XV

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Eran las cinco y media de la mañana cuando me levanté. Y la primera cosa que vi cuando abrí los ojos, fue el hermoso rostro del rubio a escasos centímetros del mío. Me miraba con el ceño fruncido y con una mueca en los labios. Al parecer no recordaba lo de...

Cuando traté de levantarme, me di cuenta de que estaba sentado a horcajadas encima mío, así que me era imposible salir de allí.

—¿Podrías moverte de una maldita vez? —le pregunté, algo incómodo por la situación.

—Por supuesto. Después de que me expliques por qué estás aquí.

Ahora estaba seguro de que no se acordaba de nada.

—Tuve una pelea con... mi novia —dije, a lo que él me miró un poco más curioso—. Y me fui de su casa. O bueno, de mi casa. Así que pensé en ti. En que tú podrías brindarme techo mientras buscaba otro hogar.

—Así que tienes novia, ¿eh? ¿Cómo es? ¿Es guapa?

—Para nada —admití. Ahora, ver el rostro de Rebecca me provocaba náuseas—. Su rostro me provoca vómito.

—Me alegra oír eso —mencionó, y se quitó encima mío—. Entonces, ¿por qué pensaste en mí?

—Supongo que es porque eres un buen amigo, ¿verdad?

—No sé si puedas quedarte, Craig —dijo Kenny, un poco apenado—. No tenemos suficiente comida y...

—Oh. No te preocupes por eso, Ken —respondí—. Yo compraré lo mío. Tú encárgate de lo tuyo.

Sonrió nervioso.

—Está bien.

—Por cierto, ¿en qué soñabas anoche?

Se volvió hacia mí, y vi en sus ojos un brillo nunca antes visto.

—¿Qué? —replicó nervioso—. ¿Oíste algo?

—No —mentí—. S-sólo te movías de un lado a otro en la cama.

—Una pregunta, Craig. ¿Desde cuándo estás aquí?

—Desde ayer.

—Oh, oh.

—¿Entonces?

—N-nada. Yo... soñaba en que... ¿Qué hora es?

—Las cinco y media.

—¡Mierda! ¡El trabajo!—exclamó, y se incorporó a mi lado, para después salir corriendo hacia la puerta que se encontraba frente a ésta. Segundos después oí cómo algo azotó en el suelo con fuerza. Era Kenny.

Salí rápidamente de la habitación. Para cuando estuve fuera, Kenny ya se estaba levantando del suelo, con una mueca de dolor en el rostro.

—¿Estás bien? —le pregunté, agachándome hasta llegar a su altura.

Se sobó el lugar en donde estaba su yeso.

—Eso creo. Olvidé este detalle.

—Ya vi. ¿Necesitas algo antes de que me vaya al colegio?

—Necesito que acompañes a mis hermanos. No me siento seguro caminando con esta cosa. —Miró al yeso—. Además, tengo que seguir haciendo algo. Algo que tú me interrumpiste cuando llegaste.

—No era mi intención hacerlo...

—Lo sé —contestó, y se metió rápidamente al baño.

Pasados unos minutos, Kenny salió del baño, con tan solo una toalla amarrada a la cintura. Su torso y sus bíceps se mostraban a la intemperie. Oh, mi capitán.

—¿Vas a bañarte? —me preguntó, y por un momento pensé que se quitaría la única tela que le cubría su miembro viril, pero sólo se ajustó la toalla a su cuerpo—. El agua está tibia. Qué milagro.

—S-sí —contesté, intentando mover mi vista de él.

Se volvió hacia al baño y de él sacó una toalla blanca.

—Toma. Báñate.

Aferré la toalla a mi cuerpo y me metí en aquel pequeño cuarto.

El baño consistía en una regadera con el metal oxidado, cortinas de seda blancas y azulejos azules.

Dejé la toalla en la taza del baño y me metí debajo de la regadera. Giré la llave y esperé a que el agua saliera. Relajé mi cuerpo y deje que las gotas se deslizaran por todo mi cuerpo.

Estuve allí debajo por unos minutos hasta que recuperé la noción del tiempo. Cerré la llave y amarré la toalla en mis caderas. Al salir, me adentré en el cuarto de Kenny.

—Kenny, mis...

Pero me quedé callado. Él aún no había notado mi presencia. Yacía en la cama, con aquel cuadernillo de pasta azul en su regazo. Éste le cubría su miembro viril, por lo que no alcancé a ver nada. Sin embargo, podía ver más de él, más que su torso y sus brazos completamente al desnudo.

Alzó la vista, y me miró sin preocupación alguna.

—Dejé tus cosas al lado de la puerta de baño.

Lo miré de soslayo antes de darme la vuelta de vuelta al baño.

—G-gracias.

South Park "Eres mío, Ángel" [Crenny]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora