XI

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Karlie habría jurado que las manecillas del reloj de cuarzo no se habían movido desde hacía media hora.

Los papeles que tenía encima de la mesa habían pasado de un lado a otro, como si hubiera terminado la tarea, cuando en realidad no los había leído. Por fin, al cabo de una hora, dejó de fingir que trabajaba y se fué a comer algo. A su regreso, Teresa le pasó otra nota de color rosa. Taylor Swift había llamado de nuevo: ya había terminado la reunión.

No esperó ver si habian mas mensajes para ella, entró rápidamente en el despacho y cerró la puerta. Nunca había sentido tanta aprensión antes de hacer una llamada teléfonica. Todos los días hacia llamadas que podían cambiar la vida de muchas personas, pero aquella sensación le resultaba totalmente ajena.

Mientras marcaba el número, le pasaron por la mente a toda velocidad los motivos que podia tener Taylor para llamarla y qué le diría, pero se quedó completamente en blanco cuando el teléfono empezó a dar la señal al otro lado de la línea. Intentó ensayar unas palabras, pero se quedó atascada en el primer saludo.

Taylor estaba abriendo un legajo de unos cinco centímetros de grosor cuando sonó el teléfono. <<¡Dios! ¿Por qué los abogados no podemos decir las cosas en unas cincuenta paginas, o menos?>> El teléfono sonó varias veces, hasta que se acordó de que Michelle, su secretaria, había ido a fotocopiar ladocumentación necesaria para la reunión del dia siguiente.

-Taylor Swift -contestó distraídamente.

-Soy Karlie Kloss. -<<Por qué estoy tan nerviosa?>>

A Taylor se le aceleró el corazón al oír aquella voz cálida e insinuante al otro extremo de la línea. Soltó el legajo encima de la mesa y se quitó las gafas de cerca.

–Hola esto..., gracias por devolverme la llamada. -<<¡Qué estupidez! ¿Por qué no iba a devolvermela?>>

-Siento no haber estado antes, cuando llamó. Es que sucumbí a un deseo insaciable de comer chocolate y baje a la tienda del vestíbulo a comprar.

Taylor percibió una sonrisa en la voz de Karlie.

-Yo soy adicta a las galletas -reconoció con culpabilidad.

-¡Hay que ver! Por muy triunfadoras que lleguemos a ser todas tenemos algún vicio secreto -dijo Karlie, riéndose.

-No le diré el suyo a nadie si usted no pregona el mío por ahí -dijo Taylor, como si fuera una cuestión de seguridad nacional.

-Hecho.- Karlie no sabía que más decir.

Taylor reprimió una risita nerviosa.
Tenía una fuerte sensación de ridículo, de miedo y de emoción que hacía años no sentía.

-Quería decirle que acepto sus disculpas. -El silencio reinaba al otro extremo de la línea le atacaba los nervios.

Por fin, la aterciopelada voz respondió y Taylor dejó de apretar el teléfono con todas sus fuerzas.

-Gracias. Estaba un poco preocupada. Ya me veía contandole a mi hermana lo impertinente que había llegado a ser y soportando la bronca semanas y semanas hasta que arreglara las cosas, y le aseguro que me las hace pasar canutas.

–Me alegro de haberla librado de la ira de su hermana. ¿Tiene motivos para regañarla con tanta frecuencia?-A Taylor le cautivo el comentario personal de Karlie.

Karlie echó una mirada a la foto de Kimberly, que ocupaba un lugar muy destacado en una esquina de la mesa.

-Más de lo que me gustaría, pero menos que antes. En estos últimos años, me he reformado un poquito, y ahora dedica toda su atención a emparejar a sus amigos. Aunque me parece que a ellos no les hace ilusión, precisamente.

A Taylor se le aceleró el corazón de nuevo al oír la risa de Karlie. <<¡Que sonido tan maravilloso!>>

-Ojala pudiera yo decir lo mismo, soy hija única. -Taylor se estremeció al recordar que hacía una semana que no llamaba a su madre.

-¡Toma! Y creía que yo lo tenía faltal. -las dos se rieron.

-¿Aceptaría cenar conmigo el sábado que viene? -dijo Taylor dejandose llevar por un impulso.

<<¡Dios, no puedo creer que lo haya dicho yo!>> contuvo el aliento.

Karlie no esperaba la invitación y sospechó que Taylor ni siquiera lo había pensado hasta ese instante.
Estaba acostumbrada a que las mujeres, e incluso algunos hombres desinformados, dieran el primer paso, pero en esta ocasión no estaba segura de que fuera un paso, en realidad.

Taylor no entendía que le hubiera dado por decir eso y se sintió totalmente avergonzada. Buscó desesperadamente de salir de aquella situación. Nunca le habian sorprendido tanto sus propias palabras.

-Hummm...,bueno...

-Me encantaría -respondió Karlie rapidamente.

<<Bueno, y ahora ¿qué demonios digo? ¡piensa! ¡piensa!>>

Sus propias reacciones ante aquella mujer la dejaban atónita. Sacudió la cabeza para poner el cerebro en marcha, tenía la mente en blanco; no recordaba ningun restaurante de la ciudad. La salvación llegó en forma de invitación a una comida de negocios que destacaba en la bandeja del correo.

-¿Conoce el Madison's, ese restaurante nuevo de Manhattan?

–No, no lo conozco pero dicen que es maravilloso. -Karlie se recostó en el sillón y puso los pies encima de la mesa.

Una vivida imagen de Karlie y ella, sentadas frente a frente en una pequeña mesa íntima. Invadió sus pensamientos.

Vió la luz trémula de las velas reflejada en aquellos ojos verdes, que prometían misterio y aventura. Una mano de largos dedos sujetaba una copa Dom perignon y se la llevaba lentamente a los labios. Le pareció sentir como aquellos labios le acariciaban los pechos.

-¿Taylor?

-Sí -respondió, abandonando de golpe sus lascivos pensamientos-, sigo aquí, lo siento. Déme su dirección. -No podía dejar de pensar en sus labios y tuvo que preguntarle la dirección dos veces-. ¿A las seis y media? Creo que nos daría tiempo a las dos.

-Que sean las seis, mejor, y así tomamos un cóctel primero, si le parece bien. -Karlie quería pasar unos minutos a solas, antes de unirse a las multitudes que saldrían a cenar.

<<A lo mejor no llegamos ni al restaurante.>>

-De acuerso. -Taylor quería alargar la conversación, pero no sabía cómo hacerlo, de modo que se repitió-. Quedamos así, la recojo a las seis.

-Estaré preparada -dijo Karlie con un claro doble sentido.

Por el largo silencio que siguió, dió por sentando que Taylor había captado la indirecta.

-Bien, hasta entonces -contestó Taylor sin fuerzas, y colgó el teléfono antes de que Karlie siguiera insinuándose.
Se echó hacia atrás en la silla y se quedó mirando a la nada, esperando a que el corazón recobrase su ritmo normal.

<<¡Dios! ¿Qué me ocurre con esta mujer? ¡Estoy como si me hubiera pasado un camión por encima!>>

Ven A Buscarme - KaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora