― ¿Eres tú?―Repite Maia con un sollozo, el hombre misterioso solo sonríe divertido y se acerca un poco a centímetros del rostro de la mujer que explora miles de sentimientos en un solo segundo, el siente como la respiración de ella aumenta y con su dedo índice le hace la seña de que guarde silencio, con su fuerte mirada y su impecable sonrisa la empuja través del vidrio y este se rompe.
Maia se desmalla por el impacto de este y termina con cortadas en sus brazos, el brinca por la terraza y huye del intento de homicidio.
A la mañana siguiente Maia se despierta y se encuentra vestida con una bata de hospital recostada, su esposo sostiene su mano y Vaiolet la observa fijamente pues esta frente a ella.
― ¿Qué pasa que hago aquí? ―Dice Maia intentando incorporarse.
―Al parecer alguien atento contra ti mi amor, quiero saber lo que realmente paso. ―Dice Jhon su esposo.
―No lo sé, solo estaba haciendo una fuerte tormenta y vi a un hombre de negro la curiosidad me gano y me acerque para ver que se le ofrecía, me observo se rio de mí y me empujo contra la puerta de cristal.
― ¿Por qué rayos te le acercaste? Porque no solo llamar a la policía ¿Qué crees que se le iba a ofrecer mama?
―No lo sé Vaiolet, pero baja el tono de tu voz me duele la cabeza.
―Como siempre de boba Maia, ya me voy a la escuela tengo cosas más importantes que hacer que estar aquí, adiós Jhon.
―Adiós hija―Dice Jhon mientras Vaiolet sale furiosa de la habitación.
―Réstale importancia a lo que dice Vaiolet, lo importante es que no paso a mas, la policía ya está investigando el asunto tú no te preocupes solo son algunas cortadas en los brazos y unos cuantos golpees con reposo y medicamento estarás mejor, ahora recuéstate y descansa yo iré a realizar algunos asuntos pendientes en la oficina y vengo por ti en la tarde, te amo Mia.
Jhon le besa la mano a Maia y sale de la habitación sin decir más―No me digas Mia―Dice Maia en un susurro apenas audible y se recuesta.
Sintiéndose una inútil e indefensa sin ganas de nada duerme toda la tarde hasta que la despiertan para que salga del hospital de regreso a casa.
―Ya llegamos a casa mi amor, camina despacio, dijo el doctor que tuvieras mucho cuidado ya están mis escoltas cuidando la casa para que nadie intente hacerte daño.
―Muchas gracias cariño yo...―suena el celular y Jhon contesta.
―Espera cariño.
Al terminar de colgar la llamada se vuelva a Maia y le da un beso en su frente.
―Tengo que volver mi amor, es urgente.
―Pero me acompañaras en la noche
―No, tengo que volver a salir de viaje, pero prometo compensártelo si
―Siempre dices eso Jhon, quiero que estés conmigo para protegerme.
―Prometo compensártelo muy bien, Te amo Mia, nos vemos dentro de unos días, adiós.
Jhon toma su portafolio y de nuevo sale por la puerta, Maia sopla con fastidio y su fleco vuela.
Se adentra en el comedor y Vaiolet sale de la cocina con una bandeja en sus manos.
―Perdón, por lo de esta mañana Maia no quise decir que tenía cosas más importantes que tú, solo que de verdad me asusté mucho cuando te vi tirada en tu habitación cubierta de sangre y de vidrios me pensé lo peor.
―No hay problema hija, te entiendo y...
Vaiolet quita la tapa de la bandeja y descubre los panqueques.
―Panqueques del perdón, curan la tristeza y alegran el alma.
―Siiiiii, mis favoritos, eres la mejor hija del mundo―Comienza a besar a su hija y esta sonríe.
―Ya mama, y bueno ya que estas contenta y en reposo, tienes todo el tiempo del mundo para hablarme de... mi papa.
El rostro de Maia palidece y mira a su hija cansada.
―Bien, pero será la primera y última vez que hable de acuerdo.
―Perfecto, te escucho.
―Él era un buen chico, muy estudioso, inteligente y muy atractivo tenía muchos problemas serios a los que me llevo con el hasta la muerte.
―Eso lo sé, pero quiero saber cómo lo conociste, que le gustaba hacer, si practicaba algún deporte, como se vestía.
―Lo conocí en la escuela el venia de intercambio de Londres con su madre y su padrastro mexicano, le gustaba tocar el piano y escribir poesía no practicaba deporte hacia mucho ejercicio y corría por el bosque, su vestimenta era muy básica siempre usaba una sudadera negra y pantalones normales los cuales resaltaban sus carnosos labios rojos y esos ojos... ya te conté demasiado. ―Sin querer a Vaiolet le sale una lagrima y Maia al verla se limpia las de ella y le sonríe a su hija.
―Cuanta falta me ha hecho, gracias por contarme algo más de el mama.
―De nada hija.
Se llega la noche y Vaiolet ya está durmiendo en su habitación, Maia con mucha precaución sube las escaleras y entra a su cuarto.
Se tiende en su cama y observa al techo, el mal tiempo paro solo por ese día pero pronosticaron más tormentas alrededor de toda la temporada.
Limpiaron los restos de la ventana de cristal y colocaron otra nueva, esta vez estaba abierta para que entrara el aire, Maia observa la luna y cada vez se le están cerrando los ojos cuando de pronto llega el hombre de negro y la besa ella solo abre los ojos como platos y le sigue la corriente.
Esos labios carnosos y fríos con sabor a metal...
Maia pasa sus brazos por el cuello de él, el hombre la levanta y la mujer envuelta con un gran apetito sexual posa sus piernas alrededor de la cintura de él.
El hombre la azota contra la pared y ella gustosa arquea su espalda del dolor, se besan con una intensidad casi indescriptible, su pasión y su ritmo cardiaco aumentan.
Hace calor, mucho calor...
Las manos del hombre bajan hasta el trasero de Maia y la pega a su miembro, ella suelta un jadeo.
Mi corazón no puede mentir, yo sé quién eres―Pensóella.
Saca una navaja y le hace un corte en su cuello para después con su lengua beber todo su elixir rojo.
―No me pude contener―Dice el hombre.
―Me gusta por favor no pares―Dice Maia jadeando.
― ¿Estas sola?
―No, esta mi hi...―Le cubre su boca y nariz con un pañuelo y ella se mueve descontroladamente pero no puede impedir caer desmallada en sus brazos, el la recuesta en su cama y sale por su terraza.
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Dulce Sabor a Muerte © Libro I y II
Aktuelle LiteraturSin darme cuenta ella tomo su cuchillo y me hace una gran herida placentera en mi pecho para saborear el dulce elixir que anuncia la muerte. Nos seducimos a miradas, succionamos este amor y deseo carnal que nos invade todo nuestro cuerpo, junto a un...