Capítulo 16 - Un escalón arriba

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Hanna volteó a ver inmediatamente a donde se escuchó la voz, se llevó la gran sorpresa de que era José Luis.

—¿Qué haces tú aquí? —cuestionó impresionada.

—Que ingenua eres; date cuenta que si estás aquí es por mi, todo esto fue mi idea, Ash sólo me ayudó —decía José Luis—. Deja te explico... Sabes que me atraes mucho, me gustas, y lo que te pasas haciendo todo el tiempo es evitarme, tratarme mal, peleando, y ya no puedo seguir así, hice todo esto para que te des cuenta que yo te gusto tanto como tú a mi, aunque lo niegues. Quizá con los dos años que estemos aquí será suficiente.

—¿Estás loco? —dijo Hanna un poco enojada—. ¿Qué haremos en dos años? —terminó y José Luis comenzó a reír.

—No pasaremos dos años aquí —decía con un poco de risa—. Sólo el tiempo que sea necesario.

—¿Necesario para qué? —preguntó de mala gana.

—Ya te lo dije, para que te des cuenta de que me amas —decía con arrogancia—. Ya no lo niegues.

—Estás loco.

—Sí, pero eso es aparte. Ven, tenemos mucho qué platicar —la tomó de la mano y Hanna caminó con él, de mala gana.

Hanna estaba confundida, se sentía extraña, enojada, y todo por lo que había hecho José Luis; para ella eso era una tontería, una pérdida de tiempo, según ella no sentía nada por él.

Mientras tanto, Ashley regresaba a la playa, donde ya la esperaba Raúl. Ambos se dispusieron a disfrutar de la hermosa playa en donde se encontraban. 

—¿Quieres algo de tomar? —preguntó Raúl a Ashley.

—¿Hay Raúl en el menú?

—Espérate para la noche —dijo jugando.

—¡Oye! —le dio un golpe en el brazo a Raúl —. Mejor tráeme una piñada, por favor.

Raúl fue a la barra y llevó bebida para ambos. Pasaron un rato en las reposeras (sillas de playa) y después entraron un rato al mar, se divertían mucho.

—Me pregunto cómo les va a Hanna y a José Luis —mencionó Raúl mientras volvían a las reposeras.

—Espero que bien —dijo Ashley—. Espero no le esté yendo mal a mi cuñado con mi hermana tan terca.

Mientras pasaba esto con Ashley y Raúl, Hanna y José Luis se encontraban en la terraza de la cabaña, platicaban un poco, aunque la mayoría eran comentarios de José Luis. Hanna sólo lo escuchaba, y en ocasiones mencionaba algunas cosas. Él quería convencer a Hanna de que sí le gustaba, tal vez no quería aceptar que no era así.

—Está bien —dijo Hanna—. No me caes mal; si a veces te molesto es porque me gusta hacerlo. Aunque sí eres un poco presumido.

José Luis sonrió.

—¿Te gusto? —cuestionó José Luis.

—¡Noo! ¿Ves cómo eres arrogante y engreído?

—Bueno, pues ya que tú sí me gustas a mí mínimo debo tratar de hacer que yo también te guste a ti. Recuerda que entre más pronto lo aceptes más pronto nos vamos. Dime la verdad, ¿te gusto por lo menos un poquito?
Hanna agachó un poco la cabeza, y a los segundos lo vio a los ojos.

—Sí, me gustas —dijo un poco nerviosa.

—¿Sabes que me gustas desde hace tiempo? Tal vez desde la primera vez que te vi, en la pista, ¿recuerdas? —Hanna asintió—. Cuando te conocí, yo salía con alguien, tenía una novia a la que quería mucho, pero mis sentimientos hacia ti lo cambió todo. Terminé con ella hace como un mes, no podía seguirle siendo infiel con el corazón, me sentía mal, y tú no me hacías caso, imagínate cómo me sentía... Sé que se escucha egoísta, pero me desespera pensar que lo nuestro no pudiera ser. Dame sólo una oportunidad, por favor.

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