Capítulo 50: Sorpresa

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KATE

—Supongo que tampoco tienes tarjeta de estudiante, ¿verdad? —le pregunto al rubio una vez que llegamos a la estación.

—Nop —responde mientras observa todo, se me hace demasiado adorable—. Quiero decir, sí, en la universidad nos dan una pero como nunca tuve necesidad de ocuparla no tengo idea de dónde está.

—No importa, ahí está la boletería.

Compra unos boletos y yo cargo mi tarjeta, por ser estudiante el viaje me sale más barato. Lo tomo de la mano y él me mira mientras sonríe, me sorprendo al darme cuenta de lo bien que se siente su tacto, lo bien que se siente sentir a alguien protegiéndote de alguna forma.

Vamos hacia la línea de metro que nos sirve y esperamos a que llegue. Un poco más allá de nosotros hay unas adolescentes gritonas en uniforme de colegio que no le quitan la vista a Ben, lo entiendo, sí, chicos como él no se ven todos los días pero no tienen derecho a mirarlo así. Les doy una mirada asesina, sobre todo a la pelirroja que no deja de jugar con su cabello y alza aún más la voz mientras se lo come con la mirada.

¿Esos fueron celos? Guau, nunca había sentido nada parecido.

—Creo que tienes unas cuantas admiradoras —comento intentando sonar despreocupado pero sé que no lo logro cuando sonríe de una forma que solo él sabe hacer y enarca una ceja.

—¿Celosa?

—Ya quisieras.

—Claro que lo estás —me abraza con fuerza—. ¿Qué importa que miren? A mí solo me gusta una persona y solo tengo los ojos puestos en ella.

—¿En quién? —hago un puchero fingido.

—La pelirroja —le doy un golpe en el estómago con el codo y me alejo de él mientras se parte de la risa—. Es broma, sabes que eres tú. Ven acá.

Me hago la indignada y no voy hacia él pero entonces se acerca a mí, me abraza y me besa. Se siente tan lindo, tan maravilloso que me olvido enseguida de mis estúpidos celos.

El metro se detiene y nos tomamos nuevamente de la mano, en los primeros vagones casi nunca va gente por lo que encontramos un par de asientos y nos acomodamos. Me rodea con un brazo y yo apoyo mi cabeza en su hombro como estoy acostumbrada a hacer, y con su mano libre toma la mía.

Cuando llegamos a la estación en que teníamos que bajarnos, seguimos de la mano y caminamos unas cuadras más hacia el bosque. Le envío un mensaje a April y digamos que en parte la obligo a que nos venga a buscar. Cuando lo hace, nos lleva a una casa oculta ahí mismo que es de lo más extraña pero muy bonita y acogedora; ahí la está esperando Alex que con ropa normal ni siquiera parece que recién hubiese escapado de la cárcel.

Nos empieza a explicar toda la historia desde el principio y resulta ser que el verdadero nombre de mi mejor amiga nunca fue April, resulta ser que la tal Mía de la que tanto Alex le hablaba a Ben era ella y que la tuvieron engañada todo este tiempo igual que a él, a quien le hicieron creer que estaba muerta. Todo esto es demasiado horrible, que entiendo a la perfección que no quiera volver a su casa.

Pasamos gran parte del día ahí y luego nos vamos, nuevamente al metro. Ben se queda un rato conmigo en casa, nos besamos un poco y luego se va, sintiendo que una parte de mí se va con él. Esta sensación es demasiado extraña.

***

Llevo una semana en casa, apenas terminaron las clases y me aseguré de que Mía estuviera del todo bien, volví a mi ciudad, con mi familia. No era que tuviera mucha opción ya que los pasajes los tenía comprados hace meses y nuestra situación económica no nos permite desperdiciar esas cosas. Extraño a Ben, claro que lo hago aunque hemos hablado todos los días desde que me fui —menos ayer—, está tramitando para terminar su voluntariado en la cárcel antes de los seis meses porque sinceramente no lo soporta más. Hasta la persona más buena puede cansarse de algunas cosas.

Enséñame a amar (SS#1) (VR#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora