Maia
Tocan el timbre y los alumnos salen de clase, Maia recoge sus cosas y se sienta agotada en el asiento de su escritorio. Maxwell entra al salón de clases y soba la cabeza de Maia que esta se encuentra recargada sobre el escritorio.
Ella eleva su cabeza y le da una sonrisa a medias, sus ojos verdosos se posan en ella y le regala su perfecta sonrisa brillante.
― ¿Qué pasa Maia, por qué tan triste? ―Dice Maxwell acariciándole la mejilla.
―No tengo nada profesor Maxwell, solo que estoy algo cansada y estresada y... solo es eso
―Entiendo el cansancio del trabajo pero ¿por qué tanto estrés?
―Mi chofer se encuentra de vacaciones y mi auto esta en reparación así que tendré que irme caminando a casa
―Yo te llevo, nada me cuesta dejarte en tu casa
―Gracias―Maxwell tomo su bolso y ambos se fueron a su auto rumbo a la casa de Maia.
―Gracias por traerme Profesor Maxwell, ¿no quiere que le invite algo? ―Dice amablemente Maia, el hombre de ojos verdes asienta y entran a su casa.
Maia deja su bolso en el sillón y saca una copa de su alacena, sirve un poco de vino tinto en dos copas y le entrega una a Maxwell.
― ¿No ha llegado tu esposo de su viaje?
―No, su viaje se alargó a un mes y solo me llama una vez a la semana, me siento tan insegura cuando él no está.
―Deberías de contratar seguridad privada o pedirle a alguien que te cuide como no lo hace tu esposo.
― ¿Y quién podría cuidar de mí?
―Yo podría hacerlo―Ambos se miran y Maia solo sonríe, continúan platicando y de copa en copa se terminan la botella de vino.
Su ánimo comienza a florecer y Maxwell comienza a aprovecharse de ello, la hace reír con sus increíbles anécdotas y ella solo se ríe a carcajadas.
―Eres tan gracioso Pearl―Se atreve a decir―Eres maravilloso―Vuelva a reír a carcajadas―Perdón no le hable de usted y le dije por su nombre.
―Me encanta hacerte reír, te ves tan hermosa cuando lo haces
―Eso... eso no piensa mi marido, pero como va a pensar que soy hermosa si ni siquiera le gusto. ―Acusa Maia.
― ¿A qué te refieres? ―Dice Maxwell
―No le gusto a mi marido porque es gay―Revelo Maia y abre sus azulados ojos de la sorpresa, Maxwell con más confianza se acerca a ella.
―Siendo a si ¿puedes salir con otras personas no? ―ella no contesta y se toma otra copa de vino.
―Creo que el alcohol ya se me subió a la cabezota―Se toca con su mano la cabeza Maia―Te llevare a tu habitación―Maia se niega pero él la mata de cosquillas para después tomarla con sus fuertes brazos y subir con ella hasta su habitación.
La deja en la cama y ella se sienta inmediatamente―Me duele la espalda―a Maxwell le brillan los ojos de perversión ― Déjame sobarte ―Dice él y comienza a sobarle la espalda por encima de la ropa, cuando el ve que ella comienza a cerrar los ojos mete su mano por debajo de su blusa y ella se lo permite.
Su mano viaja de su espalda a su abdomen, sube un poco más y llega hasta sus senos, toca uno de sus pezones y ella suelta unos jadeos.
Ella se voltea y le planta tremendos besos muy calientes, sus lenguas se entrelazan sin parar y Maxwell termina arriba de Maia.
Maxwell le quita la blusa a Maia y ella le ayuda a despojarse de su camisa, ambos se encuentran realmente excitados por el contacto del uno por el otro y por el caliente momento que piensan pasar.
Ella solo quiere sentir a un hombre que la toque como en muchos años no lo han hecho, quiere sentirse deseada, sexy y mujer. Solo quiere ser tratada como una mujer sin ser menospreciada, humillada y lastimada como lo hacía Evan.
Maxwell le quita su sostén y queda completamente con el torso desnudo, de pronto se escucha que abren la ventana y el hombre vestido de negro entra por el ventanal interrumpiendo el caliente acto de ellos dos.
Maia muy asustada se cubre los senos despojándose toda la excitación que contenía su cuerpo, Maxwell se aleja rápidamente.
―Lárgate ahora mismo y no te vuelvas a acercar a Maia si quieres seguir con vida―Dice el Hombre y Maxwell intenta atacarlo pero él lo esquiva y toma su brazo para después hacerle una lleva y lo acerca a la terraza para amenazarlo con tirarlo.
―Hombre ¡No!, prometo no acercarme a él, pero no lo mates o de otro modo revelo quien eres
― ¿Sabes quién soy? ―Dice el hombre.
―Sí, así que suéltalo o revelo tu identidad ―Dice amenazadoramente mientras se cubre sus senos.
―Bien―Toma a Maxwell y lo estrella contra la pared para después caer inconsciente.
Evan se quita el trapo que tiene amarrado a la mitad de su rostro y tira al suelo su gabardina negra de cuero.
Evan...
― ¿Qué estabas a punto de hacer? ―Dice Evan furioso
―Estaba a punto de acostarme con un hombre que me desea, anhela, respira un hombre que cuando me toca lo hace con respeto y ternura sin humillarme o someterme, en si un hombre de verdad.
― ¿Te ha tocado en otras ocasiones? ―Pregunta Evan
―Si―Miente―Muchas otras veces en diferentes posiciones en muchos otros lugares.
―Dalo por muerto―Levanta a Maxwell y baja con el junto con sus cosas, lo tira a la calle y tira su ropa junto con él.
Maia solo se coloca su blusa y cuando intenta bajar, Evan la empuja para que caiga a la cama, él se posiciona sobre ella y le aprieta de las mejillas para que lo vea fijamente.
―Escúchame Maia, he vuelto y con eso basta para que vuelvas a hacer mía sin importar si quieres o no, te follare las veces que quiera cuando yo quiera y no reaccionaras de ninguna forma o de otro modo tendré que matar a tu hija y a tu querido esposo ¡¿entendiste?! ―Maia solo asiente asustada y con sus mejillas rojas y mojadas por tantas lagrimas derrochada nuevamente a causa de Evan.
―Se todo de ti, lo que haces, con quienes vives y en donde trabajas no te atrevas a traicionarme porque lo vas a lamentar―Se quita su playera negra y la avienta al suelo para después sentarse quedando con su torso desnudo y mostrar su perfecta V marcada en su abdomen.
―Ya vengo―Dice casi en un susurro Maia, ya no le importaba que tan atractivo fuese Evan ni cuanto lo siguiera amando ella sabría que de nuevo se encuentra sola a su merced y nada podría impedirlo.
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Dulce Sabor a Muerte © Libro I y II
General FictionSin darme cuenta ella tomo su cuchillo y me hace una gran herida placentera en mi pecho para saborear el dulce elixir que anuncia la muerte. Nos seducimos a miradas, succionamos este amor y deseo carnal que nos invade todo nuestro cuerpo, junto a un...