•Daddy•
Las llamadas en su teléfono saltaban a cada minuto, la cabeza le dolía y tenia aún muchos proyectos que entregar. La noche se avecinaba junto con el estrés.
—¿Sigues aquí?–Menciono el pelinegro quien entro sin previo aviso a su oficina.
—Tengo demasiados proyectos que entregar, Frank.–No paraba de teclear las letras de color morado, su vista estaba fija en aquel computador.
—Eres el jefe de todo este imperio, ¿Como es posible eso?—Dijo entre risas el amigo.
—Lo es posible, ya que todos los que están aquí sirven para la mierda.–El cabreo que llevaba encima era impresionante, tantos trabajos e innovaciones lo podrían volver loco en una noche.
—Creo que necesitas una copa, dejale todo el trabajo al estúpido de Carlos, y di 'no te vas hasta que termines todo esto' y fin, adiós al estrés.–La propuesta de su amigo no estaba tan mal, aparte, Carlos es muy buen innovador.
—No es necesario que me niegue a esa copita.–Dijo Samuél aceptando el trago de Frank.
–¡Venga, ese es mi amigo!—Le dio unas leves palmadas en la espalda a Samuel.
Salieron de la oficina de Samuel y fueron con Carlos. Cuando se deshicieron del trabajo pesado subieron al coche y fueron por esa copa deseada.
—Dame una cerveza.–Pidió Samuel.
—Que sean dos.–Dijo Frank.–Dime, ¿has pensado en quitar más tú estrés con algún, chico virgen?
-¡¿Qué dices?!-La pregunta que Frank había formulado extraño tanto a Samuel, el era un chico soltero con millones de pesos encima y que podía hacer cualquier cosa a su antojo y comodidad.
—¿Estas sordo?—Le dio un trago a su bebida.
—No, pero tú pregunta ha sido muy estúpida.
—No es estúpido. Cerca de aquí hay una "industria" en la cual hay muchos chicos buenos, nuevos cada día y tu los adoptas como mascota y lo tratas a tu puto antojo tío.
—¿Tú estás tonto?-Dijo Samuél tomando un trago.
—No tío. Yo fui y compre dos, obviamente primero uno pero luego me aburrió, aparte, no hacia lo que le indicaba y no me llamaba "daddy".
—¿Daddy?–El entrecejo del castaño se arrugo.
—Si, es una forma de llamarte cuando quieres que te hagan caso y así, tengo uno, se llama Alex, es muy buen perro.
—¿Eso no es ilegal?
–Son menores, pero con tú fortuna no te hacen ni dicen nada. Que dices, ¿Vamos?—Frank se veía seguro de lo que decía, a Samuel le parecía una tontería pero nada pasaba si experimentaba algo nuevo.
—¿Vale? Nada más te digo que no quiero líos con la ley.
—No va a pasar nada, Samuelito.—Su mano la poso en su hombro, terminaron su trago y se fueron a la 'industria'.
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Todo estaba blanco, lo único que le ponía color era las luces disco y el olor a putibar.
Samuel tenia cierta extrañeza en aquel lugar. Había muchos chicos semidesnudos, algunos según Frank tenían profesionalidad y ya no eran vírgenes mientras que los que eran "las joyas más preciadas" estaban atados o desnudos en el escenario.
