Capítulo 5: Volviendo a lo mismo

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KATE

«Por Dios, eres una imbécil Kate. Primer chico lindo con el que te encuentras y haces el ridículo»

Voy insultándome a mi misma mientras camino, no puedo creer que me haya caído aunque no sea una novedad ya que siempre tropiezo y esas cosas pero estaba en frente de ¿Bennie?¿Ben? no sé, su novia dijo Bennie así que deduzco que se llama Benjamin. ¡Wow! Eres un genio Kate, hiciste el descubrimiento del año.

—¡Hey! El centro comercial queda para el otro lado —grita el chico cuando me voy alejando lo más rápido que puedo.

Decido ignorarlo, ya había pasado vergüenza hace unos minutos y no volvería a pasar al lado de ellos. Además se notaba que eran niños ricos, por lo que me parece muy raro lo amable que fue conmigo; sí lo sé, soy muy desconfiada pero la vida me obligo a ser así. Por otro lado, su novia me asesinaba con la mirada, sin contar la cara de desprecio con la que miraba como iba vestida.

Sigo caminando y decido tomar un taxi para volver al departamento, ya no tengo muchas ganas de seguir caminando y prefiero descansar un rato. Al llegar a casa me recuesto en la cama y sin darme cuenta me quedo dormida un par de horas.

¿Es posible soñar con una persona que ni siquiera conoces y con la que hablaste solo cinco minutos? Al parecer si porque no pude evitarlo, esos ojos algo me recuerdan pero no sé que; siento como si los hubiese visto antes pero no lo recuerdo con claridad. Aunque debo estar alucinando porque creo que no me olvidaría tan fácil de él si lo hubiera visto antes.

Despierto cerca de las cuatro de la tarde, hace mucho que no dormía tanto y creo que habría seguido durmiendo si el calor no fuera insoportable. Decido que es un buen momento para conocer la piscina por lo que saco un bikini de la maleta y me comienzo a desvestir; le dije a mi mamá que no necesitaba un departamento con piscina porque era mucho gasto pero como siempre no me escuchó, así que planeo hacer que valga la pena; además amo el agua y con las altas temperaturas agradezco poder refrescarme.

Sinceramente no soy muy fanática del calor, digo, no lo odio pero prefiero un día lluvioso a un día caluroso; algo no muy extraño ya que toda mi vida viví en el sur y estoy acostumbrada a las bajas temperaturas. A pesar de vivir en una ciudad muy lluviosa, nunca he podido cumplir mi sueño de dar un beso bajo la lluvia; sí, sé que suena a lo más cliché del mundo pero algunas veces esos pensamientos le ganan a mi lado realista.

Decido bajar por el ascensor ya que mis sandalias no son muy cómodas como para bajar ocho pisos por las escaleras. En el camino me topo con Austin quien me saluda amablemente e ignoro el hecho de que se me queda mirando más tiempo del necesario; debe ser porque decidí bajar con un short y solo la parte de arriba del bikini.

No hay muchas personas en la piscina, solo hay una señora con tres niños que juegan felices en la parte baja; sin soportar un segundo más el calor entro al agua y a pesar de que está un poco fría siento una sensación maravillosa. Paso casi toda la tarde intentando broncear un poco mi pálida piel, ya que otra de las desventajas de venir del sur es que soy blanca como una hoja.

Cerca de las ocho me sorprendo al ver que aún no anochece, creo que tendré que acostumbrarme a muchas cosas ahora que vivo aquí; subo al departamento para darme una ducha y poder descansar ya que mañana es primero de marzo y mi primer día de clases. Estoy en el sillón terminando de leer mi libro en pijama cuando mi timbre suena y me sobresalta, no estoy esperando a nadie pero lo más probable es que sea Austin.

Me dirijo hacia la puerta con lentitud, con una sonrisa la abro pero esta se borra al ver quien está del otro lado y quedo paralizada.

—Hola amor, por fin te encontré —Gabriel me abraza pero yo sigo inmóvil.

—¿Qué...qué  haces aquí? —logro articular no sé cómo.

—Me vine contigo, no podía soportar perderte y deje todo por ti, me quedaré con unos amigos pero podremos seguir juntos, como antes.

—Gabe, las cosas nunca serán como antes. Yo me vine para estar tranquila y alejada de todo ese mundo de mierda en el que me metiste; no puedo permitirme volver a caer en tu juego, menos ahora que no tengo a nadie en quien apoyarme.

—Pero hermosa, no necesitas de nadie más si me tienes a mi. No hagas las cosas más difíciles.

—Me golpeaste, Gabriel— digo dolida y mirando hacia mis pies descalzos—. No te pareció bien la idea de que me mudara y me golpeaste; y sabes que no es la primera vez que lo haces.

—Te juro que nunca más te levantaré la mano, este será nuestro nuevo comienzo y todo será distinto y mejor.

—Me cuesta creer eso —intento sonar firme pero unas lagrimas rebeldes comienzan a caer de mis ojos, aún lo quiero y mucho más de lo que debería —, siempre dices lo mismo y vuelves a hacerlo.

—Por favor, Katie. Viaje muchos kilómetros por ti ¿Eso no es suficiente para demostrarte todo lo que te amo?

—Ya no sé si confio en ti, si quieres que vuelva a creerte tendrás que esforzarte y demostrármelo —digo haciéndome la dura, pero en el fondo sé que lo voy a perdonar. A veces me odio a mi misma por no poder terminar de una vez con esto—. Una cosa más, dormirás en el sillón.

—¿Qué? —parece sorprendido.

—Lo que escuchaste, yo duermo en mi cama y tú en el sillón. Ah y mañana tienes que levantarte temprano para ir a dejarme a la academia.

—Pero no tengo auto ni nada.

—¿Quieres ser mi novio otra vez? —pregunto con una ceja enarcada— Esfuérzate y anda a dejarme, aunque sea caminando.

Dicho esto me dirijo a mi habitación con una sonrisa de satisfacción pero me detiene el teléfono conectado con la recepción, que está sonando. Es Austin para preguntarme si estoy bien ya que un tipo entro a verme con actitud sospechosa, después de asegurarle que era un "amigo" y que no se preocupara cuelgo el teléfono y sigo mi camino. Le entrego unas mantas a Gabe para que duerma y me voy a dormir.

A mitad de la noche siento que alguien se está intentando meter a mi cama y tengo que usar toda mi fuerza de voluntad para no caer en su juego y mandarlo nuevamente al sillón. Él bufa resignado pero obedece sin decir nada más.

A la mañana siguiente despierto antes de que suene el despertador y me quedo un buen rato mirando el techo emocionada.

—Llego el gran día, Katie— me digo a mi misma con una sonrisa en el rostro, sabiendo que hoy comenzaré a cumplir uno de mis sueños.

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Enséñame a amar (SS#1) (VR#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora