Capitulo 27: Fuego Salvaje PT2 (Maraton Final) Vota por 3ra Temp

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Ha como va pasando el tiempo estos dos van creando un cierto cariño.

Cada vez Vaiolet y Evan se van acercando cada vez más, tanto que cuando Mark no está, la invita a su casa y el enseña a tocar el piano. Se les ve muy felices pues ambos han tratado de llenar ese vacío que tenían en sus vidas y descubrieron que tienen cosas en común, gustos de música, comidas incluso manías, ambos han pasado tiempo de calidad juntos algo que jamás cambiarían por nada.

― ¡Vaya! has aprendido muy rápido a tocar el piano ―dice Evan impresionado.

―Cuando algo te encanta lo aprendes fácilmente―dice Vaiolet emocionada.

―Eso es muy cierto, haber toca la sonata "Eclipse de luna" ―dice Evan, Vaiolet la toca con mucha sensibilidad y pasión hacia la música y el como un padre orgulloso la observa.

Al terminar, voltea a ver como se encuentra su maestro de piano, Evan esta extasiado por el talento de Vaiolet.

― ¿Te gusta? ―pregunta Vaiolet

―Me encanta, tienes un gran talento, me recuerdas tanto a mi cuando tenía tu edad, esta sonata tiene un significado único para mí y que tú los toques es impresionante―se acerca a ella y la abraza fuertemente.

―Gracias por estar conmigo Frank, te quiero―eso le llego al corazón a Evan que provoco que la abrazara aún más fuerte.

―Gracias a ti por hacerme compañía y por hacerme sentir no tan miserable, yo también te quiero hija― dice Evan sin percatarse de la última palabra y ambos se vieron asombrados por lo anterior dicho, abren sus ojos como platos y se separan, terminan sonrojados.

― ¿Hija? ―dice Vaiolet asombrada ―Perdón, no me fije en lo que dije, a veces te siento como tal pero discúlpame no vuelve a pasar―dice Evan arrepentido.

―Está bien no te preocupes, tú no tienes una hija y yo un papa, así que es normal que anhelemos lo que no podemos tener― dice Vaiolet de forma madura, ―Si, tienes razón―dice Evan.

Van en el auto de Evan y pasan por el parque en el que vio por última vez a Nicolás, a lo lejos se alcanza a apreciar de espalda un chico vestido con unos pantalones muy flojos del trasero y con una remera de cuero negra y una cadena que cuelga de su pantalón, es muy alto y delgado, trae consigo una gorra y se encuentra esperando a alguien, el chico se voltea al escuchar al auto pasar lentamente y Vaiolet puede apreciar perfectamente ese rostro bello junto con una mandíbula bien marcada y una perfecta sonrisa.

Esos ojos color miel...

―Frank, para el auto―dice Vaiolet y Evan rápidamente frena.

― ¿Qué pasa Vaiolet?―pregunta asustado

― ¡Es el!, ¡regreso el regreso! ― baja del auto sin importar más mientras Evan estacionaba el auto cerca de ella.

Vaiolet corre hacia el chico y lo abraza, el por supuesto corresponde el abrazo.

―Sigues oliendo igual de delicioso, Coco y chocolate, que delicia―dice el chico con una voz algo grave.

―Frank tenía razón, tu eres mío y por eso regresaste―dice Vaiolet.

― ¿Ya no quiere asesinarme poli? ―dice Nicolás.

―No, todo ha cambiado, al igual que tu extrañe demasiado tu presencia, tu olor todo de ti―dice mientras lo apretaba con todas sus fuerzas.

― ¡Ya bésala hombre! ―dice Evan por atrás y ambos se miran para hacerle caso, se besan con una necesidad y reencuentro juvenil oculto en una enorme pasión que pronto ha de culminar.

Dulce Sabor a Muerte © Libro I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora