Capítulo 41: Psiquiátrico

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BEN

Cuando despierto a la mañana siguiente me encuentro con Chase sentado en el sillón de mi habitación observándome. Enarco una ceja divertido.

—Es un poco aterrador despertar así, si no fueras mi mejor amigo te echaría a patadas.

—Al fin te dignaste a despertar, bello durmiente —muestra su sonrisa irónica característica de él—. Creí que envejecería antes de que abrieras los ojos.

—Ya estás viejo —me lanza una mirada de advertencia y no puedo evitar reírme, no le gusta que hablemos de edad. Solo un idiota se sentiría viejo a los veinte años, pero bueno, quiero mucho a este idiota—. ¿Qué hora es?

—Las dos y media.

Levanto ambas cejas sorprendido, es extraño que nadie me haya despertado. Lo único que esto puede significar es que papá no está en casa, ni ninguno de mis hermanos, lo que es genial. Me acuerdo de la razón de por qué despierto tan tarde y vuelvo a tirarme en la cama con ambos brazos detrás de la cabeza y una sonrisa de idiota.

Llevé a la rubia al mirador y supe que había hecho bien al ver esos ojos verdes tan lindos que tiene brillar como nunca antes había visto, no sé por qué la llevé a un lugar tan importante para mí como ese si apenas la conozco pero últimamente tengo la necesidad que conozca cada secreto, cada cosa de mí y la verdad no sé muy bien qué significa eso.

Nos quedamos todo el resto de la noche así, en un asiento, abrazados y con su cabeza en mi hombro. No puedo negar que estaba muerto de frío por haberle pasado mi chaqueta pero no me arrepiento de nada, si me concentro un poco aún puedo sentir su aroma a fresas. Vimos el amanecer y cerca de las siete de la mañana nos fuimos ya que no faltaba mucho para que abrieran el mirador para todo público.

Su sonrisa autentica cuando estacioné fuera de su casa y el beso en la mejilla que me dio, dejando sus labios ahí más tiempo que el necesario fueron los que me hicieron desear quedarme a su lado para siempre. Sí, suena loco, pero nunca me había pasado antes.

También me pidió que la acompañara uno de estos días a ver el café en el que le ofrecían trabajo ya que no se atrevía a ir sola y acepté sin dudarlo. Cada vez deseo pasar más y más horas con la rubia y no lo entiendo, nunca me había pasado.

Tal vez si hubiese tenido unos tragos encima no lo hubiese soportado y la habría besado antes de que bajara del auto, porque no mentiré diciendo que no me moría por hacerlo pero también sabía que no era el momento. Sé que pronto llegará y espero que sea recordado, pero hoy no era.

—¿Me estás escuchando? —mi amigo mueve su brazo para que le tome atención y recién me doy cuenta de que estaba hablando.

—Claro.

—Claro que no —pone los ojos en blanco—. Te decía que Frankie está muy molesta contigo, dice que elegiste a una ordinaria antes que a ella.

—¿También te pondrás clasista? —pregunto molesto—. Porque sí es así, ya sabes donde está la puerta.

—Sabes que no soy así, que nunca lo he sido, solo dije las palabras que ella utilizó. A lo que voy, es que es feo que elijas a alguien que apenas conoces sobre a una que es tu amiga hace años.

—Feo es denigrar a la gente por tener menos cosas que ella.

—Le dio vuelta el trago encima sin ninguna razón.

—¿De verdad te creer que Kate le dio vuelta el trago de la nada? ¿Sin razón?

—¿Kate? Cualquiera diría que son cercanos.

Enséñame a amar (SS#1) (VR#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora