Capítulo 46: Antes y después

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KATE

Nunca he sido una persona violenta, tengo muchos motivos para no serlo porque sé lo que se siente ser golpeada por eso no entiendo por qué reacciono así ante el beso de Ben. Sí, me tomó completamente por sorpresa pero no esperaba reaccionar así. Debo admitir que hasta yo estoy sorprendida.

—¡¿Por qué hiciste eso?! —no estoy para nada enojada sino preocupada, esto complica por completo mis planes de dejar de sentir cosas por él. No fue un gran beso, fue más bien suave, un leve roce de labios pero me hicieron sentir cosas que nunca antes había sentido. Fue por eso que lo aparté en primer lugar.

—Porque llevo meses esperando este momento y no me digas que no te he dado tu tiempo, porque sería una mentira.

¿Por qué me hace esto? ¿Por qué no puede dejar las cosas como están? ¿Por qué no le tiene que gustar otra persona menos complicada que yo?

Simple, porque si fuera otra a la que besara, yo estaría en mi casa llorando y comiendo helado. Sí, estoy totalmente perdida.

—¡Te odio tanto! —lo que digo no puede estar más alejado de la realidad y me acerco a él con decisión. No puedo estar más tiempo alejada de sus labios, ¡mierda! Ahora es como si lo necesitara con desesperación.

No sé si a Ben lo desconcerta más la bofeteada que le di hace unos segundos o que ahora acabo de pegar mis labios a los suyos, pero aun así, me devuelve el beso demasiado bien. Me pongo a temblar en dos segundos.

Rodeo su cuello con mis brazos mientras abro mi boca para darle paso a su lengua que parece desesperada en encontrar la mía. El momento en que se encuentran juro que siento una electricidad que jamás había sentido. Sus brazos rodean mi cintura y me pega más a él hasta que no queda ni un mínimo espacio entre ambos, con sus manos recorre mi espalda causándome escalofríos y ganas de no apartarme nunca de su lado.

Suelto un pequeño jadeo que se ahoga entre el beso y por un momento pienso que mi mente se desconectará por completo de la realidad. Siempre creí que si llegaba el día en que pudiera besarlo sería maravilloso pero no imaginaba que despertaría casa terminación nerviosa de mi cuerpo. Siento como si todo este tiempo hubiese vivido engañada sin saber lo que era dar un buen beso, uno que de verdad valiera la pena, uno digno de recordar para siempre.

Nos separamos apenas unos centímetros para poder respirar, pero no puedo abrir los ojos, no puedo dejar de revivir el beso una y otra vez en mi mente. Ben apoya su frente en la mía y lo único que escucho son nuestras respiraciones aceleradas. No puedo evitar sonreír y al fin abro los ojos.

Lo encuentro mirándome fijamente con esos ojitos verdes que me vuelven tan loca desde la primera vez que los vi y me derrito totalmente. Lo abrazo y me quedo con la cabeza apoyada en su pecho, escuchando cada latido acelerado de su corazón por mí. No creo que exista o que llegue a experimentar otra vez una sensación como la que siento ahora, me encantaría quedarme así por mucho tiempo pero no soy estúpida y sé que nada dura para siempre.

—Lo siento —digo avergonzada sin despegarme de él, siento su risa—, por el golpe. No sé qué me pasó.

—Déjame decirte que tienes una derecha increíble —se aparta un poco y apoya una de sus manos en su mejilla izquierda.

Le quito la mano y examino su mejilla tardándome más del tiempo necesario, hay una pequeña mancha roja. No puedo creer que yo hice eso.

—Lo siento tanto —repito porque es verdad y me tapo la cara para no verlo.

—Yo lo siento, no debí haberte besado así tan de sorpresa.

—Agradezco que lo hicieras.

Sus ojos brillan y se acerca nuevamente a mí, al parecer él también necesita mis labios como yo los suyos. Me pierdo nuevamente en su boca y siento como si fuera solo mío, por un instante somos solo nosotros dos y me encanta.

***

Nos quedamos un buen rato en el mirador esperando ver el atardecer, ambos sentados en el pasto, yo con la espalda apoyada en su pecho y el rodeándome con sus manos y su cabeza en el hueco de mi hombro.

—Ben... —me detengo un momento para pensar bien en lo que diré y no arruinar todo como la otra vez, siento que él se tensa—. ¿Esto no cambia nada, verdad?

—¿Quieres que cambie algo?

—No, no todavía.

—Está bien —suspira—, sabes que no presionaré.

—Gracias.

Apoyo mi cabeza en él mientras miro al cielo, las primeras estrellas están apareciendo, esto es tan romántico y yo soy una estúpida por no querer que las cosas cambien, o mejor dicho no atreverme a experimentar algo nuevo. ¿Por qué la vida es tan complicada a veces?

Unas horas y unos besos más tarde, estoy bajo el agua de mi ducha pensando una y otra vez en lo de esta tarde. Creo que ni siquiera podré dormir porque mi cabeza no dejar de dar vueltas, si hubiese sabido que terminaría así, no lo hubiese besado, o mejor le hubiese pedido que lo hiciera mucho antes.

Llega un momento en la vida en que uno se da cuenta que hay un antes y un después, no entiendo por qué pero siento que hoy es el momento; porque sé que desde el mismo instante en que sus labios rozaron los míos, ya nada volvería a ser como antes. A pesar de que le dije que no quería que nada cambiara, la vida sola se encarga de cambiar y no hay nada que pueda hacer.

Me pongo el pijama y me voy al sillón mientras marco el número de casa, hace días que no hablo con nadie de mi familia y cada vez los extraño más.

—¿Hola? —pregunta mi hermana pequeña al otro lado de la línea.

—¿Leah?

—¡Katie! ¿Cómo estás? Hace mucho que no me llamabas, siempre llamas cuando no estoy. Te extraño mucho.

—Yo también, los extraño a todos; pero ya queda menos para que vuelva y nos veamos. Te juro que nos desvelaremos y veremos todas las películas que quieras, ¿sí?

—Sí, por favor. Sophie está insoportable y no quiere hace nada con ninguno de nosotros.

—Son los quince años —me río aunque intento no recordar los míos—, ya se le va a pasar.

—Espero que pronto. ¿Ya sabes cuándo volverás?

—Termino mis clases a finales de noviembre, supongo que iré la primera de diciembre o por ahí.

—¿Estarás para mi presentación el quince, entonces? —dice emocionada, mi hermana al igual que yo baila ballet.

—Claro que sí. ¿Cómo vas con el baile?

—¡Bien! La profesora dijo que en marzo comienzo a usar puntas.

—¡Eso es genial, Leah! Te felicito.

Me pongo demasiado feliz por ella, porque el sueño de toda bailarina que empieza desde pequeña es que te digan que estás preparadas para usar puntas, es un momento que nunca se olvida. Cuando me lo dijeron —antes de caer en el mundo de mierda—, estaba tan feliz que no me saqué las puntas en una semana más que para dormir y a veces para salir de la casa, era lo que más quería y no me importaban las heridas que me hacía.

Definitivamente extraño el ballet, era algo mágico cómo me subía a las puntas y me olvidaba de todo. Las tengo guardada en una cajita en mi armario, no podía dejarlas, son algo así como una especie de amuleto, así que cuando termino de hablar con mi hermana me pongo a buscarlas y una sonrisa enorme asoma en mí al encontrarlas.

Me las pongo y me voy a la sala de estar ya que hay más espacio, muevo un poco el sillón y la mesita de centro para no dañar nada y me pongo a calentar mi pies. Hace casi un año que no me subo a estas y tampoco me quiero lesionar.

Cuando siento que estoy lista, pongo en mi celular mi playlist de música clásica y comienzo a bailar. Hay cosas que definitivamente ya no me salen como antes y sé que si no quiero olvidarlo deberé practicar. Me cuesta mucho hacer un piqué doble y para qué hablar de los fouettes, así que decido que le dedicaré una hora de todas mis tardes a esto y así algún día, cuando pueda reunir el dinero suficiente pueda volver hacer una de las cosas que más amo en la vida. 

Voto y comentario si les gusto <3 Besitos :*

Enséñame a amar (SS#1) (VR#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora