VII

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Karlie se maldijo a si misma por la última frase que había pronunciado. No hacía ni una hora, no quería saber nada de seducir a una mujer y, de pronto, ahí estaba, intentandoló con ahínco. Interpretó la vacilación de Taylor como una señal de desasosiego y echó una mirada al reloj.

-Aunque esta conversación me resulta sumamente agradable, creo que mis cinco minutos han expirado. ¿Me permite que la acompañe de vuelta a la sala?

Karlie se situó directamente enfrente de Taylor. Se le oscurecieron los ojos al mirarla y, de repente, con la misma rapidez, el cambio desapareció. Tomó a Taylor de la mano. Le acarició suavemente con el pulgar la sensible zona interior de la muñeca y dijo:

-Insisto una vez más. Acepte mis disculpas, por favor, y disfrute del resto de la velada.

A Taylor se le hacían las piernas gelatina, el ensalmo de la voz y la mirada de Karlie. Cruzarón el pequeño patio, pero no se dió cuenta de lo solas que habían estado hasta que entraron de nuevo en la atestada y bulliciosa sala.

Sólo era capaz de quedarse mirando, cada vez que Karlie se detenía a saludar a alguien; se movía en el gentío con el garbo de una gacela y la seguridad de un tigre. No tardó en cautivar a todo un grupo de invitados, y Taylor se fijó en que casi todos los hombres e incluso algunas mujeres miraban a Karlie con interés, unos con mayor interés que otros.

Inesperadamente sintió celos y se sintió embargada por una sensación de culpabilidad, cuando una voz interrumpió sus pensamientos:

-Hola cielo. No esperaba verte aquí esta noche.

Calvin Harris ocupó el espacio que quedaba libre a su derecha. Calvin y ella se habían conocido hacía muchos años, en la universidad, y congeniaron inmediatamente.
Iniciaron la vía romantica y la agotaron hasta que se dieron cuenta de que no saltaban chispas cuando estaban juntos. Desde entonces eran grandes amigos y se acompañaban mutuamente en los encuentros sociales a los que era preciso acudir con pareja.

-Hola Calvin. No supe que iba a venir hasta hace unos pocos días. El sobrino del Jefe está en la ciudad y me mandaron un aviso de asistencia obligatorio. -Lo dijo en un tono que expresaba lo molesta que le resultaba aquella situación. Sabía que tenía que volver con el sobrino del jefe, pero seguía pendiente de Karlie-. ¿Qué sabes de esa mujer de ahí enfrente, la que esta al lado de la señora del vestido azul? -dijo, mirando en dirección a Karlie, pero procurando disimular que señalaba.

-¿La del esmoquin? -Con algo más que un poco de admiración, Calvin dijo-; Esa mujer tan deliciosa es Karlie Kloss.

A Taylor le sorprendió el acertado calificativo que su amigo aplicó a Karlie.

-Sí, es ella. Pero en realidad no es tu tipo, ¿verdad Calvin? -Su amigo preferia a los hombres de esmoquin.

-No hace falta que sea mi tipo para hacer un comentario sobre ella, aprecio la belleza física en todas sus formas.

-Calvin, eres imposible. -Taylor le dió un golpe juguetón en el brazo. Solían bromear entre ellos, a costa de las personas que les atraían. En una ocasión, hacía años, los dos se habían encaprichado del mismo hombre. Se produjo entonces una situación incómoda, cuando ambos descubrieron que el hombre de los sueños del uno y el objeto del fugaz interés de la otra estaba casado con Miss New Jersey.

-¡Oye! Más vale que no me trates así, si quieres que renuncie a los atractivos de Miss alucinante -le dijo, frotándose el brazo en broma.

-Lo lamento, es que sabes sacar lo mejor de mi misma -replicó Taylor.

-No soportaría sacarte lo peor.-
Calvin miró en dirección a Karlie-. ¿A qué viene el interés?

-Estuvimos hablando hace un momento.

Antes que Taylor pudiera añadir algo más, Karlie dejó de mirar al hombre con el que hablaba y echó una ojeada a la sala. Al ver a Taylor, se le encendieron los ojos y le saludo con un leve gesto de la cabeza. Taylor respondió con una sonrisa.

Calvin se giró para ver que había paralizado a su amiga.

-Baja de las nubes, Taylor. -le pasó la mano por la cara para llamarle la atención.

-Haces muchas preguntas -dijo Taylor, apartando la mirada con esfuerzo-. Sólo sentía curiosidad.

-Oye, Taylor, cariño, sabes que Karlie es lesbiana, ¿verdad?

<<Dios, eso espero.>>

La cabeza le daba vueltas y tenía un cosquilleo en el estómago.

Durante los años que había pasado en la facultad de Derecho, había desarrollado el olfato para detectar a la gente gay; su compañera de habitación era lesbiana y solían comparar a sus posibles ligues. En realidad, no le sorprendió que Calvin confirmara sus sospechas. Sabía que la admiración espontanea que desprendían las miradas de Karlie no era producto de su imaginación y que no había mal interpretado sus palabras.

Estaba claro que Calvin temía que se equivocara con aquella mujer, de modo que intentó tranquilizarlo.

-Sí, Calvin, sé que es lesbiana. -Y, con más brusquedad de la que pretendía, añadió-: Vamos, escúpelo de una vez. ¿Qué más sabes de ella?

Calvin respiró hondo, como ordenando sus pensamientos. Era evidente que Taylor no había conseguido tranquilizarlo del todo respóndiendole con naturalidad a la pregunta sobre la orientación sexual de Karlie.

Sin embargo, siempre había dicho que no le correspondía a él decirle lo que tenía que hacer, y Taylor supuso que en ese momento Calvin estaba midiendo sus propias palabras.

-Es directora de Klossy -dijo-. Tomó las riendas de la compañia de manos de su tío cuando él casi la había hundido, hace un par de años o así. Es brillante, expresiva, gobierna el barco con firmeza y sabe meterse en el bolsillo a inversores y empleados. Algunos dicen que tiene poder; yo lo llamo carisma.

-Así lo llamaría yo tambien, sin dudo, murmuro Taylor.

-Ronda los 26 años, creo -prosiguió Calvin-. Vive en el Upper East Side, el lado bueno de la ciudad sin duda.

Taylor conocía el barrio al que se refería Calvin. Es uno de los barrios de primera categoría de New York.

-Da dinero a espuertas a sus instituciones de caridad predilectas, pero no lo airea -dijo.

-¿Por qué?

-Supongo que no quiere esa clase de publicidad. En los últimos años, ha donado casi un millón de dólares al centro de ayuda a la infancia.

-¡Quién lo diría! -exclamó Taylor, pero si alguien podía saber con certeza hasta dónde llegaba la generosidad de Karlie, era Calvin, por su cargo de presidente del comité de premios de la gala de esa noche-. No parece nada pretenciosa.

-También hace donaciones a la Barret School, ¿sabes?, donde estudian los niños sin hogar del centro de la ciudad -añadió Calvin-.Financia los autobuses de la escuela, que recogen a los niños de los diversos hogares y casas de acogida. ¿Te acuerdas de John, el tipo con el que salí un tiempo? Es director de Blue House. -Hizo una pausa para ver si Taylor identificaba el nombre de aquella tienda de ropa-. Karlie compró ropa y calzado nuevo para todos los niños de la escuela, mochilas con todo lo que necesitaban para el curso. Para doscientos niños.- Bajó la voz y acercó la cabeza al oído de Taylor-. Fué ella la elegida para el premio al benefactor de esta noche, pero lo rechazó. Provocó un cataclismo en el comité de selección.

Ven A Buscarme - KaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora