BEN
Está nerviosa. No sé en qué momento empezamos a hablar sobre los besos bajo la lluvia, pero soy consciente de que mi comentario claramente le afectó.
—Deberíamos bajar las cosas —dice en un triste intento de cambiar el tema.
—Sí, deberíamos.
Decido no torturarla más, me encanta cuando se sonroja pero tampoco quiero que se sienta realmente incomoda conmigo. No dice nada más y se baja del auto, se dirige a la parte trasera para sacar alguna de las bolsas y yo saco el resto. El conserje me mira, luego mira a Kate y le guiña un ojo, logrando que ella le levante nuevamente su dedo medio. Ella cree que no la vi pero lo hice y también lo vi a él reír, me da la impresión de que son muy buenos amigos.
Cuando llegamos al departamento la ayudo a dejar las cosas en su lugar. Cerca de las seis tomo mi ropa deportiva y le pido permiso para entrar al baño ya que para eso debo pasar por su habitación.
—¿Saldrás a correr? —pregunta cuando paso a su lado.
—Sí —respondo, tenía planeado salir a correr un rato hoy y no dejaré que mi padre siga arruinando mis planes aunque ni siquiera esté cerca. Pero todo sería mucho mejor si esta linda rubia quisiera acompañarme—. ¿Quieres acompañarme?
—No tengo muy buen estado físico.
—¿Y? Sirve para levantar tensiones, no es necesario ser un gran deportista.
—Está bien.
Entro al baño y ella se queda en su habitación buscando algo en el armario. No esperaba que al salir ella estuviera con calzas deportivas cortas y la camiseta aún en la mano, intento que no pase pero mi vista se va directo a sus pechos solo cubiertos con un sujetador muy lindo. Soy hombre, no pude evitarlo y sé que se da cuenta.
—Dame cinco minutos —dice sin parecer alterada.
Asiento con la cabeza y salgo lo más rápido que puedo porque sé que si me quedo un segundo más no podré despegar la vista nunca más.
Me quedo esperando en el sillón intentando quitar la imagen anterior de mi mente sin éxito. Pienso que estaré un buen rato esperando pero debo levantarme casi enseguida. Una de las cosas maravillosas que acabo de descubrir de ella es que hasta el momento, es la única mujer que conozco que cuando dice que se demorará cinco minutos, se demora de verdad cinco minutos o incluso menos. ¿Hay algo que no tenga?
Pero lo que me deja en la luna no es eso, si no lo bien que se le ciñe la ropa deportiva al cuerpo y lo linda que se ve con esas dos coletas bajas que se acaba de hacer en el cabello. Si fuera por mí, la invitaría a correr todos los días. La estoy mirando descaradamente, soy consciente de eso y ella también.
—¿Qué? —pregunta y se mira, me siento completamente avergonzado.
—Nada —intento parecer desinteresado y mirar hacia otro lado pero no lo logro.
Kate enarca una ceja y sonríe, supongo que es su turno de vengarse por todas las veces que disfruté poniéndola nerviosa. Por primera vez, el sonrojado soy yo y ella lo está aprovechando.
—¿Disfrutando de la vista? —pregunta y sé que debo afirmarme. No soy de los que se ponen nerviosos.
—Claro, ¿qué clase de hombre sería si no lo hiciera?
—Admitirlo sin siquiera tratar de inventar una excusa —se queda pensando y luego va a la cocina con una botella para llenarla de agua—. Me gusta, estrellita para ti.
—¿Cuántas estrellitas debo tener para ganar algo?
—Supongo que tendrás que averiguarlo —guiña un ojo y sale del departamento—. Las llaves están colgadas al lado de la puerta.
Saco las llaves porque ninguno de los dos quiere quedarse afuera y salgo detrás de ella. Antes de comenzar a correr, nos detenemos en una pequeña plaza donde hay más personas parece que con la misma idea que nosotros y estiramos un poco los músculos, no queremos lesionarnos ni nada.
