XLII

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Taylor estaba pensando en llamar a Karlie cuando sonó el teléfono.

-Taylor Swift -dijo enérgicamente, con intención de colgar lo antes posible.

-¿Es usted mi Taylor Swift?
-Preguntó una voz acariciadora y sensual, y el pulso se le disparó.

-¿A qué Taylor Swift se refiere?

-A la que me corta la respiración cada vez que la veo. -continuó la voz, más ronca ahora, La que me pone el corazón como un pájaro enjaulado con una sola mirada, La poseedora de unos dedos que se vuelven fuego sobre mí piel, la de la piel suave como pétalos de rosa, la que me vuelve loca de pasión y cuya pasión más loca todavía. -Casi jadeaba.

-Lo lamentó -replicó Taylor fríamente-. Creo que se ha equivocado de Taylor Swift. Le habla Taylor Swift, una simple abogada de empresa, una chica muy reservada.

-Quizá lo sea durante el día, pero yo me refiero a la de la noche.

-¡Haber empezado por ahí! -exclamó Taylor, que no pudo seguir con la farsa-. Karlie, ¿Qué haces?

-Llamarte.

-Eso ya lo sé.

-En realidad, quería decirte que no he parado de pensar en tí. Te echo de menos.

-Hemos hablado a diario -dijo Taylor, riéndose suavemente. Había estado fuera de la ciudad, solucionando asuntos en la bolsa de valores, y Karlie la había llamado todas las noches.

-Quería mandarte flores, pero pensé entonces te coserían a preguntas.- Karlie tenía la costumbre de mandarle flores a las mujeres con las que pasaba la noche, en señal de agradecimiento por la experiencia. Pero ahora le parecía vulgar.

-Has acertado, pero te agradezco la idea y la consideración. -Taylor procuraba evitar que le llegaran envíos personales al trabajo. Todavía se hablaba del ramo con paraguas-. ¿Cómo te ha ido el día?

-Parece que no se acaba nunca -dijo, mirando los montones de documentos apilados sobre la mesa, y suspiró-. ¿Y tú?

-No ha estado mal, pero me divierto más contigo.

-¿Quieres divertirte un rato más, muñeca? -dijo Karlie, imitando a Groucho Max.

Taylor iba a responder cuando percibió movimiento en la puerta.
Levantó la mirada y vió a Charles Comstock en el umbral. <<¡Mierda! ¿Qué habrá oído?>>

-Sí me interesa esa sugerencia, sin duda -dijo-. Le llamo más tarde y concretamos algo.

-¿Ha llegado alguien a tu despacho?-Karlie no entendía el súbito cambio de tono.

-Así es, en efecto -contestó Taylor, escrutando a su jefe en busca de alguna indicación de que hubiera oído algo inoportuno.

-Pues diles que se vayan. Estás reunida con tu amante, hablando de guarradas-bromeó Karlie.

-Bien, sí, me encantaría, pero es imposible, se lo aseguro. -Taylor le hizo una seña a Charles, dándole a comprender que había comorendido sus gestos y que se presentaría enseguida a su despacho.

-De acuerdo. Pase por esta vez, sin que se sirva de precedente -dijo Karlie -. Pero, a partir de ahora, acuérdate de cerrar la puerta con pestillo.

<<¿Cerrar la puerta con pestillo? ¡Dios, esta mujer me vuelve loca¡>>

-Tienes toda la razón. Hablaré con usted más tarde. -Sin darle la oportunidad de responder, se despidió de Karlie y se puso en marcha. No le apetecía nada ir a ver a su jefe y, a juzgar por lo tenso que estaba, la visita no iba a ser agradable.

Ven A Buscarme - KaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora