La tormenta no ha parado, Vaiolet entra a su casa empapada a causa de la lluvia, busca a su madre con la mirada y esta se encuentra deshecha en un mar de lágrimas.
Vaiolet sin preguntar se acerca a ella y la abraza, Maia le corresponde, ambas lloran y se acompañan en su dolor.
Pasan varios días, Nicolás se va del país, los días para Vaiolet regresaron a los de antes, vacíos y solos. Su vida volvió a la misma rutina de siempre, ir a la escuela, regresar a casa y cuando se llega el fin de semana ocultarse en sus sabanas para leer algún libro y escuchar su música deprimente.
El cambio para Nicolás no le sentó nada bien, lo incluyeron en una escuela de alto prestigio, seguía siendo el chico aplicado de siempre pero su conducta fue cambiando, ahora era un chico grosero, petulante, obstinado y egocéntrico.
Maia no puede olvidar lo sucedido con Evan, no puede creer en lo que se ha convertido, un ser que guarda rencor y no perdona pero muy por dentro quisiera ir con él y demostrarle que lo ama y lo perdona más sin embargo su nuevo ego y orgullo se lo impedían.
Mientras tanto ella seguía disfrutando de su relación con Mark quien la hacía feliz por momentos.
Vaiolet se encontraba camino a casa, pero el recuerdo de Nicolás le llego a la cabeza al pasar por el parque donde estuvo con él la última vez.
Se negaba a pasar por ahí así que decidió ir al bosque para descargar toda su tristeza pues no quería que nadie la viera así.
Al llegar a su lugar preferido, se recargo en un árbol y se deslizo hasta llegar al suelo, se abrazó a sí misma y comenzó a llorar.
Escucho unos pasos pero no le importo, se sentía demasiado mal como para reclamarle a alguien.
― ¿Qué haces aquí niñita? ― dice Evan, ella solo lo ve de arriba abajo y sigue llorando, ― ¿Te pasa algo? ― pregunta preocupado Evan.
―A ti no te importa, además no entenderías― dice con la voz quebrada Vaiolet.
―Pues tal vez cuando te escuche te entienda, tengo mucho tiempo― se sienta a lado de ella ―Hueles a animal muerto, ¿desde cuándo no te duchas? ―dice Vaiolet cubriendo su nariz.
―Digamos que soy tan miserable, que no merezco la ducha, pero cuéntame ¿Qué pasa? ― Vaiolet se sincera con él y le cuenta todo lo que paso con Nicolás, el pasa una mano por su cuello y la acerca a él.
―Es muy triste que tu amor de juventud se acabe y más porque era necesario que el chico se fuera, pero eres muy joven amores van y vienen y tal vez se escuche cliché pero déjalo ir si es tuyo volverá y si no, nunca lo fue, si es tu amor verdadero volverá a tu vida y serán felices juntos pienso que entre ustedes era demasiado amor para tan poca edad ¿no crees? ― Sus palabras la calman y ella se recarga en hombro.
Pasan las horas juntos, ambos se quedan dormidos abrazados el uno al otro como si se conocieran de toda la vida.
Vaiolet se despierta y lo observa, se pregunta como a un hombre egocéntrico y asesino le pudo pasar algo tan grave para andar desarreglado y oliendo tan mal.
Evan se despierta y siente algo muy extraño, es como si pasar el tiempo con ella le calentara un poco su fría alma.
―Gracias por tus palabras Frank ―le sonríe Vaiolet y él le soba su cabeza.
―De nada Vaiolet
― ¿Y a ti que te ha pasado? ―pregunta curiosa.
―El amor, el amor que perdí a causa de ser un idiota―dice con pesar Evan y suspira.
―Debes amar en serio para poder que esto te haya pasado a ti
―Ya lo ves niñita
―Desde que Nicolás se fue, mi vida volvió a ser la misma rutina de siempre, vacía y sola
―No eres la única pequeña, solo que yo siempre he estado solo y hasta ahora me di cuenta― ambos suspiraron ya que saben lo que se siente estar solo. ―Si quieres, solo si tú quieres puedes venir a verme después de la escuela o yo paso por ti para no se... conversar un rato y no sentirnos tan solos ¿no crees?
Vaiolet lo piensa y lo piensa, lo observa bastante rato hasta que responde―Tu y yo ¿hacernos compañía? ― dice Vaiolet incrédula.
―Si tú te sientes sola y yo también, ¿podemos ser amigos no? Y hacernos compañía el uno al otro
― ¿No estos demasiados viejos para ser mi amigo?
― ¿No eres demasiado joven para ser tan grosera?― dice Evan alzando sus cejas y ella sonríe.
―Buen punto amigo mío, si quiero ser tu amiga― dice Vaiolet y Evan abre sus brazos― ¿Abrazo? ― Ambos se abrazan muy fuerte, una sensación de cálido hogar y confianza emana en ellos, esa conexión que sienten no la encuentran en donde sea es como si hubiese algo más por ahí.
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Dulce Sabor a Muerte © Libro I y II
General FictionSin darme cuenta ella tomo su cuchillo y me hace una gran herida placentera en mi pecho para saborear el dulce elixir que anuncia la muerte. Nos seducimos a miradas, succionamos este amor y deseo carnal que nos invade todo nuestro cuerpo, junto a un...