para no quitárselo a los niños.

Había pasado la mayor parte de la velada saludando a antiguas amistades y conocidos del mundo de las finanzas, y por fin se había quedado sola, tomando una copa, cuando Taylor entró en la sala.

Se le encogió el estómago y la cabeza empezó a darle vueltas vertiginosamente.

El recuerdo del sabor, el tacto y la suavidad del cuerpo de Taylor la inundaron al instante. Estaba aún más guapa de lo que recordaba, si eso era posible, y no fue la única que lo advirtió. Mientras Taylor avanzaba con seguridad hacia un grupo de gente, una mujer en concreto la miraba de arriba abajo con naturalidad y se detuvo en el pecho. A pesar de la distancia, Karlie reconoció el apetito; aquella mujer estaba al acechó. El estómago le dió un vuelco y notó un extraño sofoco.

No podía creerse la serie de reacciones físicas que le había provocado aquella aparición. Era un combinado que no había experimentado nunca. Ardíade deseo, pero ardía más de otra cosa.

¿Qué era? ¿Celos? <<¿Tengo celos de otra mujer porque mira a Taylor?>>

Ni siquiera tenía con certeza en qué consistía tener celos, pero sabía que se volvía loca solo de pensar en que otra mujer pudiera tocar a Taylor. Y, lo que era peor, no sabía que hacer.
Tenía que haberle devuelto la llamada. No había borrado el mensaje y, cuando por fin pudo escuccharlo entero, fijandose en las palabras y el tono sin enfurecerse, empezó a comprender la lógica de sus argumentos. ¿No habían sido todas virgenes alguna vez? ¿Y en realidad no era un honor que Taylor hubiera querido compartir su cuerpo con ella, en vez de con cualquier otra mujer?

Ofertas no le faltarían. Quizá ya hubiera dado satisfacción a sus deseos, o a su curiosidad, con otra persona. Dejó de pensar y se quedó mirando hasta el menor movimiento de las manos de Taylor, imaginando que las movía en su cuerpo saciando su anhelo. Se concentró en la boca y volvió a desear con añoranza el roce insitante de aquellos labios sobre los suyos. Habían pasado semanas sin que se hubiera producido el menor contacto entre ellas.

Se preguntó si ya sería tarde; tenía la impresión de que, con cierta clase de mujeres, el encanto no servía de mucho cuando las cosas se habían echado a perder. Taylor había dejado la pelota en su campo y, por lo visto, iba en serio.

Karlie casi esperaba una llamada de seguimiento. Se había imaginado a Taylor intentando convencerla para quedar otra vez. Sin embargo, se había alejado, al menos eso decía algo sobre sus prioridades: era la primera mujer que no se interesaba en ella a causa de si fortuna.

Después de unos minutos de conversación amable, Taylor empezó a darse cuenta que la observaban. Con disimulo dejó de mirar a la mujer con la que hablaba e inmediatamente conectó con unos cálidos ojos verdes que conocía muy bien. <<¡Karlie¡>> sospechaba que podían coincidir en la gala, teniendo en cuenta el compromiso de Karlie con las obras de caridad para la infancia, y se había preparado para ese momento, pero aún así, el estómago empezó a darle vueltas.

Karlie parecía perfectamente dueña de sí, con una bebida en la mano y apoyada en una columna decorada. Con un sentimiento semejante a la desesperación, Taylor se dió cuenta lo mucho que la quería todavía.

<<Que Dios me de fuerzas para no desmoronarme.>>

Había tomado resolución de no acercarse a ella; iba a conservar intacto el poco orgullo que le quedaba. La saludó cortésmente, pero de lejos, con un leve movimiento de cabeza, y a Karlie se le oscurecieron los ojos, aunque su expresión no cambió, Taylor le sostuvo la mirada dolorosamente unos instantes y volvió a integrarse al grupo con el que estaba. Una mujer del grupo trataba de llamarle la atención desde el momento en que apareció. Era una mujer madura y bien conservada. Taylor le dedico una cálida sonrisa.

No volvió a ver a Karlie hasta muy avanzada la velada, cuando una rubía que parecía strip-tease irrumpió en la sala y se detuvo muy cerca de la enigmatica directora general. Cuando Karlie se volvió, la mujer le dijo algo que Taylor no alcanzó a oír y despues la abofeteo sonoramente. La rubia giró sobre sus talones y se marchó en medio de un coro de exclamaciones. Se produjo un destello súbito de fogonazos fotográficos, procedente de los periodistas de sociedad que enseguída se congregaron allí.

Karlie tardó un par de segundos en reaccionar, después le lanzo una mirada furtiva a Taylor y la otra mejilla se le puso tan roja como la que había recibido el bofetón. Inmediatamente miró a otro lado, con la sensación de que se le contraía hasta el último músculo del cuerpo; se quedó en actitud tensa y como demacrada, pero no tardó en recuperar su corte habitual y, haciendo caso omiso de los murmullos y rumores, salió de allí, detrás de su tetuda agresora.

Taylor no fué la única que se quedó mirando con la boca abierta.

-Vaya -comentó Calvin, su fiel compañero-, alguna vez tenía que pasar.

-¿Quién era? -preguntó Taylor. Si esa era la <<clase>> de mujeres que le gustaban a Karlie, no le extrañaba que no la hubiese llamado.

-No tengo ni la menor idea -dijo Calvin, y se encogió de hombros filosóficamente-. Pero si Karlie Kloss creía que tenía vida íntima, ya puede irse despidiendo de ella.

Ven A Buscarme - KaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora