Capítulo 20: Buena compañía

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BEN

La rubia me acaba de invitar a tomar un café a su departamento, no estoy soñando, sí, lo hizo y yo estoy como idiota intentando que me salgan las palabras pero nada.

—Si no quieres está bien —se apresura a decir—, debes tener planes un sábado en la noche.

—No, no tengo planes —al fin sale mi voz—. Y me encantaría un café.

Siento como suspira y luego nos bajamos del auto, apenas cierra su puerta veo que se queda paralizada; no tardo mucho en darme cuenta de por qué.

—¿Así que por este me cambiaste? —dice un tipo que parece tener nuestra edad, tal vez un poco más. Viste pantalones holgados y si no hubiese hablado como si conociera a Kate lo hubiera confundido con un delincuente—. ¿Por este hijito de papá? ¿Ahora también eligen la ropa que te pones?

—¿Qué haces aquí, Gabe? —le pregunta Kate y yo comprendo enseguida—. Creí haberte dicho que te fueras y no volvieras.

—¿Creías que no iba a pelear por ti?

—No lo hiciste en seis años, y ya no me interesa que lo hagas. Si no te vas, llamaré a la policía y si siques insistiendo te denunciaré por maltrato, ya te lo dije.

—¡¿Por qué no admites que me engañabas y por eso me dejaste?!

—Yo nunca te engañé, el que siempre lo hacía eras tú y me quedé callada por años pero ya no lo soportaré más. ¡Fuera de aquí!

—¡No!

—¿No la escuchaste? —digo sin poder resistirlo.

—Ben, no —dice ella como si me intentara advertir.

—No te metas donde no te llaman, niño rico.

—Me meto todo lo que quiero, no tienes ningún derecho a estar aquí y si no te vas llamaremos a la policía.

Un golpe me llega en el ojo derecho antes de que pueda evitarlo, el único golpe que ese idiota me dará en su vida. Cuando me va a dar otro, bloqueo su brazo y en un movimiento rápido lo doblo, hace un sonido de dolor y con mi otra mano le doy un para de golpes en la cara y en el estómago. Cuando lo suelto, se queda retorciendo en el piso. Sí, el tipo es varios centímetros más alto que yo pero no estuvo desde los cinco años aprendiendo a defenderse.

—Y no quiero verte más por aquí —le digo y abrazo a Kate para entrar.

—¡Por Dios! ¿Estás bien? —pregunta preocupada cuando vamos subiendo en el ascensor.

—Sí, no vi venir el golpe, pero será el único que me dará en su vida.

—¿Cómo hiciste eso del brazo? He visto mil veces a Gabe pelear y nunca había dejado que lo golpearan pero eso fue tan...¡wow!

—Supongo que quince años practicando Karate ayudaron.

—¿Quince años? —pregunta sorprendida y yo asiento—. Podrías enseñarme a defenderme algún día.

—Cuando quieras, ya no quiero ver ese ojo morado nunca más.

Noto que se sonroja con mi comentario pero no digo nada porque justo la puerta del ascensor se abre y salimos, me muestra donde está su puerta y vamos hacia ella, gira la llave y entramos. El departamento es un poco pequeño pero se ve acogedor, y muy lindo.

—Siéntate, te traeré hielo —dice y va a la cocina que está conectada con el living—. No queremos que ese lindo ojo se ponga morado como el mío.

Sonrío al escuchar que encuentra lindo mi ojo y espero a que traiga el hielo, el idiota ese golpea fuerte pero no lo demuestro, también tengo mi dignidad. Pongo la bolsa de hielo y hago una mueca ante el contacto, intento que pase desapercibida pero sé que me vio.

—No tienes que hacerte el fuerte conmigo —me guiña un ojo—. Iré a preparar el café.

Se va y yo me quedo ahí, observando como se mueve de un lado a otro, dando gracias por que no hayan paredes que separen el lugar en donde está ella y en donde estoy yo; de otra forma no podría observarla.

—¿Es tu familia? —pregunto al ver una foto en un mueble, me levanto para verla mejor.

—Sí —viene donde mí con una sonrisa y apunta a la foto—, esa es mamá y él papá —me sorprendo al ver que su padre es afroamericano—, y ellos son mis hermanos, Zack, Leah y Sophie.

Sus hermanos no se parecen en nada a ella, su madre es la única que tiene rasgos de ella, y el cabello también.

—Sé que es extraño para cualquiera que lo vea que él sea mi padre y ellos mis hermanos porque claramente hay algo que no calza. Lydia me cuidó cuando su hermana me tuvo y no quiso hacerse cargo de mí, ya estaba casada con Parker y cuando cumplí ocho años me adoptaron legalmente. Mi vida fue un tanto complicada desde que nací.

—Siento mucho oír eso.

—Es lo que me tocó vivir, mi recompensa fue esta familia maravillosa, son todo lo que tengo. No hay día en que no los extrañe.

—¿Por qué te viniste a estudiar tan lejos?

—Si me quedaba allá, me iba a estancar, nunca podría salir del agujero. No estaba en mis planes que Gabe se viniera también, venirme fue una forma de alejarme de él pero claramente no lo conseguí.

—Si necesitas un guardaespaldas personal, tienes mi número.

—Gracias. El agua ya está hervida.

La acompaño y saco dos tazones del mueble que ella me dice, luego de preparar el café nos vamos a sentar en el sillón, sigo con la bolsa de hielo en el ojo.

—¿Se solucionaron las cosas en tu casa? —pregunta con timidez.

—No creo que tengan solución, mientras menos tiempo pase allá mejor.

—Bueno, si no quieres volver tan pronto podríamos ver una película.

—Claro, si no te molesta —no puedo evitar sonreír, esta chica es genial—. ¿Qué tipo de películas te gustan?

—No me molesta y mis gustos son muy variados, pero podríamos ver una de terror, ¿te gustan?

—Me encantan, viste la última que salió.

—¡La mejor del maldito mundo!

¿Ya dije que esta chica era increíble?

—¿Dónde estuviste toda mi vida? —le pregunto en broma haciéndola sonroja y reír.

—Iré a hacer palomitas —dice caminando otra vez a la cocina—. Bueno, en verdad, las iré a poner en el microondas. El computador está encima de la mesa, elige una película.

—¿Cómo sé que te gustará?

—Sorpréndeme —me guiña el ojo y me deja ahí, mientras se pierde en los muebles. 

Enséñame a amar (SS#1) (VR#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora