XLIX

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Antes de hacer cualquier locura, decidí pasarme por un trago, en el único bar que conocía. Tan pronto como subí al coche, manejé hasta el centro de la ciudad. Detrás de mi colegio, a unas cuantas cuadras más, estaba UV Unicorn's. El lugar en el que siempre nos reuníamos tras terminas los exámenes de cada parcial. Para nosotros, era más bien un lugar de relajación. Nuestro segundo hogar.

El aparcamiento estaba repleto. Literalmente. Tardé unos cinco o tal vez diez minutos en encontrar un lugar cerca del bar. Lo común era que en verano estuviera lleno.

En estos momentos deseaba encontrarme a alguien. A cualquier persona con la cual pudiera hablar. Realmente no me sentía mal. Digo, ¿de verdad Damien hablaba literal cuando decía que Kenny y Rebecca tenían algo? No podía preguntarle así porque sí.

En la entrada, una de las siete camareras que atendían el lugar me recibió con una sonrisa.

—¡Hola, chico lindo! —saludó, tomándome con una mano del hombro y con la otra tomando un folleto del lugar—. Ahorita mismo te atiendo, guapo.

Y sin más, desapareció de mi vista, para entregarle muchos más halagos a los clientes de las diferentes mesas.

En tres minutos, volvió a aparecerse, pero esta vez con un menú en la mano.

—Acompáñeme —pidió, y me dirigió hasta una mesa que se situaba al lado de una ventana, en la cual se podía ver toda la calle.

—Gracias —dije—. Me trae una limonada, por favor.

—¿No quieres algo más fuerte? Quién sabe, un vinito, o tal vez un licor.

—Me trae una limonada, por favor —repetí, un tanto más estricto.

La camarera hizo una mueca.

—En seguida.

En cuanto se fue, me giré hacia la ventana. Realmente era raro estar completamente solo, sin compañía, desde que llegó Kenny. Él era la única persona con la que quería estar. Sin embargo, él no pensaba así.

Cuando la camarera trajo la limonada a la mesa, mi celular comenzó a vibrar repentinamente. No me dio tiempo de decir un "hola" cuando contesté la llamada.

—¡Craig! —dijo la voz de una chica al otro lado de la línea.

—Disculpe, ¿quién es? —pregunté, al no reconocer quién era.

—Soy Karen. ¿Podrías traer un pastel a la casa? ¡Mañana será un gran día!

—¿Qué? ¿Por qué? —pregunté, desconcertado.

—¡Mañana es Primavera! —gritó la voz de un chico de fondo.

—¿Y...? —Pero no pude terminar. Los pitidos del fin de la llamada sonaron en mi oído.

¿Un pastel? ¿Primavera? ¿Qué tenía que ver la primavera con el pastel?

Pasé un rato más en aquel bar. Después de pagar la limonada y dejar algo de propina en la mesa, encendí el auto y conduje por todo el pavimento hasta llegar a casa. Dejé el automóvil en el estacionamiento privado del edificio y me fui a pie directo al supermercado.

South Park "Eres mío, Ángel" [Crenny]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora