Ahí está de nuevo aquel idiota que se hace llamar por "Bastian Evans". Já, como que si a mi me importara. No, porque es un tonto. Me vale muy poco lo que quiera ''significar" su supuesto nombre de mierda.
He tratado de buscar información sobre él, pero nunca tengo tiempo. Cuando estoy en el trabajo obviamente no puedo pero cuando llegó a casa, menos, caigo dormida desde que me siento en el sillón.
Estoy muy agotada últimamente y no me importa tanto ese tal Bastian como para estar buscándolo por cielo mal y tierra mientras muero de insomnio.
Que se joda el muy estúpido.
Camino con una muy finguda sonrisa hacia el hombre que me mira con burla y tomo el bolígrafo y la nota donde voy a apuntar lo que quiera. Hoy me toca así.
-Buenos días. ¿Qué es lo que desea?
-Buen día. Al parecer está de buenas porque no me ha hablado mal hoy.
-No estoy para juegos. Ordene y déjeme en paz.
-Bien, creo que no está tan de buenas. ¿Me equivoco? -ruedo los ojos y me volteo. Ni puedo seguir con esta mierda. -Hey, no le he dicho que se retire aún. -me mira con burla. Tengo ganas de quitarme esa maldita sonrisa.
-Señor, ordene o se retira. Me vale poco que quiera charlar. Yo tengo cosas más importantes que hacer.
-Bien, un café y una noche con usted. -sonríe de lado.
-¿¡Perdón!? Pero ¿usted quién diablos se cree para venir hasta esta cafetería a hablarme de esa manera?
-Ya se lo he dicho muchas veces. Mi nombre es mayor que usted. Me llamo Bastian Evans.
-¿Sabe qué? Me importa un bledo. Llamaré a seguridad.
-Usted es una ignorante señorita. ¿Quién hiy en día no sabe quién es Bastian Evans?
-Pues yo no tengo ni la menor idea de quién sea usted y creame si le digo que me vale muy poco saber quién y quién no es usted.
-Parece que siempre va a vivir en la ignoranci ¿No?
-¿A usted que más le da? Viva su vida y deje la del otro, metiche de mierda.
-Señorita, puedo mandarla a la cárcel por agresión verbal.
-Y yo por acoso. A ver quién gana.
-Obviamente que yo. Pero le voy a dejar el sueño de que no sea así. Ahora traigame mi café, que es para hoy.
Le fulmino con la mirada y me dirijo a la barra. Maldito imbécil ¿Quién se cree que es? Estoy lo bastante adulta, grande y madura como para que me vengan a hablar así. Le digo el pedido a la muchacha nueva que está en la barra y me dirijo hacia otra mesa.
Ese maldito estúpido me va a traer problemas. Hasta que no le llame a seguridad un día. Aparte de las amenazas que me da. Jum.
He vuelto.
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Los amos
Besos psicólogos.
