Sangre [SANGRE & ACERO #1]

Capítulo 46 - Lo siento.

- ¿De que te ríes? - Pregunté una vez a su lado.

- Aveces me pregunto quien protege a quien, si tú a mi o yo a ti.

- Nos protegemos, ambos.

- ¿Que piensas hacer ahora? ¿Mandar a un equipo a por Adams? - Intenté mirar hacia otro lado, aunque entonces estaría claro que no voy a hacer eso.

- Sí, claro, los que trajeron a Matt son buenos, supongo que los mandaré a ellos.

Asintió lentamente, sin levantar la vista de mi.

- Ves a casa, a descansar, yo me ocupo de todo.

Se me quedó mirando con la ceja levantada por unos segundos.

- No, creo que mejor me quedo un rato más.

Se desplazó por la sala, sentándose en una de las sillas de los supervisores.

Mierda.

Un fuerte estruendo se escuchó, la puerta principal.

- ¿¡DONDE ESTÁ?! - Aiden entró rápidamente a la sala, acompañado de James.

- Ya lo tenemos, Aiden está diciéndonos la dirección.

- ¿!A que esperas?! ¡Dámela!

- Tu no vas a ir Aiden. - Solté, quizás demasiado dura.

- ¿Como? ¡Claro que voy a ir!

Negué con la cabeza, intentando calmarlo.

- Voy a mandar a un .. grupo especializado.

Miré a James, quien pareció captar mi mensaje, y asintió lentamente.

- Te prometo que volverá, sana y salva.

No dijo nada, se quedó mirando el suelo.

Aproveché para acercarme a James.

- Necesito que te lleves a Ryan de aquí - Le susurré una vez a su lado.

- ¿Como diablos quieres que haga eso?

- No sé, ¡apáñatelas!

- ¿Algo que compartir con los demás? - Comentó Ryan acercándose a nosotros.

- Sí, acompáñame a revisar las armas. - Se inventó rápidamente James.

- Creo que prefiero esperar a ver como Sophie encarga la caza de Adams.

Me miró fijamente, ¿No puedo tener un novio tonto?

Me harté de la situación, y exploté.

- Sí, tu ganas, voy a ser yo quien vaya a cazar a Adams, y si estás pensando en la mínima posibilidad o oportunidad de impedírmelo, olvídala Ryan, porque voy a hacerlo. - Solté de golpe y casi sin respirar.

Me miró fijamente con esos ojos azules que tanto me matan por unos segundos.

- No pienso impedírtelo. - Empezó, dejándome confusa. - Pero sí acompañarte.

Negué con la cabeza al instante.

- Ni hablar.

- ¿Piensas impedírmelo? - Soltó con una sonrisa, acercándose más a mi.

- Sí, dormirás en un calabozo si hace falta.