Capitulo 11: Pideme lo que quieras (Maraton Vacasiones)

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Evan y la extraña chica no se separan aunque el vaso les pasara cerca y terminara roto en el suelo.

Terminan su beso y ambos voltean a ver a Maia quien se encuentra hecha una furia, Evan sonríe descaradamente mostrando su perfecta sonrisa burlona. ―Hola Maia, veo que despertaste te presento a Melina Vertiche una de mis compañeras de juego, ¿ocurre algo?―Pregunta muy cínico.

―Na-nada solo que desperté y no estabas en mi cama, baje a buscarte y... te encontré aquí―Dice tratando de sonar saboteadora pero la idea de ellos dos en la cama a Melina le da igual, al final Maia se abraza a sí misma y lucha por no llorar.

―Oh genial, ¿se te ofrece algo?, puedes tomar lo que quieras mientras Melina y yo iremos a jugar un rato, nos vemos. ―A Maia se le acristalan los ojos y se muerde el labio para no llorar frente a él y a la mujer trepadora que visito esa noche a Evan.

Evan le da una palmada en sus glúteos a la mujer―Vámonos nena― La mujer sonriente se posa frente a él y se trepa rodeando con sus piernas la cintura de él, sin parar de besarse suben las escaleras mientras las lágrimas de Maia aparecieron en cuestión de segundos.

Baja Mark y ve a Maia con la cabeza recargada en el pilar de la cocina, inmediatamente se acerca a ella para intentar consolarla y ella solo se limita a sollozar en su hombro como niña pequeña― ¿Tu lo amas verdad? ―Pregunta Mark, Maia levanta la mirada llena de lágrimas y con voz cargada de pesar y tristeza responde―Más de lo que imaginas―.

Pasaron los minutos y ellos solo seguían abrazados, hasta que escucharon los gemidos de aquella mujer que provenían de la habitación de Maia, Melina exageraba para afectar a Maia y que le quedara bien claro quién es más importante.

Sin poder seguir escuchando Maia toma su bolso y decide salir a si sin más, en la oscuridad a plena madrugada con el habitual frio de aquel lugar expuesto.

―No dejare que te vayas tu sola, te llevare a tu casa―Suben al auto de Mark y se dirigen a la casa de Maia.

Al llegar esta se recarga en el vidrio y cierra los ojos para soltar un largo y profundo suspiro―Si lo amas ¿Por qué permites que se acueste con otras? ―Pregunta Mark.

―No somos pareja y no podemos serlo, soy casada―Dice Maia.

―A lo que yo se ¿tu pareja es homosexual no?

―Si―

― ¿Entonces, que esperas por luchar por el?, no te rindes eres mujer y si tu quisieras podrías tener a todos los hombres que quisieras, eres hermosa.

―Él no puede amarme―Contesta cortante Maia

― ¿Por qué?, ¿Quién dice eso?

―El me lo grito a la cara, él no puede amarme, jamás lo hizo y nunca lo hará―Para de hablar para soltar un sollozo―En el fondo sabía que él no había muerto y una esperanza vivía en mi corazón, él vivía dentro de mí al igual que todo este amor, ¿Qué era lo que esperaba? No lo sé pero te aseguro que no era sentirme así una vez más.

Mark se conmueve con sus palabras y la abraza, ella nuevamente se rompe a llorar en su regazo, Maia nunca había sentido la confianza de llorar y expresar su sentir por Evan con nadie y eso sentía con él.

― ¿Cómo pueden haber hombres tan idiotas para dejar ir un amor tan puro en inmenso como el tuyo?, creí que no había mujeres que amaran tan ciegamente pero hoy tú me lo has demostrado, de ahora en adelante tendré los ojos muy abiertos para encontrar a alguien como tú, aunque eso será imposible ya que tú eres única Maia Jones. ―Maia se sonroja y sonriendo se limpia las lágrimas, se siente bien después de todo desahogarse con alguien que entiende tu problema.

―Nos es muy bueno amar de este modo, es algo muy hiriente y toxico―Dice Maia

―Sí, cuando no es la persona indicada, tal vez esa persona este por llegar o... la tengas frente a ti solo es cuestión de tiempo ya lo veras Maia.

―Eso espero Mark y muchas gracias por escucharme y traerme a casa.

Mark se acerca demasiado tanto que acorta el espacio personal entre ellos dos, la toma del mentón y le da un tierno beso en la mejilla poniendo muy nerviosa a Maia y susurra en su oído―Fue un placer―Se da la media vuelta y se adentra en su auto para después marcharse.

Maia suspira y cierra la puerta de su sola y grande hogar.

Dulce Sabor a Muerte © Libro I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora