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Chantal había hecho su rutina matutina, se duchó, cambió su pijama por un vestido ajustado de color rojo y se maquilló ligeramente; bebió una taza de café negro y lavó nuevamente sus dientes para que éstos se vieran perfectamente blancos como si su sonrisa hubiera sido sacada de una revista de modas.

Cambió a sus hijos y los colocó sobre el asiento trasero de su lujoso BMW, el cual había cambiado por su Audi el verano pasado. Chantal no estaba segura de que la esperaba en el apartamento de Ashton, pero al menos se sintió feliz de que él le diera una copia de su llave en caso de que no esté despierto.

La muchacha bajó a los niños del asiento trasero con sumo cuidado, ya que Sydney se había quedado dormida. Subió por el ascensor después de abrir la puerta principal y tocó el piso correspondiente en la botonera, aquel ascensor le traía demasiados recuerdos al igual que el edificio. Dejó salir un suspiro y tocó timbre una sola vez, acomodando la camiseta de Ian la cuál era de color blanca y tenía unas rayas negras en sus mangas.

En cuanto el rubio abrió la puerta, ella le dedicó una sonrisa evitando observar sus marcados pectorales. Ashton la saludó con un abrazo y ella le entregó a la niña, excusándose que debía correr hacia el trabajo. Él asintió no muy convencido y dejó que ella se marchara, dejando al bebé sobre la cama rodeándola con unas almohadas para que no se cayera. Ian siguió a su padre hacia la sala nuevamente.

— ¿Qué te gustaría hacer, campeón? —El hombre cuestionó, dibujando una sonrisa en sus labios. —Podemos ver una película o algún programa de televisión que te guste.

—Quiero ir al zoológico —El niño murmuró, Ashton mordió su labio.

—No podemos porque Sydney no se ha despertado aún —Replicó. —Mientras tanto podríamos hacer algo, ¿Qué te gusta hacer?

«Dios, soy tan mal padre —Ashton pensó. —debería conocer mejor a mi hijo. » El pequeño rubio le dedicó una sonrisa a su padre, acomodándose mejor en el sofá que éste poseía. Ian comenzó a mover sus pies de atrás hacia adelante, este tipo de comportamientos le traían demasiados recuerdos a Ashton quién permanecía recostado sobre la pared.

—Mamá suele llevarnos al parque —El menor replicó. —Ella suele quedarse conmigo jugando, incluso nos llevó a nadar a la playa. ¡Ha sido muy divertido!

—No estoy tan seguro de que a tu madre le agrade que te lleve a la playa con este clima, pero podemos jugar. ¿Mamá te ha enseñado las vocales?

—De hecho eso me lo han enseñado en el kínder —El niño replicó. —Pero mami está orgullosa de mí porque la señorita Janis le ha dicho que soy inteligente... el mejor de mi clase.

—Tu abuela dijo que te gusta pokemón, ¿Es eso verdad? —Ashton alzó una ceja, consiguiendo que el niño asintiera con la cabeza. —Entonces deja que te muestre algo...

El mayor se dirigió hacia su habitación evitando hacer mucho ruido, abrió uno de los cajones y tomó una bolsa de papel madera cerrándolo nuevamente. Le dio una rápida mirada a la niña quién estaba plácidamente dormida y otra vez se dirigió con su hijo mayor quién continuaba sobre el sofá; Ashton aproximó la pequeña mesa al sofá y se sentó justo frente a esta, quedando al lado de su hijo. Abrió la bolsa, dejando caer varios paquetes de color azul metálico; Ashton tomó una de las latas antes de que cayeran contra la mesa y le dedicó una sonrisa al niño.

—Son cartas de Pokemón —Murmuró el muchacho, formando una sonrisa en sus labios. —Me las han traído mis amigos de España. No las he abierto porque no son mis favoritas, pero en cuanto supe que te gustaban decidí guardarlas para que podamos jugar juntos.

Psychopath. »ashton irwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora