Capítulo 40 - Resultados.

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- No has dicho una palabra desde que has llegado, ¿Te encuentras bien? - Asentí, mirando los verdes ojos de James.

- Solo estoy ... nerviosa. - Le susurré.

Aiden y mi madre charlaban animados de alguna tontería, sin darse cuenta de mi pequeña conversación con James.

- Todo va a salir bien, si sales elegida, me tendrás a tu lado, siempre.

Lo miré, agradeciéndole con una sonrisa.

- ¿¡Y recuerdas cuando casi me ataca un tiburón?! - escuché decir a mi hermano.

Mi madre lo miraba sonriente, recordando la historia.

Aunque papá no estuviera, ahora estábamos más unidos que nunca.

No me he olvidado de Adams y de su familia, los Hudson. Estaba segura de que iba a vengar a mi padre, pero necesito tiempo.

No puedo dejar que la sed de venganza maneje mi vida.

No voy a permitirlo.

Me levanté, dirigiéndome al jardín.

Sentí la mirada en mi espalda al levantarme de golpe, pero no me importó.

La brisa me golpeó en la cara, dándome una sensación de relajación increíble.

Me senté en el césped, observando la luna llena.

Una inmensidad de estrellas se levantaban en el horizonte, mirándome.

Dicen que una estrella puede morir, pero su luz seguirá llegando por millones de años.

Como mi amor por Ryan.

Puede que esté muriendo, poco a poco, pero mi amor hacia él sigue siendo igual de intenso que el primer día.

- ¿Pensativa? - La voz de James se hizo presente bajo la fría noche.

Me levanté observándolo con palos de madera a su lado. Uno más largo simulando una lanza y dos mas pequeños simulando dos espadas.

Me decanté por las dos espadas.

- Necesitas desahogarte, adelante, hazlo. - Me provocó.

Se puso en posición de combate, me reí, haciéndo lo mismo.

Esperé el primero golpe, pero no lo hizo, así que tome la iniciativa.

Intenté golpearlo, pero bloqueó mi golpe.

Rápidamente nos enzarzamos en una batalla dónde ambos soltábamos golpes, pero ninguno llegaba al oponente, bloqueándolos por el camino.

Localicé un punto débil en sus pies, y lo golpeé, provocando que cayera.

Coloqué la otra "espada" en su cuello.

- Has mejorado. - Exclamó.

- ¿Se puede decir que la alumna ha mejorado al maestro?

- Eso jamás. - Sonrió, golpeándome en los pies cómo yo había echo antes, haciendo que cayera al suelo.

Me levanté rápidamente, volviendo a la batalla.

Sangre [SANGRE & ACERO #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora