KATE
No dije nada en todo el camino a casa, tampoco dejé de llorar y aunque Gabe intentaba mantener una conversación yo lo ignoraba completamente. Definitivamente, algo se rompió entre nosotros, bueno, hace tiempo se había roto pero yo lo negaba. La carta que le dejé de April no era del todo cierta, no me fui para intentar cambiarlo, porque sé que no lo hará; solo lo hice para que no le hiciera daño a ella o a su familia, pero sabía que si solo ponía eso en la carta, April intentaría buscarme y todo acabaría mal. Preferí que me odiara por ser una estúpida a que le pasara algo.
—¿Me estás haciendo la ley del hielo, Katie? —dijo cuando estábamos llegando.
Sin decirle nada, saludo a Austin y me subo al ascensor; Gabriel seguía intentando pero nada cambiaba. Entré a mi departamento y antes de que él reaccionara me encerré con llave en la habitación; no quería verle más la cara.
—No puedes evitarme por siempre.
—Déjame sola.
—Verás que esto es lo mejor que te puede pasar, esa gente no es para ti.
—¡Déjame sola! —le grité y me encerré en el baño dando un portazo.
Tardé un mes en perdonarlo completamente, pero aún no puedo creer que lo hice, cómo soy tan fácil de convencer y lo peor es que no está cambiando, sé que está aparentando cambiar para hacerme sentir mejor y que me vuelva a enamorar pero ya todo es tan difícil. Hace unas semanas le tuve que confesar a mi mamá mi decisión y se enojó, me regañó como nunca antes; pero no hay nada que pueda hacer, no desde tan lejos. Ahora, que han pasado más o menos dos meses desde el día que abandoné la casa de April, por fin las cosas están «perfectas» o por lo menos eso intentamos. Con el tiempo descubrí que Gabe no se iría y eso de alguna forma era porque me quería y si quería que esto funcionara debía poner de mi parte, las relaciones se hacen de dos. Además, creo que he visto avances, ya no sale más con sus amigos, esos que eran mala influencia y pasamos casi todo el tiempo juntos.
Mi madre me envió las cajas con diarios, creo que las mandó ahora con la esperanza de que fuera donde April y escapara nuevamente de Gabriel, pero eso no pasará porque mi amiga me debe odiar y porque no quiero alejarme de Gabe, no más.
No he ido a la academia en estos dos meses, sé que soy una estúpida por dejar mis sueños de lados y no quiero recibir una llamada diciendo que perdí la beca, pero será inevitable. No puedo ir, muero de vergüenza, no puedo ver a April y no me dejaron cambiar mis horarios.
—¿Quieres salir a una fiesta, preciosa? —pregunta una noche cuando salgo de la ducha.
—La verdad es que no, estoy cansada.
—¡Vamos! Hace mucho que no salimos, lo pasaremos bien.
—No sé, no tengo ganas.
—Vamos, Katie. No seas aburrida —me abraza por la espalda y como siempre termina por convencerme.
—Está bien, pero solo un rato.
Me comienzo a arreglar y me intento convencer de que nada puede salir mal pero tengo un extraño presentimiento de que ocurrirá algo malo. Salimos a eso de las doce y vamos a un club que está a quince minutos del departamento; lo había visto un par de veces pero nunca había entrado.
Apenas entramos me doy cuenta de que no debería haber venido, no tiene muy buena pinta y las personas tampoco. Gabe me dice que va a buscar unos tragos pero yo le pido un jugo, hace mucho que no bebo alcohol y no quiero hacerlo. Aun así, como nunca me escucha me trae una cerveza; no digo nada y me aguanto las ganas de tirársela por la cabeza, se la regalo porque no la beberé y eso lo pone un poco de mal humor. Vamos a bailar y estamos de lo mejor cuando a lo lejos diviso a uno de los antiguos amigos de Gabe, no le digo nada pero ellos se acercan.
—¡Vaya! Pero si no es el traidor —dice uno en tono burlón—. Estás vuelvo una nenita, Miller.
Miro a Gabe y él solo lo escucha sin decir nada, se está conteniendo y sé que si yo no estuviera aquí ya habría reaccionado de mala manera.
—¿Esta es tu puta? —suelta apuntándome a mí—. ¿Por esa cualquiera cambias a tus amigos?¿Crees que si no aparece alguien con más dinero que tú no se irá con él y te dejará? Así funciona el mundo amigo mío y créeme que ella no es diferente, no es más que una perra...
Gabriel no aguantó más y lo empujo, fue tan fuerte que su supuesto amigo quedo en el suelo.
—¡No vuelvas a hablar así de ella!
Claramente el tipo no se iba a quedar con el empujón y lanza un golpe hacia Gabe, que lo esquiva y llega directamente a mi ojo, adivinen cuál, exacto, el derecho.
Gabe enfurecido golpea al tipo hasta que su cara queda completamente cubierta por sangre y me saca de ahí, me lleva al departamento y me pone hielo en el ojo.
—Es mejor que dejemos esto hasta aquí, necesito estar sola —comienzo a decir.
—Te llevaré a tu habitación y no te molestaré hasta que quieras hablar.
—No, Gabriel. Quiero terminar y esta vez es de verdad.
—¿Qué?¿Pero qué hice ahora? No sé si lo recuerdas pero yo no fui quien te golpeo.
—No puedo seguir en esta vida de mierda, Gabe. Contigo nunca podré salir de este ambiente y yo necesito otra cosa, quiero estudiar, quiero olvidar el pasado de mierda y empezar de cero.
—Supongo que el pasado de mierda me incluye a mí —asiento con la cabeza, llorando—. No puedes dejarme, sabes que no me iré. Tú eres mía, Katherine.
—No, yo no le pertenezco a nadie. Menos a ti. Ahora te vas a ir de mi casa y no volverás.
—Claro que volveré.
—Si lo haces me veré obligada a denunciarte, con el golpe en mi cara no será muy difícil que me crean.
—Pero si yo no te golpee.
—Está vez no fuiste tú, pero no por eso olvido que por años si lo hiciste.
—Estás cometiendo un gran error, Katie.
Tomo una bocanada enorme de aire y con lagrimas en los ojos y mucho dolor le digo:
—Tu fuiste, eres y serás mi gran error.
Son las palabras necesarias para que salga hecho una furia por la puerta, sin mirar atrás. No sé cuánto tiempo se mantendrá alejado pero me mantendré alerta y sé que Austin ya no lo dejará pasar cuando se lo pida.
Me quedo en el sillón y observo la caja con diarios que envió mi mamá, debería enviárselas a April pero ¿y si me las tira por la cabeza?
Tardo una semana en atreverme a ir a la casa de April, hasta que un día me dije que nada podía salir mal y fui.
—Señorita —la señora Gina parece sorprendida de verme, yo también lo estaría.
Le digo que le voy a dejar esa caja a April para algo de la academia, cuando me pregunta si no quiero entregársela yo misma, niego y le digo que no creo que quiera verme.
—¿Kate? —pregunta April saliendo de la cocina.
—Hola, mi madre me envió los periódicos y te los traje, espero que te sirvan. Adiós.
—¿No te quieres quedar a comer? Hay panqueques.
—¿No estás enojada? —estoy bastante sorprendida.
—Lo estoy, pero no soy rencorosa —estira su mano y yo la tomo—. Vamos a hacerte subir los kilos que has perdido, estás mucho más flaca.
Entramos en la cocina y lo veo, quedo paralizada frente al último chico que esperaba ver, el rubio de la plaza, noto que me reconoce porque sus ojos quedan abiertos como platos.
—Ben, ella es Kate.
—Un placer —dice y me da un beso en la mejilla que me deja temblando.
—Así que tu eres Ben. April me habló mucho de ti —le sonrío y luego recuerdo que tengo una mancha en el ojo—. Solo para aclarar, suelo ser más linda sin el ojo morado.
Me sonrojo completamente, no sé de dónde diablos ha salido ese comentario y me siento totalmente avergonzada. Para mi suerte, él solo se ríe. Y yo me quedo ahí, esperando que me tragase la tierra.
ESTÁS LEYENDO
Enséñame a amar (SS#1) (VR#3)
RomancePRIMER LIBRO SERIE SEMPITERNO, SPIN OFF VIDAS ROBADAS. Antes de conocer a Mía Hamilton, era casi imposible que sus vidas se juntaran ya que no tenían nada en común. Kate era una chica de una ciudad y familia pequeña; no tenía relación alguna con su...