Cap. 38

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Primer día de trabajo para la empresa Evans...

Mi móvil suena justo a las 6:30 de la mañana. La alarma la he puesto ayer con la intención de que me despertaste para poder ir a trabajar a tiempo.

Necesito un descanso. He estado buscando trabajo estos días y como no había conseguido, me había puesto a comer helado con el poco dinero que tenía, mientras veía una película rentada. Sí épico.

Me levanto a regañadientes y me dirijo al espejo. Estoy como una loca anormal.

Lo sé, lo sé.

Me dirijo al baño y me meto a la ducha luego de verme otra vez en el espejo. Estoy hecha un desastre viviente.

Necesito comprar maquillaje.

Luego de salir de la ducha, regreso a la habitación para ponerme la ropa que he buscado ayer para hoy.

Ayer, Alice y Kourtney me invadieron con preguntas de todo tipo simplemente porque se les antojó. Pero como yo soy una buena amiga, les dije todo lo que ellas querían saber.

Ya deben imaginar la emoción que sentían cuando les dije que vi al hermano de Bastian y que me defendió. Sí, es algo extraño, sabiendo que su hermano es Bastian, no yo.

Pero de pronto la desilución las embargó cuando me contaron que él estaba comprometido con una rubia oxigenada que era muy hermosa pero con falta de educación y con la voz tan chillona que podría explotar el vaso con el vidrio más gordo del mundo. Creo que exageraron.

Como sea... Me pongo mi falsa de tubo y una simple blusa blanca para luego recoger mi cabello en un perfecto chongo y luego mirar en el espejo mi imagen.

Suspiro. Espero estar presentable al menos. Es algo estúpido de mi parte mirar en el espejo, sabiendo cómo me quedan las cosas. Aunque obvio, tengo que estar mejor conmigo misma.

Si entro al baño y me visto y todo y no me veo en el espejo, soy fracaso total señores, total. Porque creo que a todas nos pasa el que para sentirnos más seguras hay que vernos en el espejo. Ley de la vida, mi gente.

Tomo mi celular rápidamente y me dirijo a la cocina para tomar una manzana y luego ir directo a la puerta de la calle y salir.

Camino hasta la estación del bus a esperar a que tengan la decencia de pararse aunque sea un sólo. Luego de dos minutos, al fin aparece uno.

Faltan 20 para que sean las 7:45 y sinceramente, voy con tiempo. A juzgar por el poco tráfico que hay, es obvio que tengo que llegar a tiempo.

Faltando cinco para las 7:40, llego a bajarme del autobús. Entonces, camino hasta la empresa con una enorme sonrisa. Pero cuando veo que un empleado lleva café, caigo en cuenta que tengo que ir a comprar uno.

¡Maldición!

Corro lo más que mis tacones me dejan. No son tan altos por eso puedo correr aunque sea lo mínimo. Llego a una cafetería que está a dos esquinas de la empresa. Maldición. He llegado a tiempo. No hay muchas personas. Hago una fila y en tres minutos tengo mi café. Pero ya he pasado a las 7:46...

Al saber eso, corro como si mi vida dependiera de eso. Maldición. No me gusta llevar tarde y casi siempre lo hago.

Cuando estoy en la empresa, corro hasta el ascensor. Nadie me ve raro, lo agradezco. Creo que no es a mí a la única que le pasa esto.

Pero como siempre, el puto ascensor sigue con lo mismo del otro día. No me deja llegar temprano.

Cuando estoy frente a mi nuevo escritorio, suspiro. Todo lo que he pasado hoy es arte del demonio. Lo sé. Mañana traeré un café del que hay por la cafetería de mi casa. Es más cómodo.

Maldito Jefe © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora