South Park "Eres mío, Ángel" [Crenny]

VI

Esto es para que vean que soy buena onda:v. Si ven algún error, lo siento. No leí el capítulo lol.

Ese mismo día, en la tarde del domingo, salí aproximadamente a las seis y media, con un maletín en la mano, el cual estaba lleno de los papeles que había organizado hoy para mi padre. Y él seguía preguntándome por qué lo odiaba...

Como de costumbre, volví a pasar por esa misma calle, la calle de Bridge 22.

Como de costumbre, ahí estaba él. Pero esta vez era diferente. Kenneth estaba sentado en la banqueta, debajo de una enorme palmera. Sostenía una vieja grabadora en sus manos mientras que sus dos hermanos hacían malabares mal hechos en el medio de la calle.

Al principio no tuve el valor de acercarme, pero una oleada de curiosidad se apoderó de mí. Sin mi consentimiento, mis pies comenzaron a avanzar hacia el otro lado de la calle, en donde estaba él.

—Tus hermanos son increíbles —le dije a Kenneth en cuanto llegué a su lado. Él aún no había notado mi presencia en ese entonces.

Se giró hacia mí, y un brillo en sus ojos me indicó que se alegraba de verme.

—Ni me lo digas. Los pobres llevan practicando desde la mañana. Y mira —señaló un pequeño sombrero verde de plástico. En el interior yacía un dólar y una moneda de cincuenta centavos—. Probablemente regresemos a casa con sólo un dólar y cincuenta centavos.

Sonreí. El tono que había ocupado, a pesar de no parecer feliz, había sido carismático. Parecía ser que nada podía arruinarle el día.

—¿Por qué no estás bailando? —le pregunté, mientras sacaba mi billetera sin que se diera cuenta.

—Me torcí el pie esta mañana. Sonará estúpido pero, cuando desperté, al pararme de la cama tropecé y todo mi peso cayó sobre mi pobre pie. Mira —levantó su pie en mi dirección, vendado por algunos trapos sucios. Hasta ahorita caía en la cuenta de que no llevaba zapatos.

—Siento mucho eso —dije—. Bueno, será mejor que me vaya. Mi padre está esperando a que le entregue unos papeles. Hasta luego, Kenneth.

—Kenny —corrigió, y me dedicó una agradable sonrisa. En ese momento deseé sacar mi teléfono y tomarle captura a aquella curva.

En cuanto se hubo volteado, dejé por desapercibido veinte dólares en aquel gorrito verde, y casi salí de aquella calle a zancadas, esperando a que no se diera cuenta y no me persiguiera hasta dejar el billete en mi bolsillo trasero. O en mi trasero.