Capítulo 40: Lugar favorito en el mundo

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KATE

No puedo creer lo que acabo de hacer, es decir, ¡Dios! Fue tan genial, excepto por la bofetada, claro; pero ver la cara de esa perro al sentir caer el líquido por la cabeza fue lo mejor que me pasó en la vida.

—¡Katherine! —había gritado la señora Celine una vez que el vaso quedó vacío y la perra, digo, la amiga de Ben me abofeteó.

Sabía perfectamente lo que ese grito significaba pero no me importó, en lo único que tenía puesta mi atención era en que el rubio se estaba yendo... con ella. Sentí decepción, al final supongo que no soy para nada importante en su vida y no puedo competir con una amiga que tiene hace años, por más maldita que ella sea.

—A mi oficina —dice Celine y reacciono al fin—, ahora.

Veo al rubio salir del local y sigo a mi jefa hacia su oficina, al menos si me despide ella debe pagarme, no pasaría lo mismo si yo hubiese renunciado como pensaba hacer tarde o temprano.

—¡¿Qué mierda fue todo eso?! —grita una vez que cierro la puerta detrás de mí.

—Yo...

—¡Silencio! Estoy hablando yo —me muerdo la lengua para no responderle que me hizo una pregunta porque está furiosa—. No puedes reaccionar así.

—Se lo merecía, es odiosa.

—Da igual lo odiosos que puedan llegar a ser los clientes, no puedes andar dándole vuelta los vasos encima a todos los que te digan algo malo.

—No me voy a dejar basurear por una niñita mimada ni tampoco me voy a disculpar por lo que hice.

—Vas a tener que disculparte porque esa niñita mimada como la llamas es hija de uno de los abogados más importantes del país y nos puede arruinar cuando quiera. La única forma de que puedas conservar el trabajo es pidiendo perdón y solo te doy esta oportunidad porque resultaste ser una muy buena trabajadora.

—Perdóneme, señora Celine pero va a tener que despedirme porque no pediré disculpas.

—Entonces, creo que no hay nada más que decir. La puerta es ancha.

—Debe pagarme.

—¿Qué?

—Llevo un mes trabajando, no me puede despedir sin pagarme. Hoy es mi día de paga, no lo olvide.

Parece sorprendida por eso, aunque sabe muy bien que tengo razón. Tal vez pensó que me iría con la cabeza baja sin decir nada pero se equivocaba, ni loca me iba sin mi sueldo después de semanas durmiendo solo un par de horas y aguantando borrachos insoportables. Y por suerte, me pagó y no me echó a patadas.

Salgo con mi sobre y le doy un abrazo a Ginny antes de irme, me pide que sigamos en contacto y asiento, nos llevábamos demasiado bien como para dejar nuestra amistad solo en eso. Me despido de uno de los guardias que también fue muy bueno conmigo y me voy sin poder sacarme de la cabeza la imagen del rubio irse con esa.

Comienzo a buscar un taxi y de repente se me eriza el vello de la nuca cuando siento una respiración demasiado cerca, estoy a punto de dar un golpe a ciegas cuando habla.

—¿Necesita locomoción gratis, señorita? —pregunta y yo me doy vuelta. Estaría mintiendo si dijera que mi corazón no acaba de dar un salto al verlo.

—¿Qué haces aquí? Creí que te habías ido con tu amiga.

—Solo la saqué de ahí para que no empeorara las cosas, ¿estás bien? —examina mi mejilla izquierda que supongo sigue colorada por el golpe y recién soy consciente del ardor que siento.

—Me despidieron pero está bien, de todos modos ya quería dejar el trabajo.

—Si quieres te puedo ayudar a buscar otro, dado que tuve parte de la culpa.

—De hecho, un rato antes uno de los clientes me ofreció trabajo en su cafetería, me dio su tarjeta así que creo que iré a ver qué tal. Y no fue tu culpa.

—Te puedo acompañar a ver el lugar si quieres, de verdad me siento culpable ya que si no hubiese venido, Frankie no hubiese armado tal escena.

—¿Fueron novios alguna vez?

—No... Algo así, es complicado. Somos amigos, una vez intentamos ser novios pero no duramos ni una semana.

—Dudo que ella crea que son amigos.

—Yo también, aunque ahora no sé si la sigo considerando de esa forma, una verdadera amiga no te hace elegir entre ella o otra chica...

Se queda en silencio como si hubiese hablado de más y yo no puedo evitar sonreír.

—¿Me elegiste a mí? —pregunto sorprendida, eso si no me lo esperaba.

—¿Quieres ir a dar una vuelta? —cambia el tema—. Conozco un lugar muy lindo que estoy seguro no conoces aún.

—Claro, aunque soy consciente de que cambiaste el tema.

—Sí, te elegí a ti.

Me sonrojo horriblemente, una cosa es pensar en eso pero otra cosa muy distinta es que me lo confirme. Entre su amiga y yo, me eligió a mí y eso me hace sentir tan bien que lo besaría en este mismo momento.

¿Acabo de decir que lo besaría? No, no, debo haberlo imaginado.

Ben conduce a una velocidad rápida peor prudente a la vez, no sé a dónde nos dirigimos pero después de saber que me eligió a mí iría a cualquier lugar que él dijera. Lo único que sé es que es bastante lejos de mi casa y no andan muchos autos por aquí.

Estaciona en un lugar desierto y yo observo todo, estoy un poco asustada pero no por él, porque sé que nunca me haría nada, sino porque es un poco tenebroso.

—¿Confías en mí? —pregunta malinterpretando mi expresión.

—Si no confiara en ti no estaría aquí.

—Muy bien, sé que está demasiado oscuro pero el lugar es seguro.

—¿Por qué me trajiste aquí?

—Esa es una sorpresa.

Se baja y rodea el auto para abrirme la puerta, me ofrece su mano y yo la tomo sin pensarlo antes de bajarme. Comenzamos a caminar por la oscuridad por un largo camino hasta que todo comienza a iluminarse un poco.

—Creo que este es mi lugar favorito en el mundo —dice una vez que se detiene y me doy cuenta de que estamos en un mirador y podemos ver la ciudad iluminada desde aquí.

—Es hermoso, Ben.

—Lo es.

Nos sentamos en una banca desde la que se puede apreciar muy bien todo, muy cerca el uno del otro, sin ningún tipo de vergüenza. Apoyo mi cabeza en su hombro y observo la ciudad como si estuviera hipnotizada por tanta hermosura. Cuando corre una brisa de viento, él se saca su chaqueta y me la pasa, dejándome comprobar una vez más lo caballero que es. No reclamo nada y me abrigo, luego él me rodea con un brazo y mi cabeza vuelve a su hombro como si a ese lugar hubiese pertenecido siempre. De esa forma, observamos la ciudad y a su vez las estrellas y por una vez en la vida estoy segura de que encontré mi lugar favorito en el mundo también, en este lugar, junto a este rubio que tanto quiero besar.

Enséñame a amar (SS#1) (VR#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora