Un bocinazo lejano sobresaltó a Karlie. Un calambre en el cuello le indicó que el sueño la había vencido un instante. Parpadeó varias veces y miró a su alrededor.
El antiguo vecindario seguía como siempre. Los árboles habían crecido y los setos estaban más frondosos, pero, aparte de los autos que se hallaban aparcados a los lados, Claude Boulevard no había cambiado, había pasado los primeros años de su infancia en la casa del sendero sinuoso y, aunque después había vivido en muchas otras casas, aquella siempre le parecía su hogar. Bajó el cristal de la ventanilla apagó el motor. En el silencio, solo se oía el ladrido de un perro y el gorjeo de los pájaros que saludaban a la mañana.
El único movimiento que se había producido en la calle desde hacía una hora había sido el pado de un autobus escolar vacío.
Se arrellanó en el cómodo asiento de piel y tomó un sorbito de café tibio en un vaso plástico, que había comprado en un pequeño super, unas manzanas atrás. Desde la acera de enfrente, vió cerradas las cortinas de la ventana en la que su madre solía esperarla al volver del colegio. Se acordó de la ultima vez que la vió allí, se sentía a salvo, segura de que su madre siempre estaría allí. También esperaba ansiosamente la llegada de un hermanito o hermanita, porque su madre estaba embarazada de ocho meses. En aquella época, no sabía nada de embarazos complicados.
Pocos días después, cuando llegó a casa su hermanita Kimberly, era ella quien esperaba mirando por la ventana.El auto se detuvo en la entrada y su padre bajó con un bulto rosa entre los brazos, su madre no venía con él y Karlie no volvió a sentirse completamente a salvo nunca más.
Súbitamente agotada, echó la cabeza hacía atrás. No había dormido nada en toda la noche, y la anterior la había pasado despertándose cada dos por tres. Se había ido de la ciudad para tomarse, supuestamente, unas breves vacaciones y para aclararse la cabeza. Pero no lo había conseguido, y por ello se encontraba sola en el auto, en la calle de su primera infancia. Nunca había sabido por qué aquel lugar siempre le devolvía una sensación de paz e integración. Iba allí con frecuencia en días distintos, en autos diferentes, a refrescar el recuerdo de su madre, al recordar lo feliz que había sido hasta que la perdió.Oyó un auto que se acercaba y, al mirar por el retrovisor, se vió así misma por un instante. No le sorprendieron las ojeras, pero si la mirada vacía. Se acercó al espejo: nunca se había visto con la mirada tan perdida. Faltaban la intensidad y el dinamismo que veía en el espejo del cuarto de baño todas las mañanas, y en su lugar no había nada.
<<¿A esto he llegado?>> Conmovida, lo achacó todo al cansancio. Casi todas las noches se poblaban de imágenes de Taylor, y tampoco lograba olvidarla durante todo el día. Por lo general, se concentraba muchísimo en el trabajo, pero en los últimos días se le presentaban constantemente imágenes de Taylor y ella, Taylor vibrante de alegría, ardiendo de pasión. No sabía cuánto le costaría quitarse de la cabeza a aquella bella mujer. Quiza tuviera que bajar de las nubes y refugiarse en el trabajo todavía más. O hacer el amor con otra..., o con otras muchas.
Eran los dos recursos habituales, cuando tenía algun problema, pero esta vez le habían fallado los dos.
Quedaba otra probabilidad en el aire: quizá lo mejor fuera agarrar los sentimientos por los cuernos y aceptar que, hasta el momento, negarlos no le había servido de nada. Quizá la única forma de arrancar a Taylor de su vida fuera seguir adelante hasta acostarse con ella.<<¿Entonces por qué me asusta tanto la idea?>>
***
El taconeo insistente de sus zapatos se oyó en todo el vestíbulo, a medida que se acercaba al mostrador principal.
Consultó la hora e informó al encargado de que el taxi que había pedido todavía no había llegado.
Le irritó la insolencia del hombre que estaba detrás del mostrador, de modo que le preguntó por el director del hotel, el cuál, tras diez minutos más de espera, solo fue capaz de proporcionarle una disculpa, pero no un taxi. Estaba enfadada por la deficiencia del servicio en general y por la de los taxis en particular, concluyó que, si quería llegar a la reunión en el tiempo que le quedaba, tendría que ir a pie.Cinco minutos después de tomar aquella decisión, lo lamentó. Había dejado de llover, pero hacía un bochorno que levantaba vapor de los charcos que tenía que sortear. Las calles estaban llenas de gente y todo el mundo tenia prisa por llegar a alguna parte. Una mujer corpulenta, ataviada con el sari indio tradicional, estuvo a punto de tirarle el maletin al suelo, en su prisa por cruzar la calle. Su rostro estaba sudoroso y maldijo al sacar el zapato de un montón de barro que no pudo evitar.
-Lo que faltaba. ¡Maldita sea! ¡Lo que faltaba!
Por lo general, Taylor soportaba bien los viajes, pero aquel le había agotado física y emocionalmente y, a medida que el ardiente sol de la India subia hacia el cénit, su malhumor empeoraba. El ver a Karlie en televisón aquella mañana debía de haberle afectado más de lo que pensaba. Una limusina pasó lentamente y se detuvo una manzana más allá; una mujer de una belleza exquisita se apeó del interior, dotado de aire acondicionado, con un aspecto tan fresco como el que aquella le habría gustado tener. La mujer se parecía tanto a Karlie que Taylor se detuvo en seco, y el hombre que iba detrás casi se le tira encima, balbuceó una disculpa poco convincente en el momento que la mujer entraba en un edificio.
Entrecerró los parpados, molesta por el sudor que le quemaba los ojos, distinguió el edificio que buscaba, unas pocas manzanas más allá, suspiró de alivio y reanudó la marcha.
<<Si fuera a llamarme ya me habría llamado. Todo es historia, ya no le des más vueltas.>>El aíre frío del vestíbulo le produjo un estremecimiento al acercarse a los ascensores. Todavía notaba el sudor que le corría desde debajo de los pechos y por la parte inferior de la espalda. Detrás de ella, un reloj dio la media y Taylor apretó el botón de subida con impaciencia. No le gustaba llegar tarde a las reuniones, pero lo que menos le gustaba era perder la actitud que necesitaba si la reunión era con un adversario.
Recobró la presencia de ánimo al salir del ascensor y se tomó unos segundos más para normalizar la respiración antes de entrar en la sala de reuniones.
<<Dios, que viaje tan brutal.>>
Thomas Merison la había acompañado a la India, pero había detectado en el una hostilidad y un resentimiento mal disimulados. Lo había sorprendido mirandola de una forma extraña, casi como si hubiera estado intentando adivinar si estaba en el equipo de las chicas o en el de los chicos. Sin duda, su postura en el caso de John Briggs, el empleado gay al que Merison quería despedir, había despertado sus sospechas. Pero Merison tenía un fuerte instinto de supervivencia y también necesitaba confiar en que ella fuera discreta con respecto al caso de su hija, de modo que no le había hecho ningun comentario abiertamente. Sin embargo, durante las reuniones con los inspectores de Bangalore, había cuestionado el acierto de sus posturas en referente a determinados temas legales, y casi siempre ante un grupo de gente se ambos lados. Estaba claro que pretendía desautorizarla en público por lo que, después de la cena del primer día le llamó la atención sobre este punto.
Se indigno cuando Merison, condescendientemente, lo negó e insinuó además que la veía más dispuesta a demostrar un arreglo que a demostrarle la falsedad de los cargos. Se quedó mirandolo sin decir palabra hasta que el hombre empezó a sentirse avergonzado, y entonces le dijo en términos bien claros que no volvería a poner su credibilidad encuestión bajo ningun concepto. A partir de aquel momento, Merison se comportó impecablemente en todas las reuniones, pero ella se vió obligada a mantener la guardia con mucho más celo de lo habitual.
La puerta crujió al abrirse y todas las cabezas se volvieron a mirarla. Taylor, a su vez, miró a los asistentes, sentados alrededor de la mesa, y no le sorprendió en lo absoluto que todos llevaran traje negro, camisa blanca y corbata de seda con un nudo windsor perfectamente hecho. <<Dios, estos abogados son todos iguales, y encima se visten igual.>> No era la primera vez que era la única mujer en la sala de reuniones, y sabía que iba a ser una larga jornada más.
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Ven A Buscarme - Kaylor
FanficQué harías si una mujer irresistiblemente deseable pero absolutamente intocable susurró a usted, si me quieres tendrás que venir a buscarme? Eso es exactamente la situación que Karlie Kloss director general de Klossy, se encuentra en cuanto conoce a...