Capítulo 35: Examen

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BEN

Voy conduciendo en silencio, mi acompañante también mientras mira por la ventana las calles casi desiertas. Siento que mis nudillos arden pero nunca lo admitiría en voz alta, soy un idiota con orgullo.

—¿Tienes hambre? —pregunto porque yo sí, la verdad muero de hambre.

—¿Tú tienes?

—Sí, pero yo pregunté primero.

—Bueno, sí, un poco.

—No eres de las chicas que solo comen ensalada y que les da un ataque si mencionas comida luego de las seis de la tarde, ¿verdad? —tengo la sensación que no es de esas, pero pregunto de todos modos. Nunca se sabe.

—Soy lo menos saludable que hay en el mundo, mi lugar favorito para comer siempre será McDonalds y nadie puede hacer nada contra eso. Definitivamente, no sé cómo a estas alturas no estoy con sobrepeso.

—Estás muy bien —se me escapa antes de pensar en decirlo y ella se ríe—. Me refiero a que... Bueno, creo haber visto un McDonalds abierto las veinticuatro horas de camino, ¿quieres ir?

—¿Cómo podría decir que no a semejante invitación?

Sonrío como nunca, cuesta tanto encontrar una chica así, sencilla, que no le importen los estereotipos, que no ande todo el tiempo preocupada por las calorías diarias que consume. Nunca había tenido esa suerte, mi ex novia era vegana, no sabía ni siquiera a donde llevarla a comer y siempre la cagaba por lo menos una vez mes al mes llevándole algo que no sabía que no comía, eso era una pelea segura. Y bueno, con Frankie tampoco tuve suerte porque está tan preocupada por su físico que preferiría sacarse una por una las pestañas antes que comer una hamburguesa de esas que tanto me encantan. Y eso sin contar las horas que tuve que pasarme escuchándola hablar sobre las calorías que estaba consumiendo y lo mal que me haría eso en el futuro.

Estaciono y nos bajamos para pedir nuestra orden y llevarla a su casa, hamburguesas, papas fritas, nuggets de pollo y bebida, para cada uno. Tal vez irme de casa no fue tan mala idea, no lo estoy pasando tan mal como pensé. Bueno, la verdad es que no lo estoy pasando para nada mal; esto es genial.

—Te sorprenderás de lo mucho que puedo llegar a comer —comenta una vez que llegamos al departamento y dejamos las cosas en la mesa—, todos preguntan dónde guardo todo en mi cuerpo, yo también lo hago a veces.

—Por el cuerpo que tienes, cualquiera diría que tu dieta se basa en pura lechuga y mucho ejercicio. Ya veo que no.

—No soy muy fanática de la lechuga ni del ejercicio, supongo que tengo suerte nada más.

Nos sentamos y mientras comemos reina un silencio para nada incomodo, me gusta esto; la sensación de que no sea necesario llenar el silencio, de poder disfrutar de un momento tranquilo con otra persona. Hasta ahora, nunca me había pasado.

La rubia decía la verdad, no tuvo ningún problema en comerse todo y ahora come unas papas que yo no pude comer porque estoy totalmente satisfecho.

—¿A qué hora tienes tu examen? —me pregunta y bota los papeles a la basura.

—Nueve y media.

—¿Qué? ¡¿Qué haces despierto?! —mira su teléfono—. Son casi las seis, ¡anda a dormir, ahora!

—Sí, mamá.

Se ríe por mi respuesta y luego camina hacia su habitación.

—Voy a dejar la puerta abierta por si necesitas el baño en la noche, ya que es el único que hay.

Enséñame a amar (SS#1) (VR#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora