Realmente pensaba que no podía seguir con esto... y estaba en lo cierto.
Camine fuera de aquella oficina escuchando los reproches de mi ex jefe hacia la mujer que acababa de entrar así como las disculpas de esa mujer que ya no me cae bien.
Salí de la empresa y me dirigí a casa. Me senté en la cama imitando hacia el espejo.
No soy fea. No lo soy. Pero el es un hombre demasiado para mi o pata cualquiera supongo. Si, pero demasiado imbécil. Eso si. Estoy segura que algún día podre conseguir a un hombre que me merezca y que me merezca.
El hombre del hotel realmente me ha dejado que pensar. Era mi mejor amigo y realmente estaba un poco atraída hacia él. Pero no como debería. Jamas perdería mi virginidad con un cualquiera. Eso nunca.
Me paré de la cama y me dirijo a la escalera. Las bajo y me dirijo a la cocina. Tome un vaso de agua y la bebí. Mi hermano está casi al llegar.
Realmente no entiende que no es su casa. Debe independizarse. Pero aunque si lo ha hecho, lo del todo.
Imaginen se que vive a tres casas de la nuestra y que sólo la usa cuando va a conseguir ligues o cuando va a bañarse, cepillarse o cosas así.
Me siento en el sofá y comienzo a ver algo de televisión. Me paro inquieta y me voy nuevamente a la cocina. Preparo algo de palomitas de maíz y las como mientras veo televisión.
Necesito olvidarme de ese hombre. Por favor. Ya no quiero que siga siendo mi jefe siquiera. Y no sé por qué mierda no fui hacia mi oficinas y busqué todas mis cosas. Ahora lana tendría que volver a ver a aquel hombre que ya me ha visto hasta desnuda. Es injusta la vida. Nunca quise esto. Jamás lo quise así.
Mañana tendré que ir a conseguir trabajo a otro lugar. No quiero estar cerca de ese hombre. No quiero. Me rehúso.
- Hola cosa rara. - escuché al idiota de mi hermano mientras me removía la cabeza haciendo que mi cabello se estruje.
- Hola imbécil - digo dándole un manotazo para que quiten si mano de mi hermosa cabellera.
- Compré algunas cosas para la casa. Espero que hagas algo por tu vida.
- Anthony deja de molestarme. Lárgate.
- Hermosa. Esta también es mi casa. Que no se te olvide.
- Imbécil
- Dame de eso - se tiro en cima como animal que es y me cogió de mis palomitas.
- Esto no puede ser cierto - dije al verme empapada de palomitas por todo el cuerpo y hasta el sofá. Lo miro molesta y me paro de allí
- Quiero que me digas la razón por la cual estás más gruñona que nunca?
- Renuncié.