—¿Preparada? —pregunto una vez que siento que ya estamos listos para comenzar.
—Siento que no llegaré ni a la siguiente cuadra.
—Yo creo que sí. Vamos.
Comienzo a trotar lentamente y ella hace lo mismo, unos minutos comenzamos a aumentar la velocidad y me sigue el ritmo. Tengo que ir un poco más lento que lo normal, pero es solo porque hice atletismo por mucho tiempo y me exijo bastante.
Mi reloj hace el ruido que me indica que llevamos un kilómetro recorrido y mi compañera no parece cansada aún, se ve bastante bien y hay veces en que me adelanta pero por lo general seguimos el mismo ritmo.
Ya en los tres kilómetros la noto cansada y bajamos la velocidad, no es una buena idea detenerse de golpe así que comenzamos a caminar pero a una velocidad todavía importante. Destapa su botella de agua y bebe un poco el contenido, luego me la tiende a mí y la acepto.
—Creo que hace años no corría —dice entre jadeos—. Estoy muriendo y tú ni siquiera pareces cansado, como si estuvieras recién empezando.
—Claro que estoy cansado.
—No mientas, ¿cuántos kilómetros sueles correr?
—Depende de cómo ande de tiempo y de ánimo, cuando estoy demasiado furioso y no tengo ganas de golpear la bolsa de boxeo puedo llegar a correr hasta diez kilómetros.
—¿Diez? Si que debiste estar enojado.
—Más o menos —sonrío—. Para ser la primera vez que corres en años, tres kilómetros está muy bien.
—¿Tres? ¿Yo? Creo que eso debe estar malo.
—Deberías estar más segura de las cosas que haces.
—Claro que estoy segura de lo que hago, solo que nunca fui muy deportista que digamos —mira el cielo un momento y estira la mano—. ¿Eso fue una gota?
—¿Qué? —caen varías gotas en mi cara—. Mierda, el pronostico decía que sería más tarde.
—Nunca hay que confiar en esas cosas.
El agua comienza a caer cada vez más fuerte y ella estira ambos brazos a los lados y mira hacia el cielo con una sonrisa, feliz de recibir esa lluvia que yo tanto odio. Me pongo debajo de un árbol porque digo la verdad, no me gustan los días así, siento que arruinan todo.
—¡Vamos! No seas nena —dice dando vueltas—. Hace mucho que no llovía, me hace sentir en casa.
—Prefiero quedarme aquí.
—Baila conmigo —estira su mano.
—Estás loca.
—Sí, pero las mejores personas lo están, ¿no?
Me río y ella toma mi mano a la fuerza y me saca de debajo del árbol, rodea mi cuello con sus manos y se comienza a balancear al ritmo de una música imaginaria, sus pasos son tan delicadoscomo los de una bailarina clásica y me recuerda a mamá. Supongo que no pierdo nada con seguirle el juego así que también me comienzo a mover, le doy una vuelta y la vuelvo a tomar por la cintura. La levanto unos centímetros del suelo, ambos reímos, ella como si volviera a ser una niña y este fuera el mejor día de su vida y yo como un niño que recién se da cuenta de lo que se estuvo perdiendo por tanto tiempo. Ya no me importa estar completamente empapado, miro hacia al cielo y la sensación de lluvia cayendo es genial, no sé por qué no lo intenté antes.
Es increíble cómo ella logra que disfrute algo que antes me desagradaba tanto, es increíble cómo se pueden llegar a sentir cosas tan fuertes por alguien en tan poco tiempo. Supongo que hay alguna razón por la que esta rubia entró a mi vida, tal vez para desordenarla un poco o simplemente para alegrarla.
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Enséñame a amar (SS#1) (VR#3)
RomancePRIMER LIBRO SERIE SEMPITERNO, SPIN OFF VIDAS ROBADAS. Antes de conocer a Mía Hamilton, era casi imposible que sus vidas se juntaran ya que no tenían nada en común. Kate era una chica de una ciudad y familia pequeña; no tenía relación alguna con su...