Capítulo 4 - Depresión total

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—¿Qué vas a hacer? —preguntó Hugo a Raúl.

—Ir a mi casa —contestó Raúl desanimado.

—¿Y allá qué vas a hacer?

—No sé, tal vez ver la tele o irme a dormir.

—Ya deja la rutina de siempre. Mejor ve conmigo.

—¿A dónde? No tengo ganas de salir.

—No te pregunté si tenías ganas, dije que vayas conmigo.

—¿Por qué todos hacen eso? —preguntó Raúl serio.

—¿Hacer qué?

—Todos me quieren hacer salir a fuerzas cuando yo no quiero.

—Porque necesitas distraerte. Raúl, entiende que nos preocupamos por ti.

Raúl se quedó pensativo por unos segundos.

—Mejor lo dejamos para después, ¿sí? Lo único que ahora quiero es descansar.

—Está bien, Raúl, te vas con cuidado —dijo Hugo para después salir de la oficina de Raúl.

Raúl recogió sus cosas, apagó la computadora y salió de oficina. En camino a su casa tuvo muchos recuerdos que solamente lo estaban lastimando, se trataba de hacer el fuerte para no llorar.
Rato después llegó a su casa y se encontró con Melissa y José Luis.

—Hola, chicos —dijo Raúl cuando los vio.

—Hola —contestaron Melissa y José Luis al unísono.

Raúl caminó hacia donde se encontraba su habitación, pero José Luis le habló.

—Raúl, ¿quieres ver la película con nosotros?

—No, gracias —dijo sin voltear a verlos—. Sólo quiero descansar.

Raúl siguió caminando hasta entrar a su habitación.

—Ahora sí me está preocupando mucho Raúl —dijo José Luis.

—Quieres que vaya a hablar con él —dijo Melissa también preocupada.

—Si quieres, tal vez tú sí le puedas sacar algo de lo que tiene.

Melissa se levantó del sillón donde estaba sentada con José Luis, se dirigió a la habitación de Raúl y tocó la puerta. A los pocos segundos abrió Raúl.

—Melissa, ¿te puedo ayudar en algo?

—¿Puedo pasar?

Raúl la vio confundido.

—Sí, claro —se hizo a un lado y ella pasó.

—Tal vez vayas a creer que esto a mí no me importa, pero sabemos que algo no está bien contigo.

—¿Te mandó José Luis?

No negó con la cabeza. —Ven —tomó a Raúl de la mano y ambos se sentaron en la cama—. José Luis está preocupado por ti, y yo también. Aunque trates de hacerte el fuerte entre la gente, sabemos que no estás bien.

—No se deberían preocupar.

—Nos preocupamos porque te queremos. No sé qué es lo que te pasa, pero no nos gusta verte así.

—¿Por qué la vida es tan injusta? —dijo Raúl con la voz entrecortada, pues quería llorar.

—La vida no es injusta, dios nos pone pruebas para hacernos más fuertes.

—A veces quedarnos callados cuesta mucho, pero, ¿ya para qué arrepentirme? Ya no puedo hacer nada —dijo Raúl viendo hacia abajo.

—Llora si quieres, con eso te desahogas, pero no llores demasiado porque te haría mal.

—¿Me podrías dejar solo, por favor? —dijo Raúl limpiando sus lágrimas.

Melissa asintió con la cabeza y se levantó de la cama.

—Que descanses —dijo Melissa antes de salir.

—Gracias —contestó Raúl.

Melissa salió de la habitación de Raúl, cerró la puerta y regresó con José Luis, el cual ya la estaba esperando impaciente.

—¿Qué pasó? —preguntó José Luis desesperado.

—Raúl se trae algo fuerte.

—¿Te dijo algo?

—No, sólo que quedarse callado cuesta mucho, pero no sé a qué se refiere. Tal vez deberías hablar con él. Y lo mejor es que yo me vaya.

—Yo te llevo.

—No, tú quédate con Raúl, yo me voy en un taxi.

—¿De verdad?

—Sí. Te veo mañana —se acercó a José Luis y le dio un beso.

—Está bien. Te acompaño a la puerta.

José Luis acompañó a Melissa a la puerta y ella tomó un taxi y se fue. José Luis regresó adentro y estuvo varios minutos pensando, hasta que se decidió a ir con Raúl. Tocó la puerta de la habitación, pero no le abrió ni le contestó.

—Raúl, ¿ya estás dormido? —preguntó José Luis.

—¿Qué quieres, José Luis? —contestó Raúl desde adentro.

—Estoy preocupado por ti.

Raúl abrió la puerta.

—¡Estoy bien, José Luis, entiende! —dijo Raúl algo alterado. —No necesito su lástima.

—Bro —dijo José Luis preocupado—. No es lástima, nos preocupamos por ti.

—No quiero que se preocupen por mí, ¡entiéndelo!

—Cálmate, ¿qué pasa?

—Quiero estar solo.

—Raúl, no sabes cómo me duele verte así —Raúl sólo veía a José Luis dándole "sermones"—. Si te digo esto es porque ya no quiero que te pongas mal —José Luis seguía hablando y Raúl agachó la cabeza—. No duermes, no comes como debe ser, te la pasas tomando café todo el día, eso no es sano para ti. Ya has ido a parar al hospital varias veces por tus malos hábitos y aun así sigues —Raúl no decía nada y José Luis notó que estaba deteniendo las lágrimas—. Soy tu hermano y te quiero. No lo olvides. Siempre estaré para ti.

José Luis cerró la puerta y se fue a su habitación. Le costó mucho trabajo conciliar el sueño, pues no dejaba de pensar en Raúl.

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Notas de la autora

¡Hola! Aquí les dejo el 4° capítulo de la novela, espero que les guste. :3
No olviden votar!

¿Alguien imagina lo que le pasa a Raúl? Sólo les puedo decir que es algo fuerte. 😱
Obviamente está deprimido, pero ¿por qué? Sigan leyendo la novela para descubrir la verdad, se acerca un gran conflicto.

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