XXXVI

1.3K 77 0
                                    

<<¡No puedo hacerlo! ¡No puedo hacerlo!>> El rostro de Taylor bailaba ante sus ojos y Karlie se apartó del cuerpo desnudo que estaba debajo de ella.

-No puedo, lo siento. -Recogió la ropa inmediatamente y cerró la puerta antes de que la mujer saliera de la cama.

No dejó de dar vueltas en el auto hasta que aparcó en un estacionamiento vacío, a dieciocho manzanas. Apagó el motor, pero tenía el corazón desbocado y se quedó sentada en silencio, con la cabeza apoyada en el reposacabezas.

<<¡Dios! ¿Que iba hacer?>> abrió los ojos y miró la negra noche a través del parabrisas. Ya se le había pasado el pánico que le habría sobrevenido cuando estaba a punto de hacer el amor con aquella mujer, respiraba con normalidad y su cabeza empezaba a aclararse. Entre tanto, intentaba ordenar sus pensamientos.

<<¿Qué demonios me pasa?>>

Pero sabía exactamente cual era el problema. Había dejado marchar a Taylor, tenía que haber pasado la noche juntas. Sólo hacía falta decirle la verdad, que la deseaba, que le importaba, no parecía tan complicado y, sin embargo, había optado por lo de siempre: pasar la noche en un bar con desconocidas.

Después de unas cuantas copas, se había sentado al lado de una rubia con un cuerpo digno de perderse en él, que le hizo volver a su yo de siempre, al menos durante diez minutos, la mujer estaba más que dispuesta a complacerla y empezó acariciarla por todas partes tan pronto como entraron en el apartamento. Desafortunadamente, a partir de aquel momento todo se echó a perder.

Puso el auto en marcha y volvió a las calles. No estaba de humor para irse a casa, a una cama vacía, de modo que se dirigió al refugio de comodidad y apoyo más cercano. Veinte minutos después, estaba sentada en un sofá rojo de piel, con una gran taza de café en las manos, confesandose con Cara.

-Bueno, no sé si entiendo... y no lo digo con segundas. Has conocido a una mujer maravillosa, una mujer como no habías conocido en la vida, que te cuestiona, que se interesa por ti y que, además, es guapísima. ¿Por eso... has salido esta noche a emborracharte y a acostarte con otra cualquiera? ¿Lo he entendido bien?

-No me he acostado con otra -aclaró Karlie.

-Karlie, estabas desnuda en la cama, encima de ella. No nos pongamos quisquillosas con la semántica.

-Tenía la sensación que la estaba engañando. -Karlie no podía creer que hubiera dicho aquellas palabras-. Nunca me había pasado esto con nadie. Quiero saberlo todo de ella, lo que hace, lo que piensa, lo que desayuna, dónde quiere ir de vacaciones, si llora viendo una película triste, de que ssbor prefiere los helados... -dejó morir la frase y se rascó la nuca-. Quiero ser mejor persona por ella.

-Estás desconocida -dijo Cara, frunciendo el entrecejo-. No has sufrido un accidente ni nada de eso, ¿Verdad? A lo mejor un golpe en la cabeza...

-¿Crees que estoy loca?

-No, me parece que por fin has sentado cabeza, pero no sé que es lo que te ha pasado.

-Ya sabía yo que no me comprenderías -dijo Karlie, y se quedó callada, perdida en sus pensamientos, intentando analizar el problema-. No sé que hacer, Cara. Es decir, mierda, no hemos salido más que tres o cuatro veces, y apenas nos hemos besado, más que al principio de todo. Si no me llevo a una mujer a la cama al segundo intento, paso y me busco otra.

-¿Entonces por qué sigues insistiendo?-Preguntó Cara, simplemente.

-Porque me gusta, me gusta de verdad. Y me parece que nunca me había gustado nadie de verdad.

-Karlie, a ti lo que te ha interesado siempre de las mujeres es meterte en sus pantalones, no en su cabeza. Pero, dime, ¿Quién es esa diosa?

-Se llama Taylor Swift.

Ven A Buscarme - KaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora