Capítulo 55: Felicidad

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BEN

Tal vez la asusté. No debí decirle esas cosas tan pronto, llevamos un par de horas siendo novios y ya le hablo como si quisiera que pasáramos el resto de nuestras vidas juntas, que aunque sí lo quiero, sé que ella no está lista para pensar en eso. Sí, debo haberla asustado, es la única explicación que encuentro para que ahora esté llorando, porque si repaso una y otra vez todo lo que dije, sigo sin entender cuál fue la parte exacta en que la cagué.

—Lo siento —digo sin saber muy bien qué más decir y saca la cabeza de mi pecho para mirarme con esos ojitos empapados de lágrimas.

—¿Por qué lo sientes?

—No lo sé, debo haberla cagado en alguna parte porque estás llorando.

—No seas tonto —se ríe y me abraza otra vez con fuerza—, no es nada que dijiste. Eres adorable.

—¿Y entonces qué pasa?

—Tengo demasiadas... heridas sin cerrar, demasiadas cosas que no te puedo contar aún y no quiero que luego te decepciones demasiado cuando te des cuenta de que estoy demasiado lejos de la perfección.

—¿Por qué no me dejas decidir eso a mí? Todos hemos vivido cosas difíciles y si algún día llegas a confiar tanto en mí como para contarme qué es lo que tanto te atormenta no te juzgaré ni me decepcionaré porque el pasado por alguna razón quedó atrás, no hay que estancarse ahí.

Asiente solo moviendo la cabeza aunque no la veo tan convencida, tomo su cara con ambas manos y la beso con delicadeza con la intención de que ese simple gesto le demuestre que hablo en serio. Nada de lo que diga me hará cambiar lo que siento por ella.

Me quedo bastante más rato con ella hasta que llega su madre y yo decido que es una buena hora para marcharme, no puedo parecer tan pegote aunque me encantaría quedarme todo el día al lado de Kate. Me despido de todos los que están en la casa y conduzco con cuidado por las calles que están un poco resbalosas por la lluvia.

***

Los días van pasando mucho más rápido de lo que creí y ahora estoy nuevamente en la puerta de la rubia, esta vez vestido un poco más formal que las otras. Hemos pasado cada tarde juntos, por lo general salimos a trotar pero al final siempre terminamos besándonos detrás de algún árbol o en algún callejón en el que no se vean personas.

La señora Lydia me abre la puerta, ella también va vestida semi-formal con un vestido color crema, le entrego un ramo de rosas que le traje para agradecer la invitación y ella me abraza con alegría, luego me invita a pasar. Ya dentro saludo al señor Walker, a Zack y a Leah quienes están en el sofá, antes de ver a la rubia salir de la cocina con una bandeja llena de comida; bandeja que deja sin ningún cuidado en la mesa de centro apenas me ve y corre a abrazarme.

¿Cómo puede correr arriba de esos tacones de al menos quince centímetros? Siempre será un misterio para mí.

La observo con detenimiento pero intentando no parecer descarado ya que estoy frente a su familia, lleva también un vestido pero el de ella es ajustado y de color rosa pastel. Me da un beso recatado por estar al frente de todos y cuando toco su espalda sin querer me encuentro con su piel tan suave como siempre, el vestido tiene un corte que la deja a la vista. Creo que me acabo de volver loco. Le entrego una rosa porque obviamente también me acordé de ella.

—Estás hermosa —le digo cuando me separo y ella me sonríe, luego me acerco un poco más a ella—, y mírate, estás casi de mi tamaño. Siempre me preguntaré cómo caminas en esos zapatos.

—También yo —coincide Zack.

—Y yo —su padre también—, no lo entiendo pero Lydia y Katie no se bajan de los tacones, siempre pienso que alguna vez se caerán ya que cada vez son más altos.

Enséñame a amar (SS#1) (VR#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora