XXVI

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Hola:). Sentí que fue hace una eternidad cuando volví a actualizar, pero realmente pasaron unos cuatro o cinco días xD. Me gustaría que comentaran que les parece cada capítulo. A veces me dan risa sus comentarios y realmente es una sensación muy cool. En fin, disfrútenlos.

Por cierto, ya llegamos a 600 visitas, omg. Muchas gracias a todos los que están leyendo esta historia, de verdad me alegra mucho que les guste. Los amo a cada uno de los que están leyendo esto. Los amo mucho:'3.

Aquel jueves, cuando me levanté, Kenny ya no estaba. Ni él ni sus hermanos.

Me volví a la mesilla de noche. El reloj marcaba las dos de la tarde.

«¿Me quedé dormido? Un momento... ¡La cita!»

Me paré de un salto de la cama, y me fui de zancada en zancada al baño.

Cuando entré, un post-it rosa pegado en el espejo me recibió.

«Fui a Bridge. Ya me ciento megor y creo poder bailar brekdans. :) xx.»

Sonreí para mí mismo. Había ido a bailar a pesar de tener una pierna hecha mierda.

Relajé los músculos y comencé a quitarme la ropa. Me metí debajo de la regadera y admiré mi cuerpo escultural.

Para las dos y media ya estaba bañado y cambiado, sentado en la cama de Kenneth McCormick. Me sacudí un poco el pelo y dejé la toalla colgada en el respaldo de una silla. Esperaba ir hacia la cocina y comer algo, pero el ruido de la puerta abriéndose me distrajo. Me asomé por el ovillo que de la puerta, tratando de ver de quién se trataba. Era un hombre definitivamente. Llevaba puesta una gorra y su cabello castaño le salía por éste. Vestía una camisa azul arremangada y los pantalones que llevaba puestos estaban desgastados. ¿Era el papá de Kenny? Porque, de serlo, no lo conocía. Y como no lo conocía, porque jamás lo había visto aquí desde el día anterior, tampoco me conocía, por lo que no sabía que estaba aquí. «Oh, oh.»

Me decidí salir por la ventana, pero, al tomar mis cosas, la voz de aquel hombre me distrajo.

—Kenny. ¿No deberías estar traba...? —Pero se quedó callado, tan sólo admirando como saltaba por la ventana—. ¿Qué mierda llevas puesto? ¿Por qué te pones un gorro azul?

—Mmm —musité, pensando en qué hacer—. Yo... sólo iba a trabajar.

No sabía si mi intento de imitar la voz de Kenny funcionaba, pero no tardé en escuchar cómo el sonido de sus zapatos se alejaba de la habitación. Se había ido. Se había tragado mi imitación.

Pasé las dos piernas por encima del marco y di un último salto, antes de que mis zapatos chocarán con el verde césped de la casa.

Comencé a caminar hacia mi auto. Y ahora que lo pensaba, ¿cómo no había notado que había alguien más en su casa? ¿Acaso pensó que Kenny podría conseguir tal cantidad de dinero para comprar un auto tan solo bailando break dance?

Me adentré en el Mercedes y metí la llave, para después arrancar y manejar hacia el otro lado de la cuidad.

Las calles ya no estaban tan nevadas. Más bien el hielo comenzaba a derretirse por el principio de la primavera. Comencé a manejar hacia mi empresa. Los edificios de al lado, básicamente, eran completamente míos. Tenía un poder inmenso en ellos, por lo que si hubiese querido, ya estaría viviendo allí. Sin Rebecca. Sin Kenny. Pero ¿qué sentido tenía vivir solo? Ninguno. Era mejor tirarte de un barranco.

Al cabo de diez minutos, llegué a la compañía. Aparqué el coche en el estacionamiento privado de la empresa y entré por la puerta trasera. De ahí, me dirigí hasta la planta superior y seguí mi camino hasta la oficina de mi padre.

—Hola —saludé, sentándome en una silla fija enfrente de su escritorio.

Él se volteó, y por unos segundos me miró perplejo.

—Qué sorpresa. Jamás vienes a visitarme, Craig.

—Vengo por alguna propiedad de tus edificios. La que sea.

Se volvió hasta su computadora y tecleó algunos números. Después, prosiguió.

—El penthouse está libre. ¿Está bien?

Me limité a asentir. Y cuando estaba apunto de irme, oí como su silla crujió.

—Espera ahí, jovencito —ordenó. Paré en seco—. ¿No tenías una casa ya en el centro de la ciudad?

«Mierda.»

—Sí... Hablando de eso... —repliqué, no muy seguro de si decirle o no—. Terminé con Rebecca.

Me di la vuelta, lo suficiente como para ver la cara de mi padre. Su ceño fruncido me demostraba desaprobación ante mi decisión.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Porque es una vil zorra, Thomas. Te lo he dicho desde que arreglaste esos malditos papeles.

Se giró en su silla.

—Vas a volver con ella quieras o no. De lo contrario, no te daré el penthouse.

—Una pregunta —dije, antes de irme—. ¿Alguna vez mi opinión ha importado en algún tema? Porque al parecer eres tú quien siempre toma las decisiones por mí. Y ya basta. Si no quieres darme el estúpido penthouse, lo compraré yo. No necesito tu estúpido dinero para poder mantenerme.

Thomas se quedó perplejo ante mi reacción, inmóvil. Abrí la puerta de la oficina, y salí como un rayo. El grito ahogado de mi padre fue lo último que escuché antes de salir.

—¡Ven para acá, Craig!

South Park "Eres mío, Ángel" [Crenny]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora