Vaiolet
Jodidos hombres de mierda...
Todos son iguales en su máximo esplendor, no puedes vestir faldas pegadas a la figura de tus caderas por que todos no paran de ver tu trasero.
No se por que acepte en vestir así, bien pude joderlos siendo a mi manera. De hecho, no se por que llevo de esta manera mi vida.
Mi padre desde lejos me pagó una buena universidad, mis notas eran de las mejores de la clase y tenia un futuro prometedor...
El amor te hace cambiar tus planes de vida cuando menos lo esperas, para bien o para mal caes en las malditas redes.
El sonido de mis tacones suena en cada paso que doy al caminar de manera segura por el banco.
Puedo observar las cámaras de seguridad seguirme por todo mi trayecto. Entro a la oficina de recursos humanos y les entrego mis documentos falsos que confirman que soy parte de la empresa como trabajadora a partir de hoy.
Las mujeres que se encontraban presentes solo hacen una mueca pues no pueden disimular la envidia que despunta cada parte de su gordo cuerpo, no soportan la idea de que alguien tan hermosa como yo sea parte de su patético trabajo.
Las veo disimuladamente por debajo de mis gafas y sonrío.
Me dirijo al cuarto de vigilancia y les entrego dos tazas de café que supuestamente les mandaron el gerente para que se mantuvieran despiertos.
Revisé cada pantalla donde se observaba cada departamento del gran banco, cuando de pronto los dos hombres de la "seguridad" caen desmayados a mis pies.
Tengo que actuar rápido, es ahora o nunca. Saco mi pistola y disparo contra el equipo de vigilancia, este hace corto circuito.
Me quito los horribles tacones que me estaban lastimando, recargo la pistola y salgo por la puerta.
Escucho disparos por la planta de abajo, -Mi amor estas aquí- me digo a mi misma.
Los trabajadores al escuchar todas las detonaciones salen como ratas corriendo hacia sus escondites, pero yo estando en medio del pasillo me vieron el arma y una de ellas dice -Sabia que era sospechosa-.
-Demasiado tarde, preciosa- cae por mi disparo directo a su cabeza.
Todos se tiran al suelo para cubrirse, algunos de ocultan detrás de los burós pero no estoy aquí para matar a nadie, claro, solo a los que me plazca.
Recargo nuevamente mi pistola y tranquilamente bajo para encontrarme con mi amor.
Todos las personas están contra al suelo, mi hombre esta disparando hacia el techo para causar terror, se ve tan masculino intentándolo.
-¡Amor!- lo saludo como niña coqueta y el me sonríe muy sexy, un hombre se levanta e intenta taclearlo pero le disparo a la cabeza y cae muerto a sus pies.
Percatándose de eso mi hombre se acerca y me da un apasionado beso en mis labios. Al finalizar le susurro -Andando-.
-¡A ver estúpida dame todo lo que tienes o te mueres!- la cajera asustada y nerviosa oprime muchos botones a la vez y no abre la caja registradora.
-No... no me deja, no hay sistema, no permite abrirme- dice con las mejillas mojadas por sus lágrimas, -Mas vale que lo abras o te vuelo la cabeza- digo tranquilamente.
Ella comienza a tratar de abrirla con las manos y del desespero golpea la caja pero esta no abre -Deberían contratar gente menos incompetente- le disparo justo en la cien, amo mi buena puntería.
Mi amor, de una patada abre la puerta de acceso a la cabina donde se encuentran los cajeros. Dispara a matar a ellos y a golpes pudo abrir las cajas; rápidamente comencé a guardar el dinero y ambos nos apresuramos a salir del banco.
¿Dónde está la policía cuando en verdad la necesitas?
Ambos nos montamos en la moto sin rumbo, hacia donde esta nos llevase...
Esta que siento me hace sentir viva y feliz, sé que esta no es la clase de acciones que pueden hacer sentir orgulloso o dichoso a cualquier persona. Pero a mi sí, al pensar en adrenalina me recuerda a este amor que invade cada parte de mi alma y al pensar en amor me recuerda a él.
Por el... sólo el me atreví a ser quien soy, me encanta.
-Tu me haces sentir viva- le susurro al oído, siento que sonríe.
-No quiero que esto acabe nunca- termino mi frase y el me a completa, -Descuida mi amor, seremos jóvenes por siempre-.
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Dulce Sabor a Muerte © Libro I y II
General FictionSin darme cuenta ella tomo su cuchillo y me hace una gran herida placentera en mi pecho para saborear el dulce elixir que anuncia la muerte. Nos seducimos a miradas, succionamos este amor y deseo carnal que nos invade todo nuestro cuerpo, junto a un...