Epílogo

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BEN

Londres, cinco años después

El despertador suena por tercera vez y sé que no me puedo hacer más el tonto, son las dos de la tarde y en una hora tengo que ir a clases. A veces me pregunto si todo el esfuerzo que estoy haciendo vale la pena, luego veo mi diploma de médico colgado en la pared y me recuerdo que sí, lo vale totalmente.

Me gradué hace dos años y hace uno que estoy haciendo la especialidad en oncología pediátrica. Cuando salí de la universidad, todavía no sabía en qué especializarme, me gustaba oncología pero también cardiología y no podía decidirme, fue por eso que me tomé un año para pensarlo y comencé a trabajar en el servicio de urgencias. Finalmente me decidí por oncología pediátrica porque ellos son los que más ayuda necesitan y nada me hará más feliz que aportar mi granito de arena para que esos niños mejoren. Además, recibí la maravillosa noticia de que Toby, mi pequeño amigo del voluntariado, estaba completamente limpio de esa enfermedad de mierda, lo que me motivó todavía más, quería ayudar a todos los niños como Toby.

Así que ahora hago turnos nocturnos en urgencias algunos días y estudio por las tardes, lo que me tiene bastante agotado pero solo me queda un año y medio para terminar. Lo bueno de todo esto es que no tengo mucho tiempo para pensar en otras cosas y el tiempo libre que me queda, lo uso o para salir con Becca y otros amigos, o para dormir que es lo más frecuente.

Lamentablemente, todavía hay días en que extraño a esa rubia tan hermosa que dejé atrás, todavía hay días en que me quita el sueño y tengo que reprimir las ganas de enviarle un correo porque en el fondo sé que está mejor sin mí. Nuestra relación a distancia fue complicada, en un principio supimos llevarla bastante bien pero luego comenzaron los problemas y nos dimos cuenta de que tal vez nos estábamos haciendo daño. Estuvimos dos años y medio intentando hacer que funcionara pero al final, la distancia hizo lo suyo, es muy difícil estar con alguien pero no poder tocarla, no poder besarla, no poder verla después de un día de mierda. Quise regresar a mi país en más de cuatro ocasiones pero ella no me dejó hacerlo y se lo agradezco mucho porque a pesar de todo, a pesar de que la extraño, cumplir mis sueños es algo que me hace completamente feliz.

Luego de terminar, nos seguimos enviando correos de vez en cuando, cuando nos pasaba algo importante pero ya ha pasado más de un año desde el último y no he sabido casi nada de ella más de lo que publica en las redes sociales, aunque no soy muy amigo de ellas. Lo último que supe fue que estaba bien y que estaba trabajando para crear su propia línea de ropa, no sé cómo habrá resultado todo eso.

Hace bastante que no pensaba demasiado en ella pero hoy no puedo sacármela de la cabeza, supongo que amanecí un poco melancólico. Me pasa bastante seguido y estoy seguro de que seguirá pasándome porque alguien como ella es muy difícil de olvidar, puedo estar con mil chicas más pero ella siempre va a ser la única que se ganó mi corazón por completo. Qué complicado es todo esto.

Me encuentro con Becca en la entrada de la universidad y me saluda de un beso en la mejilla antes de entrelazar sus dedos con los míos para seguir nuestro camino. La conocí cuando llegué a Londres pero la verdad es que nunca llamó mi atención, en ese entonces solo tenía ojos para Kate y no me interesaba conocer a nadie más. Para mí Rebecca Martin solo era la chica que competía conmigo por el primer lugar de la beca hasta que me encontré con ella en un café cercano a la universidad hace un par de meses, ella sí se decidió a hacer la especialidad de cardiología y parecía ser muy feliz con eso. En ese entonces yo ya llevaba varios años soltero, ella al parecer también, así que comenzamos a salir.

No pensé que podría hacerlo, volver a fijarme en alguna chica y mucho menos en una que es completamente diferente a Kate, en todos los sentidos. Para empezar, porque tiene el cabello negro y lacio, los ojos castaño oscuro y es de mi misma estatura, en personalidad, son como el agua y el aceite, Rebecca es mucho más tímida e insegura. Debo dejar de compararlas porque no es justo para ella ni para nadie.

La voy a dejar a su salón y luego voy hacia el mío, intento concentrarme en la clase pero tengo demasiado sueño y estoy seguro de que me dormí por un par de minutos en varios momentos. Una vez que termina, salgo del campus y voy a un café que está a la vuelta de la esquina, necesito terminar un trabajo y sé que si voy a casa, me dormiré y no podré avanzar.

Nada más entrar siento que tal vez no fue una muy buena idea haber venido, está lleno de estudiantes y el ruido es infernal. En la barra hay un puesto desocupado al lado de una castaña pero dudo que pueda concentrarme en algo pero cuando estoy por darme vuelta hacia la puerta, la castaña gira un poco su cabeza y su perfil se me hace conocido. Demasiado conocido.

Mi corazón da un vuelco, aunque sé que tal vez solo sea mi imaginación. No puede ser ella, partiendo por el hecho de que no es rubia y continuando por el de que no tiene ninguna lógica que esté aquí.

Aun así, me acerco a ella, temblando. Sin poder contenerme, le toco el hombro y cuando esa castaña se da la vuelta por completo y me mira fijamente con esos ojos verdes tan cautivadores y con esa sonrisa que tantos recuerdos me traen, de un momento a otro, los últimos cinco años parecen desaparecer de mi vida. 

Enséñame a amar (SS#1) (VR#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora